Durante el rezo del Regina Coeli, este domingo 18 de abril, desde la ventana del Palacio Apostólico del Vaticano, el Papa Francisco afirmó que “Jesús no es un ‘espíritu’, sino una Persona viva”
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| El Papa Francisco durante el rezo del Regina Coeli. Foto: Vatican Media |
Ante
los fieles congregados en la Plaza de San Pedro, el Pontífice afirmó que “ser
cristianos no es ante todo una doctrina o un ideal moral, es una relación viva
con él, con el Señor Resucitado: lo miramos, lo tocamos, nos alimentamos de él
y, transformados por su amor, miramos, tocamos y nutrimos a los demás como
hermanos y hermanas”.
El Santo Padre argumentó esta
enseñanza con el episodio evangélico de la irrupción del Resucitado en el
Cenáculo, donde estaban reunidos los discípulos.
“Cristo resucitado se presenta en
medio del grupo de discípulos y los saluda diciendo: ‘¡La paz con vosotros!’.
Pero estaban asustados y creían ‘ver un espíritu’. Entonces Jesús les muestra
las llagas de su cuerpo y dice: ‘Mirad mis manos y mis pies; soy yo mismo.
Palpadme’. Y para convencerlos, les pide comida y la come ante su mirada atónita”,
narró Francisco.
“Y un segundo particular, estaban
estupefactos porque el encuentro con Dios siempre te lleva al estupor. Va más
allá el entusiasmo, más allá de la alegría. Es otra experiencia. Y los
apóstoles estaban alegres, pero una alegría que les hacía pensar, ‘no, esto no
puede ser verdadero, no puede ser así’. Y el estupor de la presencia de Dios.
No olvidemos este estado de ánimo que es tan bello”.
El Papa explicó que “este pasaje
evangélico se caracteriza por tres verbos muy concretos, que en cierto sentido
reflejan nuestra vida personal y comunitaria: mirar, tocar y comer. Tres
acciones que pueden dar la alegría de un verdadero encuentro con Jesús vivo”.
En primer lugar, “mirar”, que “no
es solo ver, es más, también implica intención, voluntad. Por eso es uno de los
verbos del amor. La madre y el padre miran a su hijo, los enamorados se miran
recíprocamente; el buen médico mira atentamente al paciente... Mirar es un
primer paso contra la indiferencia, contra la tentación de volver la cara ante
las dificultades y sufrimientos ajenos”.
El segundo verbo, “tocar”. El
Santo Padre señaló que “al invitar a los discípulos a palparle, para que
constaten que no es un espíritu, Jesús les indica a ellos y a nosotros que la
relación con él y con nuestros hermanos no puede ser ‘a distancia’, a nivel de
la mirada”.
“No existe un cristianismo a
distancia. No existe un cristianismo en el plano único de la mirada. No. El
amor pide cercanía, contacto, compartir la vida. El buen samaritano no solo
miró al hombre que encontró medio muerto en el camino: se inclinó, curó sus
heridas, lo subió a su montura y lo llevó a la posada. Y lo mismo ocurre con
Jesús: amarlo significa entrar en una comunión vital y concreta con él”,
subrayó.
Y, por último, “comer”, que
“expresa bien nuestra humanidad en su indigencia más natural, es decir, nuestra
necesidad de nutrirnos para vivir”.
“Pero comer, cuando lo hacemos
juntos, en familia o con amigos, también se convierte en expresión de amor, de
comunión, de fiesta...”, recordó el Pontífice.
“¡Cuántas veces los Evangelios
nos muestran a Jesús que vive esta dimensión convival! Incluso como Resucitado,
con sus discípulos. Hasta el punto de que el banquete eucarístico se ha
convertido en el signo emblemático de la comunidad cristiana. Comer juntos el
cuerpo de Cristo. Este es el centro de la vida cristiana”, concluyó el Santo
Padre.
Por Miguel Pérez Pichel
Fuente: ACI Prensa






