15 – Febrero. Martes de la VI semana del Tiempo Ordinario
Misioneros digitales católicos MDC |
Evangelio
según san Marcos 8, 14-21
A los discípulos se les olvidó tomar pan y no tenían más que un pan en la barca. Y él les ordenaba diciendo: «Estad atentos, evitad la levadura de los fariseos y de Herodes». Y discutían entre ellos sobre el hecho de que no tenían panes.
Dándose cuenta, les dijo Jesús: «¿Por qué andáis
discutiendo que no tenéis pan? ¿Aún no entendéis ni comprendéis? ¿Tenéis el
corazón embotado? ¿Tenéis ojos y no veis, tenéis oídos y no oís? ¿No
recordáis cuántos cestos de sobras recogisteis cuando repartí cinco panes
entre cinco mil?». Ellos contestaron: «Doce». «¿Y cuántas canastas de
sobras recogisteis cuando repartí siete entre cuatro mil?». Le respondieron:
«Siete». Él les dijo: «¿Y no acabáis de comprender?».
Comentario
Contemplamos
hoy a Jesús todavía con el sinsabor del desencuentro con quienes, para tentarle
y sin fe, le pedían una señal. Por eso, hoy, con la imagen de la levadura,
advierte a sus discípulos de un grave peligro: dejar que se meta en sus
corazones la misma actitud. La levadura tiene la cualidad de hacer fermentar
toda la masa. Es indispensable su uso en algunos alimentos, y, una vez ha
actuado, podríamos decir, no hay vuelta atrás. Precisamente por eso, usada como
imagen, puede tener sentido positivo o negativo. En la parábola de la levadura
que una mujer echa en tres medidas de harina, Jesús quiere expresar la fuerza
transformadora del Reino que Él trae (cf. Mateo 13,33). Pero aquí es expresión
de la falta de fe, de la ceguera de corazón, de la doblez.
La advertencia
de Jesús tiene su motivo, pues sus discípulos están como en otra longitud de
onda, preocupados por su olvido: no han llevado provisiones para la travesía
por el mar de Galilea. ¡Tanto pan que había sobrado en el milagro de la
multiplicación de los panes! Y ahora corren el peligro de quedarse hambrientos.
Están casi obcecados, como si Jesús no estuviese con ellos. Tienen ojos para
verle, pero no lo ven; tienen oídos para oirle pero no lo oyen. (cf. Jeremías,
5,21).
Por eso, su
olvido verdadero y peligroso no es el del pan sino el de no recordar las
acciones de Dios con ellos. “¿No os acordáis...?”, les reprocha paternalmente.
Han de saber que con Jesús a su lado, no deben temer. No hay preocupación que
valga si Jesús está en sus vidas. Pero todavía están faltos de esa visión
sobrenatural: todavía no han recibido el Espíritu Santo. Consuela comprobar la
paciencia de Jesús con sus discípulos. No los ha elegido por sus grandes
cualidades, porque sean hombres irreprochables. Pero sí tienen la sencillez de
escuchar a Jesús, aunque en esta ocasión, para un severo reproche. Por eso, Él
seguirá confiando en ellos para la misión de llevar la buena levadura del Reino
de Dios a todas partes.
Josep
Boira
Fuente: Opus
Dei