El arzobispo de Madrid presidió la Eucaristía en la que participaron miles de fieles, que se acercaron para honrar a la patrona de Madrid
| La Virgen de la Almudena ha vuelto a las calles de Madrid. Foto: Luís Millán |
«Celebrar esta Misa aquí, en esta
explanada, y tener después una procesión en su honor es una alegría. Implica
que hemos dejado atrás lo peor de la pandemia y, además, es una ocasión para
que más madrileños se acerquen a nuestra Madre y descubran a esta mujer tan
excepcional que, con una confianza absoluta, prestó la vida entera para dar
rostro humano a Dios». Así lo ha subrayado este martes, 9 de noviembre, el
cardenal Carlos Osoro, en la fiesta de la patrona de Madrid, la
Virgen de la Almudena, después de que el año pasado, debido a la pandemia, los
cultos se vieran reducidos a una Misa en el interior de la catedral.
En este sentido, el purpurado ha
dedicado parte de su homilía a glosar a María, una «Maestra» que «escucha y
acoge la Palabra de Dios». Ella, ha detallado, vive «la comunión con Dios»,
«vive en la alegría porque Dios nos salva», «vive en la humildad porque sabe
que estamos en manos de Dios» y es consciente de que «Él hace grandes obras a
través de nosotros si ponemos la vida en sus manos». «Santa María nos enseña e
invita a poner a Dios en el centro de nuestra vida y de la historia», ha
abundado, antes de plantear si «¿se puede pensar el presente y el futuro de
nuestra casa común y de nuestro proyecto común sin Dios?» y alertar de que «se
puede creer o no en Dios, pero no es lícito promover que sea retirado de la
historia de los hombres».
Presencia de todas las
administraciones
Atentos a estas palabras, además
del alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida –que ha renovado el Voto
de la Villa–, han estado la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz
Ayuso; la presidenta de la Asamblea de Madrid, Eugenia Carballedo; la delegada
del Gobierno en Madrid, Mercedes González; representantes de todas las
formaciones tanto en el Pleno Municipal como en la cámara autonómica; miembros
del cuerpo diplomático, y militares.
Frente a la tentación «de
aislarse, de juntarse únicamente con los que son parecidos», «de quedarse
paralizados», el arzobispo ha reivindicado ante todos ellos que la Virgen «nos
enseña a salir a los caminos reales por los que transitan los hombres y
llevarles, no sin dificultades ni altibajos, la Buena Noticia». «Cuando uno
tiene un encuentro con el Señor como lo tuvo María, se descubre amado y siente
la necesidad de entregar este amor a otros», ha aseverado.
En situaciones de crisis como la
actual, ha proseguido, esto debe llevar a «arrimar el hombro y abrir el
corazón», lo que «implica acercarnos a nuestros hermanos, escucharlos, compartir
vida con ellos y atender sus necesidades». «Hemos de mirar a nuestras gentes, a
las familias que atraviesan dificultades, a los jóvenes que no encuentran
trabajo, a los ancianos que requieren ternura, a los más pobres que descartamos
y muy a menudo dejamos a un lado del camino…».
Rodrigo Pinedo
Fuente: Alfa y Omega





