El famoso teólogo español José Antonio Fortea reflexionó recientemente sobre la importancia que ha tenido la sinodalidad en el camino de la Iglesia Católica, y analizó sus desafíos
| P. José Antonio Fortea. Crédito: Captura de video / YouTube oficial |
En un video, el P. Fortea indicó que
“la fe es un don
maravilloso” que debe “ser custodiado”.
“No es algo para que con la fe
seamos creativos o innovadores, la fe es un tesoro que hay que proteger”,
indicó.
En ese sentido, el sacerdote
español resaltó que “está en la misma esencia de la fe cristiana, el que sea
vivida en comunidad”.
“La fe lleva a la vida”, indicó;
y “esa vida es en comunidad, es una fe vivida en comunidad”.
“Desde los primeros tiempos del
cristianismo había pastores, pero cuando los mismos pastores no veían claro
algo, había distintos pareceres. ¿Qué es lo que hacían? Pues muchas veces lo
que hacían era reunirse, orar y dialogar”, recordó.
“Y de la oración en común y el diálogo surgía el que veían claro las cosas”, señaló.
El P. Fortea indicó que en esos
casos “podría haberse aplicado el criterio de autoridad como en un ejército. En
un ejército, el sargento manda sobre los soldados, el capitán sobre el
sargento, el coronel sobre el capitán, el general sobre el coronel. En una
empresa, lo mismo. Este director manda sobre su subordinado, este sobre otro,
así”.
Sin embargo, precisó, “Jesús dijo
que su Reino no iba a ser como los demás reinos”.
“En los reinos lo que existía era
el concepto de opresión, de fuerza: yo tengo la autoridad, yo mando, tú te
sometes”.
Esto no es así en la Iglesia
Católica, precisó, pues “no se les llama reyes o capitanes, se les llama pastores”.
El P. Fortea explicó que en la
Iglesia existe “una autoridad que, al proceder de Cristo, es sagrada, no
meramente humana”.
Sin embargo, precisó, “al mismo
tiempo Jesús quiere que escuchemos, que nos escuchemos los unos a los otros”.
“La autoridad de los pastores en
la Iglesia Católica, en las iglesias apostólicas, que hay una sucesión
apostólica, es un don, un don de Dios”, indicó.
“Hay pastores porque Dios lo ha
querido. Tienen esa autoridad porque Cristo lo ha entregado a los
apóstoles y los apóstoles a los obispos”, continuó.
El sacerdote español advirtió que
“la autoridad, y esto es importante a la hora de entender un sínodo, no es algo
delegado por los fieles”.
“El poder de un presidente de una
nación es que ha recibido un poder del pueblo”, indicó, mientras que “en la
Iglesia, la autoridad procede de Cristo. Es una autoridad sagrada”.
“La autoridad de un presidente es
natural, se le da y se le puede quitar”, continuó, precisando que “en las
figuras de los presbíteros,
los obispos, es distinto. Configura la persona. Le acompañará para toda la
vida. Y él está al servicio del pueblo, pero su autoridad no depende de una
delegación del pueblo”.
“Escuchémonos todos. Pero es
verdad que hay una autoridad y esa misma autoridad puede decir ‘no, no
podemos imponer una cuestión solo porque hemos sacado un voto más’”, subrayó.
El P. Fortea señaló que “esto no
es una apisonadora: ya tengo un voto, ya se hace lo que quiere este grupo.
Consigo un voto más (y) ya hago lo que quiero. No, hay cosas que requieren un
cierto consenso”.
“Escuchemos los unos a los otros,
pero la primera cuestión que hay que plantearse: ¿Todo es discutible en un
sínodo?”, dijo.
“El sínodo aclara la fe, pero no
establece nuevas verdades de fe. Es decir, todo nuevo artículo de fe que se
proclame en el futuro de la historia de la Iglesia será una aclaración de lo
que ya creemos”, explicó.
El P. Fortea señaló que
“los concilios aclaran.
Dios ya ha hablado en su palabra, Jesús ya ha predicado. Lo que se puede hacer
es aclarar, explicar cómo se concreta esto en nuestro tiempo”.
“No puede ser que algo sea una
verdad de fe en el siglo V y ya no lo sea en el siglo XX”, expresó.
El teólogo español también
advirtió sobre “dos extremos” al momento de “organizar un sínodo”.
Por un lado, dijo, está el
desafío de un “encorsetamiento”, en el que el organizador del sínodo “no sea
muy sinodal y todo lo organice de forma que ya antes de empezar esté todo
atado, y bien atado para que salga solo lo que él quiere”.
“Todos queremos lograr la verdad,
pero si yo me aferro a que yo tengo la verdad y no escucho, a lo mejor puedo
imponer mi verdad”, advirtió.
Lejos de ser “una cosa
complicada”, el P. Fortea reiteró que la sinodalidad “se trata de sentarse y
escucharnos”.
“Tan sencillo como eso, pero se
puede hacer mal de cientos de maneras y con un extremo por un lado o un extremo
o por el otro. El encorsetamiento o aquí se discute hasta el dogma de
la Santísima
Trinidad”.
Para el sacerdote español no es
posible “que una cosa sea verdad en Alemania y no lo sea en Francia. Que una
cosa sea pecado grave en Japón y no lo sea en Estados Unidos”.
“Divorciarme de mi mujer, puedo
abandonarla porque me he enamorado de otra, ¿sí o no?
Eso no hay que andarse por las
ramas, sí o no”.
“Por lo tanto, a veces hay un sí
y un no. Por muy flexibles que queramos ser y muy comprensivos, a veces hay un
sí y un no”.
Por ello, señaló, para que
verdaderamente se pueda escuchar al Espíritu Santo en un sínodo o un
concilio, es importante que los que asistan sean “hombres humildes”.
Por David Ramos
Fuente: ACI Prensa





