Batalla o bendición: Un embarazo ectópico, una operación y una despedida llena de esperanza
![]() |
| Nuria y Javier. Gentileza |
Ayer
me confirmaron que tenía un embarazo ectópico. En
la ecografía vimos el botón embrionario junto a la trompa y, aunque no había
latido, allí vimos a nuestra hija. Nuestra pequeña Estrella. Nuestra hija amada
de la misma manera que es amada por Dios desde su concepción.
Ayer no pude entender cómo la ciencia no ha encontrado una
“solución” a estos casos. ¿No podríais coger el embrión y ponerlo en su sitio?
-le preguntaba a la Dra. Mena quien sigue nuestro caso de infertilidad.
Me notificaron lo peor: me iban a operar de urgencia y me daban
como única solución extraer la trompa.
Tampoco podía entender por qué debía pasar por otra pérdida. Hace
un año también me intervinieron con un legrado para limpiar los restos de lo
que había sido un crecimiento fallido de nuestra primera hija, Esperanza.
Aprender a esperar el regalo de
tener un hijo
Somos Núria y Javier y llevamos 6 años casados. En 2018
contactamos con Venancio Carrión de la Asociación Naprotec.
Nos informaron y facilitaron el camino para afrontar nuestros problemas de
fertilidad. Ha sido un proceso largo y nada fácil.
Al principio pensábamos que lo hacíamos por buscar un embarazo
pero nos dimos cuenta que lo importante era restaurar nuestra salud y aprender a
esperar el don de tener un hijo.
La bendición de la vida para mí,
adoptada
En
medio de estas batallas me siento madre. Siento que
he amado como lo hizo mi madre biológica conmigo cuando decidió tenerme y darme
en adopción.
Yo soy adoptada y por ello me siento como una
luz en medio de la oscuridad cuando pienso en todos los bebés no nacidos y que
son privados de vida.
Gracias a Dios, mi madre biológica decidió que no debía privarme
de la vida. Ella fue valiente y mostró gran amor al darme ese don.
Y por este motivo siento que mi dolor forma parte de
esa sanación por la que tienen que pasar todas las madres que pierden a
sus hijos, sea por el motivo que sea.
Por eso pienso que la adopción no es tanto un abandono por parte
de mis padres biológicos sino una bendición por haberme
dado vida y
darme unos padres adoptivos maravillosos.
Preparándonos espiritualmente para
la intervención
Junto con mi marido Javi pasamos la noche antes de la intervención
confiados aunque con mucho dolor.
Rezamos juntos, nos encomendamos a santa Gianna Beretta Molla y
bautizamos a nuestra Estrella.
Y
hoy… Hoy ha sido un día lleno de bendiciones. Tan bendecida y amada que debo
compartir estas líneas con vosotros.
He tenido la gran suerte de recibir la unción de
enfermos y a Jesús Eucaristía, de las manos de un gran amigo
sacerdote, bendito soldado de Cristo.
En cuanto se ha ido, ha entrado la enfermera para decirme que
adelantaban la cirugía y que si lo veía bien me iba ya a quirófano.
Feliz he asentido. “Llevo a Dios en mí”, más en paz no podía estar.
De la mano de la Virgen rezando algún Ave María me
han preparado y he entrado con la certeza de que esta batalla la tenía ganada.
Un pequeño milagro
En cuanto me han despertado y la enfermera me ha preguntado cómo
estaba le he dicho entre alguna lagrimilla: “Me siento tan querida y amada por
todos… gracias”.
Tenía la certeza de que durante la operación Dios Hijo me ha estado
cogiendo de la mano y me decía: no tengas miedo porque yo estoy aquí, te amo.
Después, el doctor me ha comunicado que la operación
ha sido todo un éxito y han podido salvar la trompa.
Y todo está intacto. No hay señales de adherencias ni
endometriosis. Un pequeño milagro de unas manos bendecidas.
Gracias
Además, por la tarde me han explicado que un convento de monjas ha
estado rezando por mí todo el día. Gracias.
Y a tantas personas que han orado y ofrecido sus batallas por mí
durante el día de hoy, gracias. La paz se gana batallando juntos en manos
de Dios.
Soy una afortunada de recibir esta bendición y no quiero que nunca
me olvide de que soy hija Amada por Dios.
Y siento que tengo que decirte lo mismo a ti, lector, seas quien
seas. Eres amado por Dios y, solo con Él y por Él, cualquier batalla se
convierte en una bendición.
Sagrado Corazón de Jesús, en Vos Confío.
Santa María Inmaculada, te quiero.
Nuria Fontdecaba
Fuente: Aleteia






