14 – Octubre. Jueves de la XXVIII semana del Tiempo Ordinario
Misioneros digitales católicos MDC |
Evangelio según san Lucas 11,
47-54
¡Ay de vosotros, que edificáis
mausoleos a los profetas, a quienes mataron vuestros padres! Así sois
testigos de lo que hicieron vuestros padres, y lo aprobáis; porque ellos los
mataron y vosotros les edificáis mausoleos. Por eso dijo la Sabiduría de Dios:
“Les enviaré profetas y apóstoles: a algunos de ellos los matarán y
perseguirán”; y así a esta generación se le pedirá cuenta de la sangre de
todos los profetas derramada desde la creación del mundo; desde la sangre
de Abel hasta la sangre de Zacarías, que pereció entre el altar y el santuario.
Sí, os digo: se le pedirá cuenta a esta generación. ¡Ay de vosotros,
maestros de la ley, que os habéis apoderado de la llave de la ciencia: vosotros
no habéis entrado y a los que intentaban entrar se lo habéis impedido!». Al
salir de allí, los escribas y fariseos empezaron a acosarlo implacablemente y a
tirarle de la lengua con muchas preguntas capciosas, tendiéndole trampas
para cazarlo con alguna palabra de su boca.
Comentario
“¡Ay de vosotros, doctores de la
Ley, porque os habéis apoderado de la llave de la sabiduría!”
Jesús con dolor y con claridad
echa en cara a los fariseos el tremendo mal que estaban haciendo. En vez de
ayudar al pueblo a que reconocieran en Jesús al Mesías, es todo lo contrario.
En vez de abrir la puerta y dejar entrar, la cierran. Se colocan en el lugar de
Dios como administradores de su sabiduría.
La actitud de Jesús es todo lo
contrario: “venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os
aliviaré” (Mt 11, 28).
Jesús ofrece la salvación a todos
y lo que nos pide es fe y humildad. Ver la verdad y amarla.
Caminar con el Señor significa
también ser humildes. Porque como contaba santa Teresa: “Una vez estaba yo
considerando por qué razón era nuestro Señor tan amigo de esta virtud de la
humildad, y púsoseme delante -a mi parecer sin considerarlo, sino de presto-
esto: que es porque Dios es suma Verdad, y la humildad es andar en verdad”[1].
La humildad es necesaria para
caminar con el Señor. La soberbia cierra sobre sí mismo, se piensa que está en
la posesión de la verdad. La humildad, por el contrario, abre el corazón a la
verdad al reconocer que no lo sabemos todo. Caminar en la verdad significa
tener por delante amplios horizontes. La humildad lleva también a saberse
instrumentos en las manos de Dios para ayudar a los demás en el camino de la
fe.
Esto es lo que nos dice Jesús con
estas palabras: “vosotros no habéis entrado y a los que querían entrar se lo
habéis impedido”. Jesús se quiere servir de nosotros, de nuestra vida, de
nuestro ejemplo para facilitar a los demás el encuentro con él.
Me
acordaba de algo que leí hace unos meses, en el fallecimiento de un buen
cristiano. Contaban que tenía encima de su mesa de trabajo estas palabras de
san Josemaría: “éste es cristiano, porque no odia, porque sabe comprender,
porque no es fanático, porque está por encima de los instintos, porque es
sacrificado, porque manifiesta sentimientos de paz, porque ama”[2].
Una buena manera de no apoderarse
de la llave de la sabiduría sino de ser buenos conductores de la gracia de Dios
es luchar para que los demás puedan descubrir a Cristo en nuestra actuación.
[1] Santa Teresa, Las moradas 6,
10.
[2] San Josemaría, Es Cristo que pasa,
n. 122
Javier Massa
Fuente: Opus Dei