Una ‘Historia de los Reyes Magos’ de finales del siglo XV nos presenta al demonio interfiriendo para que los Magos no adoraran al Niño Dios
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¿Fueron los Reyes Magos tentados
por el demonio para desanimarles de su propósito de adorar al Niño Dios? Es
imposible saberlo, pues la Biblia, que es la única fuente fidedigna en esta
materia, no lo menciona. Pero la ‘Historia de los Reyes Magos’ que se escribió
en España a finales del siglo XV, en tiempo de los Reyes Católicos, lo da por
hecho y lo cuenta con todo lujo de detalle.
El libro, que se conserva en la
biblioteca de la Universidad de Salamanca, es obra de autor desconocido, aunque
casi con toda seguridad debió ser un judío converso. De hecho, uno de los
argumentos en favor de esta tesis es justamente el episodio de las tentaciones
de los Magos, que él incluye en su relato.
Primero dirigiéndose a Gaspar
Así, la ‘Historia de los Reyes
Magos’ nos muestra a Satanás dirigiéndose en primer lugar a Gaspar.
“Pareciéndole que era un gran sabio filósofo y mágico como él” le plantea la
siguiente duda: el niño al que vais a adorar nació llorando, y es bien sabido
que el llanto no es un rasgo propio de Dios.
Frente a esto, un Gaspar
iluminado por la luz divina, se nos dice que respondió lo siguiente: “Amigo, no
estás tú bien informado de los secretos de Dios”. Y le recuerda a Satanás todos
los episodios de la Biblia en los que se profetizada la llegada de ese niño.
“Todas estas profecías por este niño se dijeron y, si nació llorando, tanto más
muestra la virtud de su majestad, que nos comienza a enseñar lo que por
nosotros, y con nosotros, viene a obrar, que es la santa redención nuestra”. Y
despacha Gaspar a Satanás con cajas destempladas: “Vete con tu malvado y
perverso error, que aquí no ha lugar tu engañoso argumento”.
Luego con Melchor
Fracasado el intento con Gaspar,
lo intenta de nuevo el demonio con el rey Melchor, con quien utiliza otro
razonamiento: “Cómo no alcanza tu entendimiento que la adoración no se debe
hacer salvo a Dios. Pues, a mi ver, claramente parece que éste es nacido; no es
Dios, sino hombre como cualquier otro hombre”.
Inspirado también Melchor por el
Espíritu Santo, responde a Satanás recordándole que la llegada de ese niño
había sido anunciada por el profeta Ezequiel, quien advirtió de que “había de
entrar por la puerta cerrada”. La puerta cerrada, según esta interpretación, es
la Virginidad de María, puerta que sólo Dios puede franquear.
“Todo esto que te he dicho es
para que sepas que este niño es Dios, que obras como éstas todas son de Dios, y
que le ha placido de tomar carne humana queriendo ser concebido Dios y hombre
en una Virgen sin haber en ella ningún corrompimiento de su virginidad”,
responde el rey Melchor, quien incluso cita este verso del Cantar de los Cantares
como alusivo a la Virgen: “Toda eres hermosa, mi amada, y ninguna mancilla hay
en ti”.
El intento con Baltasar
Desesperado por su fracaso con
los dos primeros magos, vuelve a intentarlo Lucifer con el tercer miembro de la
comitiva, el rey Baltasar. El autor de la ‘Historia de los Reyes Magos’ no duda
en ponerse en la cabeza del maligno y le imagina empeñado en conseguir
convencer a, al menos, uno de los tres, para que estorbe al resto e impida el
episodio de la adoración.
Con esta finalidad, toma la forma
de una mujer hechicera, con dotes de adivinación, y le dice al rey Baltasar:
“Si piensas que hay en ese niño naturaleza divina, no lo creas, que no anda
Dios por los rincones encerrándose en mujeres. Quien los cielos y tierra y los
mares y los aires tiene llenos de su grandeza, ¿cómo se encerraría en el
vientre de una moza?”.
Pero tampoco en esta ocasión
tiene éxito. “Vete, malvado demonio, destrucción de las almas, enemigo de toda
virtud, vergüenza de toda bondad. ¿Y tú piensas que no te conozco? Tu eres
Satanás, maldito desesperado, dañado con tus mismas obras, que quieres con
falsa forma engañarme. Sábete que Éste a quien yo voy a adorar sé que es Dios
eterno, todopoderoso, creador y gobernador de todas las cosas”. Y le recuerda
de nuevo las profecías que anunciaron que nacería de vientre de mujer.
Las tres dudas que el demonio
plantea a los magos son, al parecer, dudas que se les presentaban a los judíos
que afrontaban el camino de la conversión. Pero también apunta a que la autoría
de la obra puede corresponder a un converso el hecho de que insista tanto en
las fundamentaciones bíblicas, especialmente del Antiguo Testamento, lo que
para un cristiano viejo no era tan necesario.
Que en el tramo final aluda a las
virtudes de la Inquisición parece también propio de quien debe acreditar su
fiabilidad como cristiano nuevo, y ocioso en quien se da por sentado que la
tiene.
Como curiosidad añadida, puede
destacarse que la ‘Historia de los Reyes Magos’ presenta la comitiva de los
Magos en dirección hacia el portal de Belén como “la primera romería de la
historia”.
“Los tres reyes van en romería,
que fue la primera romería que en el mundo se hizo, y su guía va delante de
ellos señalándoles la vía más derecha por la que debían ir”, leemos en el
códice.
Con todo, es especialmente
hermoso el pasaje en el que se describe el encuentro de los Magos de Oriente
con el recién nacido: “Sabiendo ellos que llegaban a Belén, no le quitaban los
ojos a la estrella, por ver donde pararía. Y cuando llegaron al portal donde la
preciosa Virgen estaba, abrazada con su hijo, señaló la estrella el lugar
parándose y estándose quieta. Y como los Reyes vieron que su guía no se movían
de encima de aquella pobre casa vieron cómo se encendía un amor que les quemaba
los corazones (…) descendidos de sus bestias entraron juntamente donde el Rey
del cielo estaba y poniendo los ojos en él, los rayos de resplandor que de su
rostro salían no sólo les demostraron la majestad de su divinidad, sino que les
alumbró las almas y en sus corazones comenzaron a profetizar”.
El códice con la ‘Historia de los
Reyes Magos’ fue encontrado por la investigadora María Teresa Herrera Hernández
y editado hace casi 30 años por la Universidad de Salamanca, con su ortografía
original de castellano antiguo (del que en este texto hemos hecho nuestra
propia adaptación), en una edición que hoy es casi inencontrable. Unos años
después, Teresa Herrera y José Oroz Reta realizaron una nueva edición del
manuscrito en castellano actual pensando en que pudiera leerlo un público más
amplio.
Si sabemos poco de su autor, algo
más podemos contar de la historia del documento y de cómo fue pasando de mano
en mano gracias a la investigación de quien lo encontró.
En las páginas iniciales Herrera
explica que fue regalado al abogado y escritor Cristóbal de Salazar Mardones
por Juan de Idiáquez, un diplomático muy influyente en la España del siglo XVI
(vivió entre 1540 y 1614). Embajador en Génova y Venecia, Idiáquez llegó a ser
presidente del consejo de Órdenes bajo Felipe III.
Años después, el libro caerá en
manos de Lorenzo Ramírez de Prado, poeta del siglo XVII que fue consejero de
Indias en 1626 y al que Lope de Vega cita en su Laurel de Apolo, donde hace una
antología de los mejores versificadores.
Por cauces que se ignoran, el
códice llegó a la biblioteca del Colegio de Cuenca, fundado en Salamanca por
Diego Ramírez de Villaescusa. La biblioteca y sus fondos pasaron a la
Biblioteca Real, propiedad de la corona, y en 1954 fueron devueltos a la
Universidad de Salamanca. En todo momento sus distintos propietarios fueron
conscientes del valor de tan insólito documento.
Vidal Arranz
Fuente: Aleteia





