El cardenal argentino Eduardo Pironio fue el arquitecto de las Jornadas Mundiales de la Juventud y una figura clave de la Iglesia hispanoamericana
María Constanza Panas, el cardenal Pironio y Juanita Méndez |
El Papa Francisco ha aprobado
este viernes el milagro que hará posible la beatificación de la religiosa
italiana Maria Constanza Panas. Y, con el visto bueno a sus virtudes heroicas,
acerca a los altares al cardenal argentino Eduardo Pironio, figura clave de la
Iglesia latinoamericana del post-concilio y cofundador de las JMJ.
Maria Constanza Panas nace en
Italia en 1896 con el hombre de Ana Pacífica. Desde los 6 a los 14 años está a
cargo de un tío sacerdote, pues sus padres se vieron obligados a emigrar a
Estados Unidos. A los 17 años, empieza a trabajar como maestra. En su diario
espiritual relata su progreso espiritual, que incluyó el hacer voto de no
escribir más que sobre Jesús y para Jesús.
Además del gobierno de las
religiosas, destacó por la caridad con quienes acudían al monasterio, la
maternidad espiritual de sacerdotes y su abundante correspondencia. Por todo
ello se ganó el apodo de la «doctora de la sopa de pan». Pasó sus últimos tres
años de vida postrada en cama por una artritis deformante y un fuerte asma bronquial.
También sufrió flebitis, crisis cardíacas y náuseas. Murió en 1963. El Papa
Francisco reconoció sus virtudes heroicas en 2016.
No quiso llevar escolta
Nacido en Nueve de Julio
(Argentina) en 1920, Eduardo Francisco Pironio fue ordenado sacerdote en 1943,
y en 1964 designado obispo auxiliar de La Plata. Como tal, fue padre conciliar
en la tercera y cuarta sesión del Concilio Vaticano II. Pronto empezó a destacar
en el panorama de la Iglesia hispanoamericana por su propuesta de una teología
fundada en la doctrina social de la Iglesia y la opción preferencial por los
pobres, pero opuesta a las desviaciones de la teología de la liberación.
Fue primero secretario general, y
desde 1972 presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM). En estos
cargos, jugó un papel fundamental en el desarrollo y posterior aplicación de la
II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, celebrada en 1968 en
Medellín. En 1974, san Pablo VI le confió ser relator del Sínodo sobre la
evangelización del mundo moderno, del que saldría la exhortación Evangelii
nuntiandi.
Sus intervenciones sobre
cuestiones sociales hicieron que durante los últimos tiempos del gobierno constitucional
de María Estela Martínez de Perón sufriera amenazas. A pesar de ello, se negó a
llevar escolta. En 1975, el Papa lo llamó para ser primero protoprefecto y
luego prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y
Sociedades de Vida Apostólica. Fue creado cardenal al año siguiente.
Arquitecto de las JMJ
Desde 1984 hasta 1996 estuvo al
frente del Pontificio Consejo para los Laicos. Durante este período fue clave
su contribución a la puesta en marcha y desarrollo de las Jornadas Mundiales de la Juventud, de las que se le
considera cofundador junto a san Juan Pablo II. Acompañó la organización de las
de Buenos Aires (1987), Santiago de Compostela (1989), Czestochowa (1991),
Denver (1993) y Manila (1995).
Tras su muerte en 1998, el Papa
polaco subrayó: «¿Cómo olvidar la gran aportación que dio a las celebraciones
de las Jornadas Mundiales de la Juventud? Quisiera dar gracias públicamente
aquí a este hermano nuestro, que me prestó una gran ayuda en el ejercicio de mi
ministerio petrino».
Según ha afirmado Andrea
Riccardi, fundador de la Comunidad de Sant’Egidio, en su biografía de Wojtyla,
también fue Pironio, junto con el secretario de Estado de la Santa Sede,
Agostino Casaroli, quien favoreció que la Santa Sede denunciara el drama de
«los desaparecidos» durante la dictadura argentina.
Ahora que se han reconocido sus
virtudes heroicas, se estudiará al menos un posible milagro atribuido a su
intercesión: la curación completa e inexplicable de un niño de 15 meses que
sufrió una intoxicación con purpurina.
El Papa Francisco ha autorizado
también que se declare venerables al carmelita descalzo italiano Immacolato
Giuseppe di Gesù (1922-1989); a la religiosa brasileña Benigna Víctima de Jesús
(1907-1981), de las Hermanas Auxiliadoras de Nuestra Señora de la Piedad; y a
la española Juana Méndez Romero.
María Martínez López
Fuente: Alfa y Omega