«No todos los que hoy son catequistas podrán acceder al ministerio», ha subrayado Rino Fisichella al presentar este martes el ministerio de catequista
La
institución por parte del Papa Francisco del ministerio de catequista es «un
paso más para la renovación de la catequesis y su eficaz labor en la
evangelización». Lo ha subrayado Rino Fisichella, presidente del Consejo
Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización, en la rueda de prensa
de presentación del motu proprio Antiquum ministerium.
Se trata de «un nuevo ministerio»
que se entrega a «la Iglesia del tercer milenio». Y, al mismo tiempo, de un
encargo que «siempre ha acompañado el camino de la evangelización para la
Iglesia de todos los tiempos y latitudes». El proceso que ha llevado hasta
aquí, por tanto, solo se puede comprender «en la unidad entre una profunda
atención a nuestras raíces y una mirada realista al presente».
Instituir este ministerio, ha
explicado el responsable de nueva evangelización del Vaticano, «equivale a
establecer que la persona investida de ese carisma está realizando un auténtico
servicio eclesial a la comunidad». Es también una forma de promover «aún más la
formación y el compromiso de los laicos».
Ser catequista no se improvisa
Es un paso que «permitirá tener un
laicado mejor formado y preparado en la transmisión de la fe». En efecto, «los
catequistas no se pueden improvisar, porque el compromiso de transmitir la fe,
además del conocimiento de sus contenidos, requiere un encuentro personal
previo con el Señor». También una toma de conciencia de que se «habla en nombre
de la Iglesia» y se «transmite la fe de la Iglesia».
En este sentido, Fisichella ha
subrayado que «no todos los que hoy son catequistas podrán acceder al
ministerio». El motu proprioestablece los requisitos para ello: personas
«de profunda fe y madurez humana, que participen activamente en la vida de la
comunidad cristiana, que puedan ser acogedores, generosos y vivan en comunión
fraterna», que hayan recibido «la debida formación bíblica, teológica, pastoral
y pedagógica» y tengan «experiencia previa de catequesis».
Además, ha aclarado el obispo, es
clave «la dimensión vocacional para servir a la Iglesia» donde «el obispo
considere necesaria» su presencia. A la vista de todo esto, «corresponde ahora
a las conferencias episcopales» determinar «los requisitos, como la edad y los
estudios necesarios, las condiciones y las modalidades de acceso al
ministerio», ha añadido el obispo.
Un deseo de Pablo VI
Fisichella ha subrayado además
que esta decisión conecta con el «gran impulso ofrecido por el Concilio
Vaticano II» al laicado. Asimismo, «lleva a cabo un deseo de Pablo VI». En
1975, en la exhortación Evangelii nuntiandi, el Papa Montini hablaba del
de catequista como uno de varios «ministerios, nuevos en apariencia pero muy
vinculados a experiencias vividas por la Iglesia a lo largo de su existencia»,
que resultan «preciosos para la implantación, la vida y el crecimiento de la
Iglesia».
Desde entonces, «tuvieron que
pasar casi 50 años para que la Iglesia reconociera que el servicio prestado»
por tantos hombres y mujeres «constituye verdaderamente un ministerio
particular». El presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva
Evangelización ha señalado en particular a tantas regiones «donde la presencia
de sacerdotes es nula o escasa». Allí, «la figura del catequista es la de aquel
que preside la comunidad y la mantiene arraigada en la fe».
En este sentido, ha mostrado su
esperanza de que gracias a este ministerio, en las Iglesias locales «el proceso
de la evangelización continúe su fructífero camino de inculturación en las
diversas realidades», y que tanto los propios catequistas como las iglesias
locales redescubran el valor de esta vocación.
El ejemplo de san Juan de Ávila
Por otro lado, Fisichella ha
subrayado que «no es casual» que el motu propriofuera firmado este lunes,
memoria litúrgica de san Juan de Ávila. El doctor de la Iglesia español «fue
capaz de ofrecer a los creyentes de su tiempo la belleza de la Palabra de Dios
y la enseñanza viva de la Iglesia en un lenguaje no solo accesible a todos,
sino revestido de una intensa espiritualidad». A través de su figura, el Santo
Padre invita a los catequistas a «inspirarse en el testimonio de un santo que
hizo fecundo su apostolado catequético a través de la oración, el estudio de la
teología y la simple comunicación de la fe».
Con todo, a pesar del
protagonismo del patrono del clero secular español, el obispo italiano ha
recordado que la labor de catequista no debe «caer en formas de clericalismo».
Este ministerio «debe expresarse no principalmente en el ámbito litúrgico, sino
en el ámbito específico de la transmisión de la fe mediante el anuncio y la
enseñanza sistemática».
El motu proprio completo puede leerse aquí.
María Martínez López
Fuente: Alfa y Omega






