Rezar a conciencia sirve para crecer en la vida espiritual y en la relación con Jesucristo todos los días
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El 22
de octubre se celebra la fiesta de San Juan Pablo II,
un hombre santo que ha sido un gran promotor del santo rosario al tratarse de
su oración favorita, según expresa en la Carta apostólica «Rosarium
Virginis Mariae”.
El rosario es una oración que nos permite aprender quién es Jesús.
Por eso, como
una “escuela”, María nos lleva a través de la historia para tener un encuentro
con su Hijo. Es una oración que nos impulsa con Cristo a
conectarnos más con el mundo y lo que hay en él, nos lleva a reconocer a Dios
en nuestro camino de vida y en todo lo que nos rodea.
Siguiendo el ejemplo de san Juan Pablo podemos ver cómo él y otras
personas a su alrededor han vivido los frutos espirituales asociados a los
misterios del rosario y cómo ese encuentro con la gracia es verdaderamente
capaz de cambiar la vida de las personas. Sin embargo, en un mundo
que va tan rápidoa veces batallamos para poder rezarlo bien.
La repetición no es cosa mala
Rezar el rosario se ha malinterpretado
algunas veces como algo monótono y repetitivo sin sentido, pero no es así. Es
verdad que se rezan oraciones una y otra vez porque repetir es parte del método (san
Juan Pablo II lo explica con detalle), pero tiene mucho sentido porque es un
modo en que nos vamos conectando una y otra vez con la vida de Cristo.
En sí misma la repetición no es una
cosa mala. El hecho de que repitas algo no significa que no tenga importancia,
sino que es
algo saludable como ocurre por ejemplo cuando un esposo le dice a su esposa que
la quiere más de una vez al día o los hijos que tienen a
sus padres. La repetición en la bondad reafirma esos vínculos de amor.
El ritmo de un corazón que ama
El rosario es como el ritmo de
un corazón que ama y no se detiene, como las palabras que
pronunciamos todos los días cuando les decimos a los demás que los queremos o
que son importantes para nosotros. Las palabras comprometen nuestro intelecto
como una declaración de amor que hacemos una y otra vez en las “batallas
espirituales” de cada día.
De
acuerdo a las enseñanzas de san Juan Pablo II para rezar el rosario de manera
más efectiva, y aunque no podamos ponerlas todas en práctica, tomar en cuenta
al menos alguna de estas estrategias nos ayudará a poder cumplir con nuestra
oración cristiana y unirnos más a Jesús.
Misterios
Al anunciar cada misterio estamos
haciendo referencia a un momento de la vida de Jesús. Podemos
utilizar una pequeña explicación o reflexión de un libro de oraciones o pensar
en algo que hemos recordado sólo al decirlo. Al ser misterios siempre
encontrarás un mensaje novedoso en cada uno de ellos en las diferentes etapas o
circunstancias de tu vida.
Si es
algo nuevo para ti ya has intentado rezar varias veces sin poder conseguirlo y
piensas que no puedes hacerlo todo de una vez, puedes separarlo en los días de
la semana y hacer un misterio por día según corresponda a los misterios
gozosos, dolorosos, luminosos y gloriosos. Sé creativo para poder traer la vida
de Jesús a la tuya.
Escrituras
Una de las estrategias para lograr que
la repetición no sea mecánica es tomar un tiempo luego de anunciar el
misterio para leer el pasaje bíblico correspondiente a ese momento de la vida
de Jesús. Esto hará que la oración sea más rica al
desglosar sus detalles. Se puede leer un comentario adicional sobre el misterio
con una Biblia ilustrada u otro libro religioso.
Piensa en las historias y memorias de
tu infancia que te gustan escuchar. Cuando rezamos el santo rosario podemos
pensar a María contando sus memorias al lado de Jesús. Recordar estas
experiencias con la guía de la Madre de Dios nos acerca a un encuentro con
Cristo tanto en los momentos de gozo como de dolor.
Silencio
Cuando rezamos el santo rosario no se
trata de recolectar información sino de dejar que Dios nos hable. Una
estrategia es permitirse un momento de silencio para meditar. Esto puede
hacerse luego de leer la Palabra de Dios o de anunciar el misterio dejando unos
segundos en silencio para que esas palabras resuenen en nuestro corazón.
La
meditación se nutre con el silencio que nos ayuda a entrar profundamente en la
oración.
Hacer pausas nos permite adentrarnos en el misterio sin correr con
palabras. El rosario no es una carrera por completar una tarea, sino una
oración de contemplación que nos invita a mirar el rostro de Cristo y Maria nos
muestra cómo mirar a su Hijo.
Cantos
El canto suave del Gloria, de una
jaculatoria o una canción breve entre los misterios nos ayuda a hacerlo más
lento y profundo a tal punto de que muchas veces nos predispone mejor al recogimiento.
No por nada es famosa la frase de que “quien canta reza dos veces“.
La música es una llave capaz de abrir
la puerta al corazón y una fuente de inspiración reflejando la belleza
expresiva de la oración, la participación común y su carácter
solemne. Cuando lo rezamos con niños a veces resulta difícil que puedan o quieran
participar, pero con algo de música pueden practicar en las partes cantadas y
así integrarse más fácilmente.
El nombre de Jesús
La oración más repetida en el Santo
Rosario es el Ave María. Cada vez que lo decimos, el centro de gravedad recae
en la palabra “Jesús». Poner el foco en el nombre de Jesús de
modo especial con una pequeña pausa, poniendo una mano en el corazón, cerrando
los ojos o con un tono de voz amoroso, puede ayudarnos a ser más conscientes de
su presencia.
Deja que su nombre llene tu corazón en
ese momento y recuerda su lugar concreto en ese
misterio que estás rezando: durante su nacimiento en el pesebre de Belén,
presentándose en el Templo, celebrando la Última Cena junto con los apóstoles o
en el Calvario cargando la Cruz y así te encontrarás con Cristo de un modo que
tal vez no habías pensado antes.
Imágenes
El Santo Rosario puede rezarse en
cualquier sitio donde uno se encuentra, pero usar un icono o una imagen para
tener una representación
visual del misterio o incluso dentro de la misma iglesia
donde se puede ver la Cruz, puede ayudarnos a adentrarnos con mayor conciencia
en la oración sobre todo para los más pequeños que les puede resultar más
difícil enfocarse.
Las fotos y los colores pueden ayudar.
Se puede usar un pequeño altar donde uno tenga alguna estatua o imágenes de
Jesús, María y los santos o también encender una vela al momento de hacer la
oración sabiendo que será algo especial. Los niños siempre reconocen que
encender o apagar una vela es importante y nos invita a vivir un momento
sagrado.
Intenciones al rezar el rosario
El Santo Rosario como toda oración es un acto de amor e incluye
todo nuestro corazón y lo que hay en él. Nuestros sueños más
profundos, aquellas personas que sabemos
que están pasando por una necesidad o gente querida que son
una parte importante de nuestra vida, necesitan de nuestro cariño. Y con la oración,
podemos traerlos en ese momento.
Comenzar la oración compartiendo intenciones de agradecimiento o peticiones
especiales, nos abre el corazón y nos puede ayudar a
predisponernos mejor. No solo queremos encontrarnos con Jesús, sino también que
todos nuestros proyectos y las personas que amamos puedan recibir la gracia de
su presencia. Se pueden hacer en silencio, pero también como familia tenerlas preparadas,
escribirlas y ponerlas frente a un pequeño altar.
Cecilia Zinicola
Fuente: Aleteia





