Desconfianza hacia los cristianos, tras 10 años de fuerzas internacionales
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Afganistán
es una república islámica que limita con Turkmenistán, Uzbekistán y Tayikistán
por el norte, China por el noreste, Pakistán por el este y el sur e Irán por el
oeste. El país es un conglomerado de distintos grupos étnicos enfrentados entre
sí durante décadas antes de unirse, finalmente, en un solo país a la caída del
régimen talibán en 2001.
Los grupos étnicos más importantes son los pastunes (42 %), los
tayikos (27 %), los hazaras (9 %), los uzbekos (9 %) y los turkmenos (3 %)2.
Aproximadamente el 99 % de la población es musulmana, mayoritariamente suní (80
%), en la que los chiíes representan el 19 % y pertenecen fundamentalmente a
los grupos étnicos hazara y tayik.
El carácter religioso del Estado es uno de los elementos claves de
la nueva Constitución, aunque está mitigada por una combinación de medidas,
fruto de un intenso debate, diseñadas para prevenir la posibilidad de que el país
caiga en una interpretación fundamentalista de la sharía. La sharía sigue
siendo una de las principales fuentes de la ley dentro de la sociedad, en
particular en las áreas rurales.
El artículo 2 de la Constitución afirma que “El islam es la
religión oficial del Estado”, sin embargo, el segundo párrafo del mismo
artículo proclama la libertad religiosa. El artículo 3 estipula “la conformidad
de las leyes” con los principios y normas de la religión islámica; por lo tanto
convierte a la sharía, aunque sin nombrarla, en la primera fuente de la ley.
Así, en la práctica, en nombre del respeto a la ley islámica en
el país, es imposible convertirse a otra religión, profesar libremente una fe
distinta, mostrar símbolos religiosos o dedicarse a la tarea de misión.
Situación de los cristianos
Además de las restricciones impuestas por el Estado y por esta
sociedad fuertemente musulmana por tradición, hay un clima de desconfianza
hacia los cristianos.
La razón principal para ello son los
10 años de control militar de las fuerzas internacionales. Esta década de
guerra contra los talibanes ha obligado a 2,7 millones de personas a vivir en
el exilio en los países vecinos. Buscaron refugio sobre todo en
Pakistán e Irán. En 2012 – por 32o año consecutivo – Afganistán ocupó el primer
lugar en la lista anual del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los
Refugiados (ACNUR).
Aparte del radicalismo de los talibanes, que se ha incrementado en
los últimos años con continuos ataques y atrocidades, sobre todo contra civiles, un factor que
en ciertos casos ha fomentado el odio hacia los cristianos y otras religiones
consideradas como extranjeras ha sido la presencia continuada de las fuerzas
militares internacionales. Un ejemplo de esto fue la quema que soldados
estadounidenses hicieron de ejemplares del Corán en la base militar de Estados
Unidos en Bagram, en el norte del país, el 20 de febrero de 2012.
El incidente provocó protestas violentas por todo Afganistán,
costó docenas de vidas y causó la convocatoria de grandes manifestaciones en
las que los manifestantes quemaron cruces y otros símbolos religiosos, así como
grandes fotografías del presidente de Estados Unidos, Barack Obama.
El Gobierno afgano ha declarado la primacía del islam respecto a
otras religiones. En un discurso pronunciado en el Parlamento en septiembre de
2013, el diputado Nazir Ahmad Hanafi prestó su voz a los rumores de que
musulmanes afganos se estaban convirtiendo al cristianismo en la India. “El
pueblo afgano”, afirmó “continua convirtiéndose al cristianismo en la India.
Esto es una violación de la ley islámica y, de acuerdo con el Corán, deben ser
asesinados”.
El presidente del Parlamento afgano, Abdul, Rauf Ibrahimi, también
condenó las presuntas conversiones, pidiendo al Comité de Seguridad Nacional
“un estudio profundo del caso”.
No hay datos fiables sobre el número exacto de no musulmanes en
Afganistán. Algunas organizaciones protestantes estiman que hay alrededor de
5000 cristianos afganos – en otras palabras, conversos del Islam –, pero este
extremo nunca ha sido confirmado.
La Iglesia católica está presente en Afganistán en la forma de la
misión sui iuris, bajo la dirección de un sacerdote italiano barnabita, el P.
Giuseppe Moretti. En total, el número de sacerdotes y de religiosos, hombres y
mujeres, que trabajan en Afganistán asciende a 15. La congregación religiosa
mejor establecida en el país son las Hermanitas de Jesús. Estas religiosas
(cuatro en total) son respetadas incluso por los talibanes y llevan 50 años
trabajando en Kabul.
La caída del régimen talibán hizo posible que en 2006 llegaran al
país las hermanas de la Madre Teresa para trabajar con los enfermos y los
pobres. Otro grupo respetado y reconocido por la gente es la organización de
beneficencia italiana Asociación Pro Niños de Kabul (Associazione pro-bambini
di Kabul) que trabaja con orfanatos y niños discapacitados.
Estudiando el problema de la libertad religiosa en su conjunto en
el país, la Constitución está basada en la sharía, lo que hace casi imposible
que la situación mejore.
El continuo clima de inseguridad ha dado gran poder a los
talibanes y sus seguidores, no sólo en las áreas rurales sino también en la
capital, Kabul. La intolerancia hacia otras religiones y hacia las costumbres
distintas del Islam se ha reforzado tras las declaraciones de algunos
parlamentarios contra las conversiones al cristianismo, y se ha demostrado con
los casos recurrentes de justicia sumaria, por ejemplo, los casos de adulterio
penados con la lapidación.
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