26 – Abril. Martes. San Isidoro, obispo y doctor de la Iglesia
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Evangelio según san Mateo 5,
13-16
Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo.
No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se
enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el
candelero y que alumbre a todos los de casa. Brille así vuestra luz ante
los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre
que está en los cielos.
Comentario
En el Evangelio de este día Jesús
no nos dice “tenéis que ser” sal o “tenéis que ser” luz. Sino dice “sois” sal y
“sois” luz.
En la medida
en que estamos en el mundo viviendo fuertemente enraizados en Dios, que es
nuestra fuente de Vida y de Ser, somos sal y luz de la tierra. Y esto no es
otra cosa que poder transparentar a nuestro alrededor, en las relaciones que
establecemos con nuestro entorno y en todo lo que hacemos, la luz que brilla en
nuestra interior, la luz que es Dios mismo, la luz que es siempre recibida para
entregarla.
Pero es verdad, que por el camino
se nos van pegando capas y capas que nos hacen vivir cada vez más en la
periferia de nosotros mismos, que van desvirtuando aquello que somos en el
fondo, que impiden el paso de la luz. Y si no hay luz todo se convierte en
oscuridad, confusión y perdemos el norte, perdemos el sentido.
En cada persona la luz brilla con
un tono y color propio; y ese color propio es el que cada uno estamos llamados
a poner. Pero al mismo tiempo necesitamos el color de los otros, su aportación
específica. Nadie tenemos todo, pero todos tenemos algo que poner, que
compartir en este mundo en que todo está interconectado y en esta época en que
más que nunca nos sabemos pertenecientes a una casa común, a un proyecto común
que sólo será posible si sabemos construir un nosotros a partir de la riqueza
de lo diverso.
Hagámonos conscientes de todos
los espacios, situaciones cotidianas, personas que Dios pone ante nosotros.
¿Cuál es nuestra forma específica de ser luz y sal en nuestros entornos? ¿Cómo
colaboramos a disipar oscuridades a nuestro alrededor, a favorecer una vida con
más sabor evangélico? Que en este día cada uno podamos descubrir “nuestra
parte” en el conjunto, nuestra humilde contribución para “cocinar” el día a día
de este Universo, del que somos una minúscula partícula, pero tan importante
para Dios.
Fuente: Dominicos






