Puede ser que el corazón humano tenga la necesidad de seguir a alguien. Para estar tranquilo, para tener paz
![]() |
| Happy Max | Shutterstock |
Alguien
que se dedica a unir lo que está dividido, sanar lo que está herido, recomponer
lo que se ha roto, escuchar al que necesita abrir su alma, animar al que camina
desesperado y perdido, acompañar al débil, sostener al que se cae, abrazar al
que está solo y llevar a todos a Dios
¿Aquién puedo seguir que calme
mis pasos? El otro día leía a una persona que se preguntaba a qué youtuber
interesante podía seguir. Me llamó la atención.
Puede ser que el corazón humano
tenga la necesidad de seguir a alguien. Para estar tranquilo, para tener paz.
Es como si las cosas importantes
de la vida tuvieran que decírmelas otras personas para creerlas. Alguien en
quien haya puesto la confianza.
Si
me lo dice un cualquiera, no hago caso. Si me lo dice aquel al que amo, al que
sigo, entonces sí. Así de sencillo.
Tal vez por eso es tan
importante elegir bien a quién sigo, en quién pongo mi confianza.
Escoger a quien vale la pena
seguir
No da igual uno que otro, no todo
vale, no todo es verdadero y digno de confianza. El ejemplo cuenta, la
autenticidad, la veracidad del alma, la nobleza de quien lo dice, la humildad y
sinceridad.
No vale todo, lo tengo
claro. Pastores que guíen a su rebaño. Aquellos que han puesto
su confianza en Dios y caminan confiados por la vida.
La dificultad de ser líder
Hoy en día los pastores caen,
dejan de ser fieles o simplemente no responden a las expectativas que el mundo
tiene.
Y Jesús se queda sin
instrumentos, sin pastores fieles, sin hombres y mujeres enamorados de Él que
puedan reflejarlo.
Es tan frágil el corazón
humano… Tan débil mi sí dicho torpemente. Las elecciones que tomo parecen
claras, pero todo es sutil y en ocasiones poco claro.
Una decisión tomada parece
inspirada por Dios. Pero puede que me esté equivocando al hacerlo.
Si hubiera elegido el otro
camino, pienso. Y no sé si entonces hubiera tenido paz.
Un buen guía
¿De quién me fío? ¿En quién
pongo mi vida y mi confianza?
No es tan sencillo elegir la
respuesta correcta, acertar con la palabra adecuada, tomar la decisión que Dios
me inspira. Decir lo que inspira y eleva. Acertar en todo y ser pastor y
lugar de descanso para otros.
¿Dónde están esos pastores a los
que sigo? No es sencillo guiar la propia vida. ¡Cuánto más difícil es
pretender guiar a otros!
Pero la vida me pone siempre ante
personas que esperan, que desean. No tengo respuestas claras pero sí
intuiciones. Me siento impotente para dar respuestas. Entiendo lo que dice el
padre José Kentenich:
«Pero el objetivo de la educación
no es domar fieras, sino guiar interiormente al ser humano y sus instintos
hacia Dios».
No pretendo guiar a nadie con
sabios consejos. Ni busco que encuentren sabias razones para actuar de una
determinada manera.
Tampoco pretendo tener todas las
respuestas. Tengo claro que cada uno tiene que descubrir su propio camino,
cometer sus errores, fracasar y acertar en sus sueños. Así es la vida,
imperfecta.
Lo que me pide Jesús, eso lo sé,
es unir lo que está dividido, sanar lo que está herido, recomponer lo que
se ha roto, escuchar al que necesita abrir su alma, animar al que camina
desesperado y perdido, acompañar al débil, sostener al que se cae, abrazar al
que está solo y llevar a todos a Dios.
Dios es quien permite cumplir la
misión
Me ha pedido que siembre paz
con mi alegría y no guerra, que una con amor dejando a un lado el odio que
divide. Es lo que hizo Jesús y eso mismo es lo que me pide:
«Derribando con su carne el muro
que los separaba: el odio».
J. Kentenich, Kentenich Reader I
El odio mata y divide, separa lo
unido y construye muros en lugar de puentes. Y quiere que yo busque esa unidad
de la que tanto me habla. Que una en su Espíritu que es el único que une.
Porque Él es mi pastor: «Él
es nuestra paz». Y sólo en su Espíritu podré ser fiel a la misión que me
confía. Aunque supere mis fuerzas y esté muy por encima de mis capacidades.
Lo que cuenta es su amor que
rompe las barreras y construye puentes que nadie pueda bloquear.
Carlos Padilla Esteban
Fuente: Aleteia






