Cuando empiece a dejar a un lado mis creencias y principios eligiendo lo fácil, no lo bueno, me iré relajando
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En la
vida es difícil permanecer fiel a mis creencias, a mis principios. Tengo mis
normas dentro del corazón. Sé lo que quiero y lo que no quiero.
Tengo claro lo que amo y lo que detesto. He ido construyendo con
el paso de los años mis principios, en los que
creo.
Se los transmito a los míos. Les muestro lo que es importante en
esta vida, al menos aquello en lo que yo creo.
Pero no siempre es tan fácil permanecer fiel a aquello en lo que
creo. No siempre estará bien visto y me juzgarán por ello.
No siempre seré capaz de mantenerme fiel a aquello en lo que creo
cuando esa fidelidad me perjudique y haga daño.
La realidad cuestiona
Podría enumerar mis principios. Quisiera que fueran una roca sobre
la que construir mi vida.
Pero en ocasiones me veo transando, contemporizando,
dejando a un lado mi fe para hacer frente a la realidad, tiene tanta fuerza…
Una persona defiende la vida atacando el aborto. Súbitamente su
hija se queda embarazada. Deciden mantenerse fieles a sus principios.
Una persona cree que la vida es un don
que nunca se puede quitar. Hasta que un ser querido se encuentra ante el dilema
de la eutanasia. Opta por la vida.
Una persona no puede quedarse
embarazada. Y no quiere usar cualquier método para tener un hijo. Un hijo
siempre es un don, algo gratuito.
Elecciones difíciles
Puede pasar que mis principios sean válidos sólo hasta que la
realidad me confronte y tenga que elegir.
Entonces ¿elijo lo que me conviene o aquello en lo
que realmente creo? ¿Opto por lo que es más fácil?
La elección difícil implica mucho
sacrificio. ¿Seré fuerte?
Ser fiel a mis creencias, a mis principios, no parece tan fácil.
El mundo en el que vivo me cuestiona.
Y siento que podría renunciar a algunos de esos principios y
seguir siendo feliz. ¿Es eso lo que quiero?
Es difícil ser fiel…
No es tan sencillo ser fiel a mí mismo y fiel a aquello que Dios
ha sembrado en mi corazón. Fiel a mi fe en un mundo que me cuestiona, donde me
siento atacado a menudo.
¿Estoy dispuesto a poner la honestidad como
principio en mi vida?
Puede surgir una oportunidad no muy
ética, pero que me conviene. ¿Qué hago?
No quiero ser como el resto, pero me asemejo demasiado. Tengo las
mismas tentaciones,
me resulta igual de agradable el bien que se me ofrece.
Sólo tengo que dar un paso, dejar a un lado algunos de mis
principios. Me conviene.
La lección de David en la Biblia
Como al rey David. La Biblia relata que podía librarse de su
enemigo Saúl, de ese rey que quería matarlo. Y así el mismo ser coronado como
rey sin más dilación.
¿Es eso lo que David quería? Le conviene, pero no lo elige. Opta
por la honestidad, por la verdad, por lo que es
justo. Aunque algunos me tienten como a David sus amigos:
«Abisay dijo a David: – Dios te
pone el enemigo en la mano. Voy a clavarlo en tierra de una lanzada; no hará
falta repetir el golpe. Pero David replicó: – ¡No lo mates!, que no se puede
atentar impunemente contra el ungido del Señor».
Lo que pasa cuando cedo
Me tientan con el camino fácil. ¿Por qué son
tan importantes mis creencias, mis principios?
Creo que cuando empiece a dejar a un lado mis
creencias y principios eligiendo lo fácil, no lo bueno, me iré relajando.
Me importará cada vez menos dar nuevos pasos. Iré poco a poco
dejándome llevar por la comodidad, por lo fácil.
Elegiré lo que me conviene, no lo que es justo. Haré lo que me
beneficia, aunque perjudique a otros.
Mis principios dejarán de ser los que manden. Ya no elegiré yo, elegirán otros
por mí y me iré haciendo inmune al bien, a la misericordia, a la justicia,
a la honestidad.
Ya no tendré principios sólidos sobre los que asentar mi vida. No
seré una personalidad recia como decía el padre José Kentenich:
«Nuestros
jefes han de ser hombres de ideas firmes. Una forma puede cambiar, ser en el
presente de una manera y en el futuro de otra. Si ya no hay hombres que puedan
distinguir entre forma e idea, cuando las formas se disuelvan se acabará por
abandonar fácilmente todo».
J. Kentenich, Kentenich Reader Tomo II
Hay cosas que no deben cambiar
Las formas son el cauce de la idea. Podrán cambiar las formas,
pero la idea se mantiene firme dentro del alma.
El principio fundamenta mi vida. La creencia
les da estabilidad a mis aguas. ¿Cómo es de sólida mi fe? ¿Cómo son de
sólidos mis principios?
Quiero ser fiel a aquello en lo
que creo. Las circunstancias podrán cambiar. Cambiaré también
yo con el paso de los años.
Pero no quiero perder mi pasión por aquello en lo que creo. No quiero
olvidarme lo fundamental.
No quiero dejar de creer en aquello que me ha permitido ser de una
determinada manera.
Aunque esa fidelidad me perjudique, deje de ganar lo que yo deseo,
o tenga que quedarme solo o ser incomprendido.
No dejarme llevar por la masa es más difícil
que seguir el camino que todos señalan como bueno.
¿Cómo ha cimentado Dios dentro de mí esas creencias y principios
que me constituyen?
Es Él el que me ha hecho de esta
manera y ha sembrado dentro de mí ese anhelo de santidad y de seguir siempre
sus pasos.
Carlos Padilla Esteban
Fuente: Aleteia





