Madrid recupera hoy martes la ofrenda floral a su patrona y la tradicional procesión
El cardenal Osoro en Telemadrid. Foto: Rodrigo Pinedo |
Madrid se prepara ya para vivir
una de sus fiestas grandes, la de su patrona, Santa María la Real de la
Almudena. Con este motivo, el arzobispo de Madrid, cardenal Carlos
Osoro, ha sido entrevistado este lunes, 8 de noviembre, en el
programa Buenos Días de Telemadrid, donde ha destacado el papel de
María como Madre. «La Virgen es singular porque alcanza los corazones –ha
asegurado–. En el fondo de nuestro corazón todos necesitamos una Madre». En
este punto, ha recordado su reciente visita a la diócesis de San Agustín, en Florida (Estados
Unidos), donde coronó canónicamente a la Virgen de la Leche y pudo reconocer en
todos ese «atractivo especial» que tiene la Madre.
A otra madre se ha referido
igualmente el arzobispo, de nombre también María, que perdió a su hija en el
atropello del pasado jueves a las puertas del colegio Montealto, y con la que
el cardenal habló esa misma noche. Ese abrazo que le dio a la mujer causante
del accidente en el que acababa de morir su hija «ha sido el gesto más bello,
más impresionante que puede existir» en estos tiempos que vivimos. Es la
reconciliación, ha dicho, el perdón, «el hacer ver que no hay culpa », en unos
momentos de la historia en los que «no nos perdonamos nada». «A mí me hace
descubrir –ha añadido– que la adhesión a Dios y a Jesucristo tiene
consecuencias también en la convivencia humana». Consecuencias, ha incidido, de
paz, «de sentirnos hermanos», «de descubrir que a los otros los construimos
cuando de verdad los abrazamos con todas las consecuencias».
La labor social de la Iglesia
Este 9 de noviembre se recupera
una de las tradiciones más populares y queridas por los madrileños para honrar
a su patrona: la ofrenda floral solidaria, en la que se invita a llevar flores
a la Virgen y alimentos no perecederos, que irán destinados a Cáritas y a la
Comunidad de Sant’Egidio. Precisamente sobre la labor social de la Iglesia ha
hablado también el cardenal Osoro en Telemadrid: con 11 millones de personas en
situación de exclusión en España, ha subrayado que «los pobres siempre están
con nosotros, el tema está en cómo nosotros estamos con los pobres». La Iglesia
«nos anima a estar cerca de ellos», como hace Cáritas, cuya labor en Madrid «es
impresionante». Si Madrid no tuviese la presencia de Cáritas en todas las
parroquias, «sería una ciudad totalmente diferente».
También la Iglesia tiene la
«obligación de acoger siempre y no desentendernos de la migración», ha
subrayado. España ha sido migrante, algo que el arzobispo de Madrid ha vivido
muy de cerca con esa segunda migración a Alemania de la que fue testigo siendo
obispo de Orense. «Mucha gente se había ido», y «qué orgullo tenía uno cuando
sentía que estaban atendidos, acogidos». La Iglesia es «maestra» en acogida con
dignidad; «para los cristianos, son hermanos que vienen». Al hilo de esta
atención pastoral que él siempre ha vivido –«yo me siento pastor»–, ha relatado
cómo siendo obispo de Orense, al salir de un hospital durante una visita
pastoral, conoció a una chica que se le acercó corriendo, «¡padresito!», para
pedirle que la ayudara porque trabajaba en un club de alterne y le habían
retenido el pasaporte. Él, «sin pensarlo, con la sotana», fue allá, entró, se
hizo un «silencio sepulcral», insistió, «me tiraron el pasaporte de la chica»,
y la llevó a una casa de monjas. La joven pudo volver a su país y «ha rehecho
toda su vida». «Un pastor tiene que estar donde la gente necesita».
Este es quizá el rasgo distintivo
del pontificado del Papa Francisco, al que el arzobispo de Madrid se ha
referido como un «Sucesor de Pedro extraordinario». Un hombre, ha puesto de
manifiesto, «que sale al camino real donde están los hombres» y que se quiere
acercar a ellos «en nombre de Jesucristo», diciendo que «la Iglesia es para la
misión, para estar con los hombres, para acercarse a todas las situaciones
donde esté el ser humano». «A veces los cristianos queremos estar en los
cuarteles de invierno», pero el cristiano «tiene que estar donde está el ser
humano». Porque hoy la sociedad «tiene deseos de beber de fuentes que nos
ayuden a vivir las dimensiones más esenciales del ser humano». «Esto lo trae
también la experiencia cristiana –ha concluido–, la fe no es secundaria, la
adhesión a Dios da un horizonte y da una profundidad a la vida que genera
siempre valores de convivencia».
Begoña Aragoneses
Fuente: Alfa y Omega