La gran santa de Calcuta entendió perfectamente el mensaje de Fátima
Alimentándose de la Eucaristía, la oración y la devoción a María, la Madre Teresa hizo del mundo un lugar mejor. |
En Fátima la Virgen María lanzó un claro mensaje que expresó
primero a los tres pastorcitos. En este mensaje salvador para las almas
resaltaba la importancia de rezar el Rosario en reparación por los pecados del
mundo pero también promover
la devoción al Inmaculado Corazón de María.
Al igual que otros muchos católicos, la Madre Teresa, Santa Teresa
de Calcuta, comprendió el poder y la fuerza del Rosario de la que habló la
Virgen en Fátima. Una anécdota sobre lo que significaba para ella ocurrió en un
aeropuerto en el que se encontraba en uno de los numerosos viajes que tuvo que
realizar en vida. Allí, preguntaron a los viajeros si llevaban algún tipo de
arma. Ella cumpliendo con
la petición del agente de seguridad sacó de la mano su arma y la extendió: se
trataba de su Rosario.
«Préstame tu Inmaculado
Corazón»
A través del Inmaculado Corazón de la Virgen María, las almas son
rescatadas, las gracias obtenidas y los planes del diablo interceptados.
Nuestra Santísima Madre les explicó esto a los niños de Fátima: “Habéis visto
el infierno, donde van las almas de los pobres pecadores. Es para salvarlos que Dios quiere
establecer en el mundo una devoción a mi Inmaculado Corazón. Si hacéis
lo que yo os diga, muchas almas se salvarán, y habrá paz’”.
Precisamente, Santa Teresa de Calcuta comprendió también el poder
espiritual y el significado del corazón de María y con confianza infantil
pidió: «María, préstame tu
Inmaculado Corazón».
También pidió a la Virgen que tomara el suyo a cambio: “Guárdame en tu más puro
corazón”. La vida de la Madre Teresa, su capacidad de amar sin medida,
fue un regalo al mundo hecho posible a través del Inmaculado Corazón de María.
Esta santa de la caridad puede ser un ejemplo para el hombre de
hoy. Se trata de pedir
esto mismo a la Virgen, aunque pueda parecer demasiado simple o ingenuo. Si
se le pide a nuestra Madre Celestial, ella prestará su corazón para que el que
lo haga pueda llegar a amar a Jesús como se merece. A su vez, cada uno debe
ofrecer su propio corazón y ella lo transformará para convertir a la persona en
«puro de corazón».
La devoción de Jacinta al Inmaculado Corazón le permitió amar,
rezar y ofrecer sacrificios por la salvación de las almas. Esta vidente deseaba
poner ese mismo amor y «fuego», como ella lo llamó, «en el corazón de todos».
Su celo – de hecho su “fuego” – son evidencia de la obra del Espíritu Santo en
su joven corazón. Ella le
dijo a su prima: “¡Amo tanto al Inmaculado Corazón de María! Si
pudiera poner en el corazón de todos el fuego que arde dentro de mi propio
corazón…».
La Virgen María guardaba los asombrosos acontecimientos del plan
de salvación en su corazón: “María
guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón” (Lucas 2,19).
Su papel en el plan de rescate de Dios siempre fue traer a Jesús al mundo.
Desde el principio, nuestra Santísima Madre se ocupó de su misión. “Fue
apresuradamente” y llevó al Salvador, escondido en su vientre a la casa de
Isabel y Zacarías. Todo el plan de salvación involucra el corazón de María a
través de su identidad como Madre del Salvador y Madre de la Iglesia.
Seguir el ejemplo de Madre
Teresa
San Luis de Montfort afirmaba que cuando el Espíritu Santo
encuentra a su santa esposa, María, en un alma, se apresura a entrar en ella en
proporción al lugar que le ha dado. El
Espíritu Santo habitó, y aún lo hace, en el alma de la Madre Teresa, su misión
y su obra, porque allí encontró el corazón de María.
Si uno quiere que el Espíritu Santo more en él, que haga su vida
espiritualmente fecunda y triunfante contra el enemigo. Una ayuda es seguir el ejemplo de
la Madre Teresa y pedir a María que le preste su corazón y tome el suyo
a cambio. Una de las formas más poderosas de lograr esto es a través
consagración mariana.
La consagración mariana significa consagrarse a Jesús por María.
Se trata de acercarse más a Jesús y la forma más fácil, rápida y directa de
llegar allí es a través del corazón de Su Madre. Quienes han hecho esto, en el mejor sentido, nunca han
vuelto a ser los mismos. Dar el corazón a María supone un cambio de
vida.
J.L. /Cari Filii News
Fuente: ReL