| Aciprensa |
Al celebrar la Misa por la Solemnidad de la Epifanía este 6 de enero, el
Papa Francisco alentó a aprender de los Reyes Magos para caminar hacia Jesús
que es “la estrella polar que ilumina los cielos de la vida y orienta los pasos
hacia la alegría verdadera”.
La Eucaristía fue
celebrada en la Basílica de San Pedro con la participación de numerosos fieles
procedentes de diferentes partes del mundo y con la concelebración de diversos
Cardenales, Obispos y sacerdotes.
Como es tradición cada 6
de enero, después de la lectura del Evangelio un diácono anunció la próxima
fiesta de Pascua que será el domingo 17 de abril.
Además, recordó que el miércoles de ceniza será el 2 de marzo, la Ascensión del
Señor el 26 de mayo, Pentecostés el 5 de junio, Corpus Christi el 16 de junio y
el primer domingo de Adviento será el 27 de noviembre.
En su homilía en la que
improvisó en varias ocasiones, el Papa destacó que la peregrinación de los
magos hacia Belén “nos habla también a nosotros:
estamos llamados a caminar hacia Jesús, porque Él es la estrella
polar que ilumina los cielos de la vida y orienta los pasos hacia la alegría
verdadera”.
En esta línea, el Santo
Padre indicó la certeza de que “incluso en las noches más oscuras brilla
una estrella. Es la estrella de Jesús, que viene a hacerse cargo de
nuestra frágil humanidad” por lo que invitó “caminemos a su encuentro. No le
demos a la apatía y a la resignación el poder de clavarnos en la tristeza de
una vida mediocre. Tomemos la inquietud del Espíritu, corazones inquietos”.
“El mundo espera de los
creyentes un impulso renovado hacia el Cielo. Como los magos, alcemos la
cabeza, escuchemos el deseo del corazón, sigamos la estrella que Dios hace
resplandecer sobre nosotros y como buscadores inquietos, permanezcamos abiertos
a las sorpresas de Dios. Hermanos y hermanas soñemos, busquemos, adoremos”,
alentó el Papa.
Luego, el Santo Padre
describió algunas enseñanzas del pasaje bíblico de la adoración a Jesús de
los Reyes Magos.
En primer lugar, el Papa
señaló que “ellos parten cuando aparece la estrella: nos
enseñan que es necesario volver a comenzar cada día, tanto en la
vida como en la fe, porque la fe no es una armadura que nos enyesa, sino un
viaje fascinante, un movimiento continuo e inquieto, siempre en busca de Dios,
siempre con el discernimiento en aquel camino”.
Después, el Santo Padre
recordó que en Jerusalén cuando “los magos preguntan dónde
está el Niño. Nos enseñan que necesitamos interrogantes,
necesitamos escuchar con atención las preguntas del corazón, de la
conciencia; porque es así como Dios habla a menudo, se dirige a nosotros más
con preguntas que con respuestas”.
“Esto debemos aprenderlo
bien, Dios se dirige a nosotros más con preguntas que con respuestas. Pero
dejémonos inquietar también por los interrogantes de los niños, por las
dudas, las esperanzas y los deseos de las personas de nuestro tiempo. El camino
es dejarse interrogar”, afirmó.
Además, el Papa indicó
que a ver el ejemplo de los magos “cuando desafían a
Herodes. Nos enseñan que necesitamos una fe valiente, que no tenga
miedo de desafiar a las lógicas oscuras del poder, y se convierta en semilla
de justicia y de fraternidad en sociedades donde, todavía hoy, tantos Herodes
siembran muerte y masacran a pobres y a inocentes, ante la indiferencia de
muchos”.
También, el Santo Padre
subrayó que el hecho de que “los magos regresan ‘por otro
camino’ nos estimulan a recorrer nuevos caminos. Es la creatividad
del Espíritu, que siempre realiza cosas nuevas”.
Finalmente, el Papa
señaló que al final del viaje de los magos hay un momento crucial cuando llegan
a su destino “caen de rodillas y adoran al Niño” por lo que agregó “recordemos
esto: el camino de la fe solo encuentra impulso y cumplimiento ante la
presencia de Dios. El deseo se renueva solo si recuperamos el gusto de
la adoración. El deseo te conduce a la adoración y la adoración te hace a
renovar el deseo”.
“El deseo de Dios solo
crece estando frente a Él. Porque sólo Jesús sana los deseos. ¿De qué? De la
dictadura de las necesidades. El corazón, en efecto, se enferma cuando los
deseos solo coinciden con las necesidades. Dios, en cambio, eleva los deseos;
los purifica, los sana, curándolos del egoísmo y abriéndonos al amor por Él
y por los hermanos. Por eso no olvidemos la adoración, la oración de la
adoración que no es muy común entre nosotros, adorar en silencio, por esto, no
olvidemos la adoración por favor”, concluyó el Papa.
Por Mercedes de la Torre
Fuente: ACI Prensa





