8 – Febrero. Martes de la V semana del Tiempo Ordinario
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Evangelio
según san Marcos 7, 1-13
Se reunieron junto a él los fariseos y algunos escribas venidos de Jerusalén; y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. (Pues los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos, restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y al volver de la plaza no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas).
Y los fariseos y los escribas le preguntaron: «¿Por qué no caminan tus discípulos según las tradiciones de los mayores y comen el pan con manos impuras?».
Y añadió: «Anuláis el mandamiento de Dios
por mantener vuestra tradición. Moisés dijo: “Honra a tu padre y a tu
madre” y “el que maldiga a su padre o a su madre es reo de muerte”. Pero
vosotros decís: “Si uno le dice al padre o a la madre: los bienes con que podría
ayudarte son corbán, es decir, ofrenda sagrada”, ya no le permitís hacer
nada por su padre o por su madre; invalidando la palabra de Dios con esa
tradición que os transmitís; y hacéis otras muchas cosas semejantes».
PALABRAS DEL
SANTO PADRE
El Evangelio
de la Liturgia de hoy muestra a algunos escribas y fariseos asombrados por la
actitud de Jesús. Están escandalizados porque sus discípulos comen sin antes
realizar las tradicionales abluciones rituales. Piensan para sus adentros:
“Esta forma de hacer es contraria a la práctica religiosa” (cf. Mc 7, 2-5). […]
También nosotros podríamos preguntarnos: ¿Por qué Jesús y sus discípulos
descuidan estas tradiciones? Al fin y al cabo no son cosas malas, sino buenos
hábitos rituales, simples abluciones antes de comer. ¿Por qué Jesús no le
presta atención? Porque para Él lo más importante es reconducir la fe a su
centro. Este objetivo de llevar de nuevo la fe a su centro lo vemos
continuamente en el Evangelio. Se trata de evitar aquel peligro constante que en
aquel entonces amenzaba a esos escribas y que hoy nos sigue amenazando también
a nosotros: el riesgo de observar minuciosamente las formalidades externas
dejando en un segundo plano el corazón de la fe. (Ángelus 29 de agosto de 2021)
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