El P. Donato Jiménez, experto teólogo, criticó la propuesta del Arzobispo de Lima (Perú), Mons. Carlos Castillo, de poner a laicos como párrocos, y dijo que se parece a la “rebelión ‘a lo Lutero
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Mons. Carlos Castillo. Crédito: ANDINA / Prensa Presidencia |
Así lo indicó el también profesor
emérito de la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima en una carta
abierta dirigida a Mons. Castillo, tras la propuesta del Arzobispo de que
“familias, o parejas, o grupos de esposos o de personas mayores laicas asuman
parroquias”.
Mons. Castillo hizo esta
afirmación el 21 de julio durante una conferencia transmitida por las redes
sociales del Arzobispado de Lima, en la que reconoció que si bien estas medidas
“no están permitidas” por la Iglesia, “es mejor mandar a los curas a estudiar
un poco”.
El Prelado también aseguró que
está pidiendo permiso al Vaticano para implementar sus planes sobre el cambio
que desea para las parroquias en la capital peruana.
Al respecto, el P. Jiménez escribió: “Reformemos la Iglesia. ¡Sí, claro! Fue ya grito de los fieles de los primeros siglos: ‘Ecclesia semper reformanda’. Pero la reforma comienza por uno mismo y es desde dentro, a la luz de lo que con sus palabras nos quiere decir el Señor. Solo así podrán acoplarse, reformados, los demás”.
“Y del siglo II es la tremenda
pero verdadera frase: ‘Ecclesia, casta meretrix’. Ahí están los grandes, los verdaderos
reformadores de la Iglesia: Santa Teresa, San Juan de la Cruz, San Ignacio, San
Felipe Neri, Santo Tomás de Villanueva y mil, sí, mil más en cada época”,
continuó.
“Hacer la rebelión ‘a lo Lutero’,
o como los obispos y curas alemanes que han apostatado este año, es volver a
rifarse la túnica inconsútil de Jesús (símbolo de la Iglesia), que no les puede
tapar la ambición o la desnudez de sus egoísmos e impiedad”, subrayó el
sacerdote que es miembro de la Enciclopedia Católica.
El experto teólogo recordó que
las normas “De las parroquias, párrocos y vicarios parroquiales” están en los
cánones que van del 515 al 552 del Código de Derecho Canónico (CIC).
Estas indican que “la parroquia
es una comunidad de fieles constituida de modo estable en la Iglesia
particular, cuya cura pastoral, bajo la autoridad del Obispo, se encomienda al
párroco, como su pastor propio” y que “para que alguien pueda ser designado
párroco válidamente debe haber recibido el orden sagrado del presbiterado”.
El P. Jiménez precisó luego que
“solo de forma excepcional ‘por escasez de sacerdotes’, las leyes de la Iglesia
permiten que el Obispo encomiende ‘la cura pastoral de la parroquia a un
diácono o a otra persona que no tiene el carácter sacerdotal’”.
“Pero incluso en esos casos, el
CIC establece que el Obispo debe designar ‘a un sacerdote que, dotado de las
potestades propias, dirija la actividad pastoral’”, prosiguió.
El sacerdote cuestionó al
Arzobispo de Lima: “Si estas normas y previsiones le parecen que ‘se oponen’ a
sus planes o pretensiones, ¿no será que es usted quien se opone al mejor
ordenamiento de que ha gozado la Iglesia (aun con sus imperfecciones) hasta
llegar usted a ser ordenado?”.
El sacerdote es insustituible
como párroco
“Muy bien nos parece a todos que
los laicos colaboren y se encarguen de tareas en la parroquia directa o
indirectamente, y en tanto en cuanto, es deber de todo cristiano, pero el
sacerdote nunca puede ser reemplazado por los laicos, por la sencilla razón de
que son dos modos distintos y complementarios de vocación, de servicio y de
entrega”, destacó el experto.
“Si a cada modo le falta el otro,
no se cumple la tan importante parte complementaria, cada una en su campo”,
agregó.
“El sacerdote es el pastor y
servidor propio, ordinario y apropiado, en obediencia a su obispo, para atender
en lo posible a todas las necesidades espirituales, y muchas materiales de los
feligreses”, subrayó.
El P. Jiménez explicó también que
“la confección y administración de los sacramentos corresponde de suyo al
sacerdote párroco y a sus coadjutores. La mayoría de los sacramentos, solo los
puede administrar el sacerdote”.
“Los grupos de laicos –continuó–
no son el sujeto justamente propio para llevar, administrar y alimentar
sacramental y espiritualmente una parroquia, si no es en circunstancias de
carencia absoluta de sacerdotes, o lamentablemente, de persecución o destierro
de los sacerdotes”, como sucedió en Japón, China, Corea, Vietnam o Laos, entre otros.
“Sin restar lo más mínimo a la
preciosa labor que muchos laicos siguen haciendo, la presencia del sacerdote,
del párroco, no solo es imprescindible, sino de todo punto, insustituible”,
aseguró.
De ese modo, advirtió el
sacerdote, “pretender poner laicos en ‘sustitución’ de párrocos, no es
sustituir, es privar a los fieles de la persona esencial para confeccionar y
administrar los sacramentos de vida para su vida”.
Sobre la afirmación de Mons.
Castillo respecto a que “es mejor mandar a los curas a estudiar un poco”, el P.
Jiménez opinó que es “mejor que los seminaristas estén más años (10 o 12 años,
mínimo) en el seminario, recibiendo debidamente su necesarísimo tiempo de
formación (hoy más que nunca)”.
“Tendríamos entonces, sacerdotes
competentes, preparados, de espíritu eclesial, sacerdotal, cultos, al menos en
lo suyo y, por tanto, párrocos idóneos para formar y hacer progresar en la vida
cristiana a su grey”.
El experto indicó que ha visto
sacerdotes que “más bien parecen una ‘florida’ colección de carencias que dan
vergüenza ajena. Y esto es ‘culpa de los tiempos’, sí: de los tiempos pocos y
flojos que los seminaristas están en los seminarios. Y parecen más de la calle
con toda su frivolidad, para decirlo con suavidad”.
En relación a lo dicho por el
Arzobispo de Lima sobre que “hay que pensar formas más igualitarias, más
cercanas”, el P. Jiménez cuestionó: “¿No será (y otra vez por babélica
confusión), por olvido, desconocimiento o inconsciencia, un volver a repetir lo
que dice la frase textual de un muy respetado teólogo, al referirse a los
increíbles desmanes del posconcilio: ‘que se dieron todos los abusos
posibles?’”.
Por Walter Sánchez Silva
Fuente: ACI Prensa