16 – Noviembre. Miércoles. Santa Isabel de Hungría, religiosa
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Mientras ellos escuchaban todo esto, añadió una parábola, porque él estaba cerca de Jerusalén y pensaban que el reino de Dios iba a manifestarse enseguida.
Dijo, pues: «Un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguirse el título de rey, y volver después. Llamó a diez siervos suyos y les repartió diez minas de oro, diciéndoles: “Negociad mientras vuelvo”. Pero sus conciudadanos lo aborrecían y enviaron tras de él una embajada diciendo: “No queremos que este llegue a reinar sobre nosotros”. Cuando regresó de conseguir el título real, mandó llamar a su presencia a los siervos a quienes había dado el dinero, para enterarse de lo que había ganado cada uno.
Comentario
Jesús se
dirige a Jerusalén y, para algunos, ese propósito indica que el reino de Dios
está cerca. Él quiere persuadirlos de que esa llegada no es inminente y de que
hay que seguir trabajando. Les expone una parábola en la que hay dos empleados
que negocian bien con el dinero que el amo les confía antes de ausentarse, y
éste, a su vuelta, los elogia y les encomienda otras responsabilidades mayores.
Jesús da a entender que, en la coyuntura actual, más que preocuparse de la
mayor o menor cercanía del reino, lo que importa es administrar bien lo que se
ha recibido. Por eso, el que no ha negociado con lo que se le confió es
censurado por el amo, que en adelante prescindirá de él y dará al primero lo
que al otro le había anticipado.
La lección de
la parábola sirve para todos los tiempos, aunque los contemporáneos de Jesús
estuvieran persuadidos de que el fin llegaría enseguida. Se trata de emplear
inteligentemente y sin demora los bienes que se poseen, que son un don de Dios,
y de hacerlos fructificar. El que así obra es digno de elogio y el Señor se
mostrará generoso con él; mientras que al negligente se le retirará en lo
sucesivo la confianza que se había depositado en él.
Se nos han
dado gratuitamente múltiples bienes: vida, salud, trabajo, fe, hermanos, bienes
materiales,… ¿Qué hemos hecho de todo ese caudal recibido? ¿Lo hemos agradecido
de buena gana y lo hemos puesto al servicio de los demás? ¿O nos hemos
preocupado ante todo de lo que Dios nos va a dar y de ser los primeros en
disfrutar de sus beneficios, incluso ya en este mundo?
Fuente:
Dominicos





