Hallemos la “valentía de avergonzarnos”. El papa Francisco contra los populismos y los nacionalismos “ciegos” ante el dolor de los migrantes en el Mediterráneo
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“No escapemos rápidamente de las crudas imágenes de sus pequeños
cuerpos sin vida en las playas”. Además recuerda: “¡Cuántas madres embarazadas
encontraron la muerte rápidamente, estando de viaje, mientras llevaban la vida
en su vientre!”.
Lo
dijo el papa Francisco en su discurso pronunciado durante su visita a los
refugiados en el Centro de Acogida e Identificación de Mitilene (Lesbos), este
domingo 5 de diciembre de 2021. ¡No dejemos que el mare
nostrum se convierta en un desolador mare
mortuum”. Les suplico: ¡detengamos este naufragio
de civilización!
En el momento más emotivo de su 35 viaje apostólico, el papa
Francisco ha visto en los ojos a los niños migrantes forzados acogidos en casas
prefabricadas y ha lanzado un contundente mensaje contra la indiferencia y el
egoísmo de Occidente. “Sobre todo, si queremos recomenzar, miremos el
rostro de los niños. Hallemos la valentía de avergonzarnos ante
ellos, que son inocentes y son el futuro.”
Esta mañana, Francisco llegó a Mitilene (Lesbos), para visitar a
los refugiados huéspedes del Centro de Recepción e
Identificación. A las 9.45 (hora de Roma) el Papa
entró por la puerta este del campamento y se dirigió al lugar donde tuvo lugar
el encuentro con los refugiados, al que asistieron unas 200 personas.
¡Miren a los niños!
Entonces, con sus palabras lanzó un latigazo a las consciencias de
las sociedades del consumo y del bienestar individualista para que despierten y
miren la realidad en los ojos de los niños migrantes forzados y de sus
familias.
Sí porque las miradas de los niños- sostuvo – interpelan nuestras
conciencias y nos preguntan: “¿Qué mundo nos quieren dar?”. No escapemos
rápidamente de las crudas imágenes de sus pequeños cuerpos sin vida en las
playas”.
“El
Mediterráneo, – afirmó – que durante milenios ha unido pueblos diversos y
tierras distantes, se está convirtiendo en un frío cementerio
sin lápidas”.
Esta gran cuenca de agua, cuna de tantas civilizaciones, ahora
parece un espejo de muerte. ¡No dejemos que el mare nostrum se convierta
en un desolador mare mortuum, ni que este lugar de
encuentro se vuelva un escenario de conflictos!
No permitamos que este “mar de los recuerdos” se transforme en el
“mar del olvido”. Les suplico: ¡detengamos este naufragio
de civilización!”, agregó
el Papa, mientras a sus espaldas se observaban refugios blancos provisionales
de la ONU en el borde del mar de la isla, bordeados por cercas de alambre de
púas y ropa colgada de las líneas.
Una visita simbólica al lugar donde se alberga a más de 2.000
refugiados y migrantes procedentes de Afganistán, Oriente Medio y África.
El Papa lamentó esas políticas populistas, irracionales, que
llenan de miedo a los electores europeos, pero que con agendas ocultas luego lucran
con el comercio de armas, ganan poder, negocian beneficios, o hacen prebendas
con los fondos que van destinados a la ayuda humanitaria en lugares en guerra o
en la miseria o usar los flujos migratorios según la conveniencia
política.
Palabras contra la política anticristiana
Un discurso que quedará en la historia: “Es fácil arrastrar a la
opinión pública, fomentando el miedo al otro; ¿por qué, en cambio, con el mismo tono, no
se habla de la explotación de los pobres, o de las guerras olvidadas y a menudo
generosamente financiadas, o de los acuerdos económicos que se hacen a costa de
la gente, o de las maniobras ocultas para traficar armas y hacer que prolifere
su comercio?
Hay que enfrentar las causas remotas, no a las
pobres personas que pagan las consecuencias de ello,
siendo además usadas como propaganda política. Para remover las causas
profundas no se puede sólo resolver las emergencias”, añadió.
“Se
necesitan acciones concertadas.”, sostuvo el Papa delante de
las autoridades griegas y de la Iglesia católica a las que agradeció por lo que
hacen a favor de los migrantes. El Papa estuvo acompañado por la Presidenta de
la República Helénica, Katerina Sakellaropoulou, y
el Ordinario de la Diócesis, Mons. Josif Printezis.
El Papa admite que no hay respuestas fáciles al dolor de los
refugiados, sin embargo, sostuvo que “existe más bien la necesidad” de “superar los
guetos y favorecer una lenta e indispensable integración para acoger las
culturas y las tradiciones de los otros de una manera fraterna y responsable”.
El que les tiene miedo no ve a sus
hijos
Hace cinco años, el Papa recordó su visita a Lesbos junto con el
Patriarca Bartolomé que dijo en esta isla algo que le impactó: “El que les
tiene miedo no los ha mirado a los ojos. El que les tiene
miedo no ha visto sus rostros. El que les tiene miedo no ve a sus hijos. Olvida
que la dignidad y la libertad trascienden el miedo y la división”.
Francisco indicó que se olvida que la migración no es un problema
del Oriente Medio y del África septentrional, de Europa y de Grecia. Es un problema
del mundo.
También habló de la “crisis humanitaria” que concierne a todos.
“La pandemia nos ha afectado globalmente, nos ha hecho sentir a
todos en la misma barca, nos ha hecho experimentar lo que significa tener los
mismos miedos”.
El Obispo de Roma ha insistido por las “vacunaciones a nivel
planetario” y por las iniciativas a favor de la “lucha contra el cambio
climático, y volvió sobre el tema central de su visita a
Lesbos: “todo parece terriblemente opaco en lo que se refiere a las
migraciones”.
Cierres y nacionalismos
El Papa lamentó los cierres y los nacionalismos: “Y, sin embargo,
están en juego personas, vidas humanas. Está en juego el futuro de todos, que
sólo será sereno si está integrado”. “El futuro sólo será próspero si se
reconcilia con los más débiles”.
“Porque cuando se rechaza a los pobres, se rechaza la paz. Cierres y
nacionalismos —nos enseña la historia— llevan a
consecuencias desastrosas”.
“Es
una ilusión pensar que basta con salvaguardarnos a nosotros mismos, defendiéndonos
de los más débiles que llaman a la puerta.
El futuro nos pondrá cada vez más en contacto unos con otros; para
orientarlo hacia el bien no sirven acciones unilaterales, sino políticas más
amplias”.
Testimonio de un refugiado
Tras el canto de apertura y el saludo del obispo, el Papa también
escuchó conmovido y en silencio el testimonio Chrstian Tango Mukaya, Refugiado
de la República Democrática del Congo.
Él llegó a Grecia, a Lesbos, el 28 de noviembre de 2020, con 30
años, padre de familia con 3 niños pequeños. Dos niños están con él en el
Centro, el otro “con su madre no tuvo la oportunidad de reunirse conmigo en
Grecia y no tengo noticias de ellos hasta ahora”.
“Su Santidad, dijo Chrstian, como refugiado, y usted lo sabe mejor
que yo, soy un peregrino, un solicitante de asilo que busca un lugar seguro y
un refugio, por la paz, por la supervivencia de mi familia y la educación de
mis dos hijos, tras la persecución y la amenaza de muerte en mi país de
origen”.
Esta es la historia que se repite; hombres, mujeres, niños que
atraviesan desiertos, caminan kilómetros, arriesgan sus vidas en el
Mediterráneo, presas de traficantes o que terminan en el ‘limbo’ de la
burocracia, detenidos en fronteras hostiles y alambrados espinados.
¡Despierten!
Por ello, el Papa dijo que en este domingo: “ruego a Dios que nos
despierte del olvido de quien sufre, que nos sacuda del individualismo que
excluye, que despierte los corazones sordos a las necesidades del prójimo”.
Y ruego también al hombre, a cada hombre, afirmó: “superemos la
parálisis del miedo, la indiferencia que mata, el cínico desinterés que con
guantes de seda condena a muerte a quienes están en los márgenes”.
“Afrontemos – sostuvo- desde su raíz al pensamiento dominante,
que gira en torno al propio yo, a los propios egoísmos personales y
nacionales, que se convierten en medida y criterio de
todo”.
¡Detengamos este naufragio de
civilización!
El Papa pidió no ofender más a Dios “despreciando
al hombre creado a su imagen, dejándolo a merced de las olas, en la marea de la
indiferencia, a veces justificada incluso en nombre de presuntos
valores cristianos”.
“La fe nos pide compasión y
misericordia”, dijo el Papa al corazón duro de los nacionalismo que usan la
religión para odiar al pobre y el emigrante.
El Papa exhorta a demostrar de ser cristianos dando
“hospitalidad”, recordando que fue mandato de Jesús, especialmente “en la
parábola del Buen Samaritano (cf. Lc 10,29-37) y en las
palabras del capítulo 25 del Evangelio de Mateo (cf. vv. 31-46)”.
“No
es ideología religiosa, son raíces cristianas concretas.
Jesús afirma solemnemente que está allí, en el forastero, en el refugiado, en
el que está desnudo y hambriento; y el programa cristiano es estar donde está
Jesús. Sí, porque el programa cristiano, escribió el Papa Benedicto, «es un
corazón que ve» (Carta enc. Deus caritas est, 31).”
Las embarazas muertas en el Mediterráneo
El Papa ha agradecido al pueblo Griego por su generosidad con los
migrantes, a pesar de las dificultades.
Ahora pidamos a la Virgen María que nos abra los ojos ante los
sufrimientos de los hermanos. Ella se puso en camino rápidamente al encuentro
de su prima Isabel, que estaba encinta.
“¡Cuántas
madres embarazadas encontraron la muerte rápidamente, estando de viaje,
mientras llevaban la vida en su vientre!
Que la Madre de Dios nos ayude a tener una mirada materna, que ve
en los hombres hijos de Dios, hermanas y hermanos que acoger, proteger,
promover e integrar; y a amar con ternura.
Que María Santísima nos enseñe a anteponer la realidad del hombre a
las ideas e ideologías, y a dar pasos ágiles al encuentro del que
sufre”, concluyó.
Ary Waldir Ramos Díaz
Fuente: Aleteia