Sylvia Patoir advierte de la «tragedia humanitaria» que se vive en el país y destaca la labor de la Iglesia. «Es la primera fuente mundial de ayuda humanitaria»
Cuando
Sylvia Patoir llegó a la India hace ocho años por motivos laborales,
el choque cultural le pasó tanta factura que incluso los primeros días los
vivió totalmente asustada. Era «todo tan diferente», desliza en un testimonio
publicado por el archidiócesis de Sevilla.
Su experiencia empezó a cambiar cuando consiguió «dejar
totalmente de lado mi mentalidad cartesiana europea» para «aceptar su forma de
vida, sus costumbres…» Pero poco después, Patoir pasó de aceptar la situación a
implicarse. Fue en un viaje humanitario con distintas ONGs gracias al cual «descubrí
mi vocación. Fue una llamada, no podía quedarme en mi torre de marfil frente a
la miseria».
Tras
esta experiencia, creó la ONG Sunsita (sol del alma), que se dedica al
medio rural. «Intentamos llegar donde nadie llega. Nuestro lema
es Formación para el Progreso con el objetivo de evitar que abandonen
el medio rural y se encuentren hacinados en la miseria de las ciudades en busca
de un sueño que no existe», explica.
Concretamente, trabajan en tres frentes: los niños, «a
través de su educación»; las mujeres, a las que ayuda a formarse en talleres de
costura y que, más tarde, venden sus productos; y la salud, a través de un
dispensario gratuito para los habitantes de las zonas rurales.
«Una tragedia en todos los sentidos»
Pero todo este trajo corre el riesgo de echarse a perder,
junto con el de otras ONGs que trabajan en el país, a causa de la pandemia. «La
situación actual es una tragedia en todos los sentidos: humanitaria, económica
social…», asegura Sylvia, que ha tenido que regresar a España. Como ejemplo,
habla de personas que «mueren por las calles, niños huérfanos deambulando,
cremaciones en masa… Están hasta talando árboles porque ni madera les queda».
Las causas son muchas, pero Patoir advierte de las
dificultades de la sociedad india a la hora de aplicar las medidas
sociosanitarias recomendadas para evitar la expansión del virus. «las familias
son inmensas, el contacto es parte de su vida, la intimidad no existe y la base
de la sociedad india es la coexistencia y el contacto social intenso», señala.
«¿Cómo ejecutar la distancia social en el hacinamiento de familias enteras que
viven en el mismo cuarto?».
La ayuda de la Iglesia
Ante esta situación, hace un llamamiento de ayuda y solicita
«mandar de forma efectiva oxígeno, medicinas, médicos, medios, infraestructuras
hospitalarias, porque allí ya no queda de nada». Además, implora a Dios que
«nos ayude» en esta «auténtica tragedia dantesca». En este contexto –también
antes de la pandemia-, Patoir destaca el trabajo de la Iglesia Católica en el
país: «Las acciones son enormes, las hermanas, los padres…todos ayudan al
máximo. La Iglesia es la primera fuente mundial de ayuda humanitaria».
Fuente: Alfa y Omega






