Aprovechemos las grandes gracias e indulgencias que recibiremos durante esta Semana Santa para ofrecerlas por nuestras hermanas, las Benditas Almas del Purgatorio
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Cuando una persona muere por un
accidente fatal, inesperado o, después de una penosa enfermedad, los amigos y
familiares usan estas consoladoras palabras para brindar alivio: “Ahora descansa en paz”.
Esa frase siempre ha dado vueltas en mi cabeza. Es verdad,
descansa en paz de los sufrimientos terrenales, pero… ¿y si ha ido al
Purgatorio para purificarse de todo vestigio de pecado antes de ir a la
presencia de Dios? ¿No es acaso una obligación moral auxiliarlos?
Algunos, que no son católicos, niegan su existencia. El Catecismo de
la Iglesia nos habla del Purgatorio con claridad:
1030 Los que
mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados,
aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una
purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para
entrar en la alegría del cielo.
1031La Iglesia llama purgatorio a esta purificación final de los
elegidos que es completamente distinta del castigo de los condenados.
Decía con mucho acierto san Josemaría Escrivá: “Ojalá, cuando las nombres, puedas decir: «Mis buenas amigas las
almas del purgatorio…»
Es algo que hago mucho, las llamo mis hermanas, mis amigas. Y rezo
siempre por ellas. No sabemos si en ese estado hay familiares nuestros o almas
abandonadas por las que nadie se preocupa ni eleva una oración…
He visto algunas personas morir con una serenidad maravillosa. Y
sé bien que mis lágrimas no les servirán de nada, mi dolor tampoco, recordarlas
con amor me consolará a mí, pero no a ellas.
¿Qué les sirve? ¿Qué los ayuda?
Lo que verdaderamente necesitan son nuestras oraciones porque no
sabemos si su alma se encuentra en el Purgatorio.
Si tienes alguna duda sobre lo que puedes hacer por esas Almas,
busca en el Catecismo.
“La Iglesia ha honrado la memoria de
los difuntos y ha ofrecido sufragios en su favor, en particular el sacrificio
eucarístico, para que, una vez purificados, puedan llegar a la visión beatífica
de Dios. La Iglesia también recomienda las limosnas, las indulgencias y las
obras de penitencia en favor de los difuntos”.
Puedes ayudarlas ofreciendo Misas, oraciones,
particularmente el rezo del santo Rosario ante Jesús Sacramentado, pidiendo
indulgencias plenarias por ellas, dando limosnas y ofreciendo sacrificios. Ahora lo
sabes.
¡Hay que ayudarlas!
¡Son nuestras hermanas! Forman la Iglesia purgante o sufriente.
Hace poco estuve en un sepelio y le decían a un familiar del que
falleció: “Ya se encuentra en el cielo”. Y yo pensaba, “Debemos consolar,
estamos necesitamos ese abrazo, una voz de aliento en medio del dolor.
Pero, ¿y si no está en el cielo? ¿Lo
estamos privando de las necesarias oraciones pensando que no las necesita?
Llevo días pensando en esto, antes de escribirte estas
palabras.
Cuántas almas olvidadas se encuentran
en estas condiciones, desesperadas porque nadie reza por ellas para ayudarlas a
salir del Purgatorio.
Una persona muy seria, ya mayor, que conozco de muchos años y
nunca le he escuchado decir una mentira, me oyó hablar de este tema. Se me
acercó para hablarme.
“Me gustaría decirte algo que a nadie
he contado”, me dijo con seriedad. “Hace unos días las puertas del
armario en mi casa empezaron a abrirse y a cerrarse estrepitosamente, sin
motivo aparente. Como vivo sola me asusté y pregunté en voz alta: “’Quién está
allí? ¿Qué desea?” Una voz agradable y serena respondió implorando: “Por
favor, una misa, necesitó una misa”.
Aprovechemos las grandes gracias e indulgencias que recibiremos
durante esta Semana Santa para ofrecerlas por nuestras hermanas, las Benditas
Almas del Purgatorio. Necesitan de ti.
Claudio de Castro
Fuente: Aleteia