El árbol del conocimiento del bien y del mal es uno de los dos árboles específicos mencionados en el Génesis. ¿O hay solamente uno?
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Decir que la Biblia es un desafío de libro es correcto e
incorrecto al mismo tiempo. Es verdad que la Escritura no siempre
es fácil de leer. Requiere una atención reflexiva, una considerable cantidad de
paciencia, humildad intelectual, cierto conocimiento previo de los contextos en
que se escribieron estos textos y un espíritu aventurero dispuesto a lidiar con
abundantes rarezas inesperadas. Por ejemplo, la del árbol del conocimiento del bien
y del mal. ¿O quizás es el árbol de la vida? ¿O es ambos?
Pero la Biblia no es un único libro. Es
una compilación de varios libros separados, la mayoría (si no todos) compuestos
a partir de fuentes entrelazadas diferentes, a veces incluso enfrentadas. Es
también el subproducto de la labor concienzuda y minuciosa de generaciones y
generaciones de escritores, compiladores, traductores y editores. Es, en
definitiva, una cuidadosa recopilación de textos escritos, editados y
codificados a lo largo de milenios.
Sin duda, todas estas Biblias están íntimamente relacionadas entre
sí y, a menudo, se solapan. Sin embargo, no son iguales en el fondo. Esa es una
de las razones por las que los estudiosos de la Biblia, a lo largo de los
siglos, no han llegado a un acuerdo en relación a una pregunta que, en
apariencia, podría parecer bastante sencilla: ¿cuántos árboles había en el
centro del Jardín del Edén?
¿Árboles de qué?
El árbol
del conocimiento del bien y del mal, según coincide la mayoría de
investigadores, es uno de dos árboles muy concretos en la historia del Jardín del Edén en el
Génesis, según se cuenta en los capítulos 2 y 3, y el otro
sería el árbol
de la vida. Sin embargo, eruditos como Mark Makowiecki han argumentado
que el árbol del
conocimiento del bien y del mal es tan solo otro nombre para el árbol de la
vida.
En su artículo, “Untangled Branches: The
Edenic Tree(s) and the Multivocal WAW” (que en español se traduciría como
“ramas desenredadas: el árbol o los árboles edénicos y el WAW multivocal”)
Makowiecki sostiene que, aunque pueda parecer evidente (por el texto mismo) que
los árboles edénicos son dos, la combinación de Eva de estos árboles
durante su discusión con la serpiente ha conducido a algunos a defender que los
árboles podrían ser, en realidad, uno con dos nombres.
Makowiecki, por supuesto, no es el primero en señalar esta
tensión: desde el principio de los tiempos (intento de chiste genesiaco), los
críticos han intentado solventar esta situación. Sin embargo, la perspectiva de
Makowiecki es tan original como perspicaz.
Echemos un ojo a Génesis 2,7-9:
Entonces el Señor Dios modeló al hombre del polvo del suelo e
insufló en su nariz aliento de vida; y el hombre se convirtió en ser vivo.
Luego el Señor Dios plantó un jardín en Edén, hacia Oriente, y colocó en él al
hombre que había modelado. El Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de
árboles hermosos para la vista y buenos para comer; además, el árbol de la vida
en mitad del jardín, y el árbol del conocimiento del bien y el mal.
Makowiecki señala que la regularidad con la que se repite “y” (waw, en el hebreo original) funciona como un recurso literario que
condiciona al lector a interpretar el waw final (“y el árbol del conocimiento del bien y
del mal”) como otro y más.Es decir, el lector
supone que la historia se refiere a dos árboles distintos: el árbol de la vida
y el árbol del conocimiento del bien y del mal.
Esta asunción se refuerza a lo largo del texto, cuando encontramos
a Dios mismo distinguiendo un árbol de otro en Génesis 3,22, donde se
lee:
Y el Señor Dios dijo: “He aquí que el hombre se ha hecho como uno
de nosotros en el conocimiento del bien y el mal; no vaya ahora a alargar su
mano y tome también del
árbol de la vida, coma de él y viva para siempre”.
Sin embargo, ambos árboles parecen fundirse en uno en
Génesis 3,2-3:
Y dijo a la mujer: “¿Conque Dios os ha dicho que no comáis de
ningún árbol del jardín?”. La mujer contestó a la serpiente: “Podemos comer los
frutos de los árboles del jardín; pero del fruto del árbol que está en mitad
del jardín nos ha dicho Dios: ‘No comáis de él ni lo toquéis, de lo contrario
moriréis’”.
No “y”, sino “es decir”
Makowiecki explica que, en este punto, el lector ha
dado por sentado que el árbol “en medio del jardín” es el árbol de la vida y que el árbol prohibido bajo pena de muerte
es el árbol del conocimiento del bien y del mal. La
declaración de Eva (que comer de la fruta que está en medio del jardín
provocaría la muerte) distorsiona esta asunción, ya que, de repente, parece
estar fundiendo
ambos árboles en uno: “…del fruto del árbol que está en
mitad del jardín nos ha dicho Dios: ‘No comáis de él ni lo toquéis, de lo
contrario moriréis’”.
Dado que el narrador no ofrece ninguna aclaración sobre este
punto, queda en manos del lector darle sentido por su cuenta. La salida que
presenta Makowiecki para esta confusión es tan sugerente como fiel al texto:
existe otro significado (digamos, uno “oculto”) en el penúltimo waw (“y”) en Génesis 2,9. Se trata de un waw
explicativum,
un “y explicativo”. De hecho, el waw hebreo
“puede funcionar de forma explicativa, por lo que podría interpretarse no como
‘y’ sino como ‘es decir’”. Si tenemos esto en cuenta, el texto podría
leerse como:
El Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles hermosos
para la vista y buenos para comer; además, el árbol de la vida en mitad del
jardín, es
decir, el árbol del conocimiento del bien y el mal.
Cuando los pasajes 2,9; 2,16-17, y 3,2-3 del Génesis se leen bajo
esta perspectiva, los tres pasajes coinciden de repente. Cuando el árbol del
conocimiento del bien y del mal se considera otro nombre más
para el
árbol de la vida, el lector concluye que los tres pasajes se
refieren a un único y mismo árbol.
Esta interpretación también está en línea con otra lectura posible
del nombre del árbol del bien y del mal en el original. Mientras que
el hebreo “tov wa-ra”se traduce literalmente como “bien y mal”,
la frase también se ha interpretado como un ejemplo de un tipo de figura
retórica muy específica en la Biblia conocida como merismo.
En pocas palabras, un merismo, en la Biblia, es una figura
retórica que une dos extremos opuestos para crear un significado general. La
frase “bien y mal” haría referencia simplemente, en este caso, a “todo”, como
en “todo en la vida”, “la vida misma”, “el mundo entero”.
Daniel Esparza
Fuente: Aleteia