Enfadado con Dios, Sergio empezó a rezar al demonio: cuando paró, fue a por él y su familia
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| Antes de su conversión, el mexicano Sergio Carranza acostumbraba a tratar con el demonio y pedirle favores a cambio de renunciar a Dios |
Conversaciones con el demonio, espíritus que se aparecían en la
noche o grandes sumas de dinero a cambio de macabras ofertas: son solo algunos
de los episodios que rodearon la vida de Sergio Carranza Martínez desde que, al
morir de su padre, desterró
a Dios de su vida e instauró el culto satánico.
Asustado por su familia, quiso volver atrás, pero el demonio comenzó a cobrar
su deuda. Sergio solo
tenía una forma de salvar a su familia.
Para el mexicano Sergio Carranza, todo comenzó con un trágico accidente que se llevó la
vida de su padre. "Para mí era todo lo que necesitaba y le cogí mucho rencor a Dios:
Él lo tenía todo, ángeles, arcángeles… ¿Por qué tenía que quitarme todo lo que
yo tenía?", planteó al canal del misionero católico Jorge
López.
Carranza, que nunca llevó una vida de fe más allá de ir a misa los
domingos, culpó a Dios de su situación y comenzó a involucrarse en el satanismo.
"En la madrugada, en lugar de rezar y confiar a Dios mis problemas lo hacía con el
enemigo y de igual manera que podemos ver la acción diaria de Dios en
nuestras vidas, también sucede cuando clamamos al demonio", explica.
Un trato con el demonio:
dinero por sangre
No eran raras las ocasiones en que muebles de su cuarto se movían sin explicación.
Recuerda especialmente una ocasión en que, acuciado por necesidades económicas
"le decía al demonio que no quería estar del lado de Dios" por
haberse "llevado" a su padre. En su lugar, pidió ayuda al demonio para solventar sus problemas.
"Al día siguiente apareció una persona ofreciéndome más
dinero de lo que necesitaba, pero a cambio de que le quitara la vida a otro hombre",
menciona.
En la entrevista, Carranza destaca que Dios siempre le ha
permitido pensar y discernir antes de actuar. Por ello declinó las propuestas
que podían suponer daño para terceros como asesinatos o drogas, pero se entregó
en muchas otras, convencido de que "las batallas espirituales son aún más fuertes que una adicción".
"Esa rebeldía y rencor que tenía hacia Dios me llevaron a
hacer cosas similares, me sentía a gusto con que alguien me escuchase y
recibiendo una respuesta", menciona refiriéndose a la oración que dirigía
al demonio.
Rezaba a Satanás, y le
respondía
Para Carranza, el culto a la muerte, los amuletos "curados” -poseedores
de ciertas energías-, las oraciones y las consagraciones al demonio o las invitaciones a sectas formaban parte de
las conversaciones de su día a día, si bien matiza que nunca formó parte de
ninguna agrupación.
Con ello, el mexicano no quería profesar un culto concreto o
difundir el satanismo, simplemente sentirse "pleno" o escuchado ante
la pérdida de su padre. "Solo encontraba una persona que me escuchaba -el
demonio- y no veía como algo malo el trato directo que tenía, pensaba que solo hablaba y él respondía, pero
no hacía ningún sacrificio o ritual", menciona.
Pese a que su participación en el satanismo siempre fue
"privada", explica que, por ejemplo en lo económico, sus necesidades fueron escuchadas. Sin
embargo, el vacío por la pérdida de su padre nunca desapareció: "Se
camuflaba con otras cosas pero nunca fui feliz. El demonio te satisface algunas
necesidades, pero nunca te
dejas de sentir vacío o con problemas".
Consciente de que iba hundiéndose "cada vez más" y que
sus dificultades se agravaban, decidió "caminar solo", sin Dios, pero también sin Satanás.
Agresiones, presencias y
miedo
"No pude. Cuando le negué la entrada al demonio en mi vida, empezaron los ataques",
recuerda. El primero fue contra Carranza: "Me encontraba personas en la
calle que nunca había visto y me atacaban como si me conocieran, una persona
disfrazada de payaso me miraba siempre fijamente y también me agredía".
Los ataques se prolongaron en el tiempo, y el mexicano ya conocía
la sensación que acompañaba a la presencia diabólica. "Cuando vives una
vida espiritual al lado del demonio lo entiendes. Había una persona de negro que en la
madrugada siempre estaba al pie de mi cama, mirándome".
"Sé quién eres, a qué vienes y qué quieres, pero no me interesa estar contigo",
le dijo a la presencia.
Aquella noche fue la última vez que Carranza vio aquella figura,
pero permaneció entre su familia: "Mi hija mayor no podía dormir durante las noches, le
pregunté y me dijo: `Una persona de negro se pone en mi cama, cuando abro los
ojos lo veo y cuando los cierro siento que pega su cara a la mía y me
asusta´".
Entre aquellos ataques espirituales que reclamaban su deuda,
recibía continuas invitaciones para realizar cultos a la muerte, participar en sectas, acercarse a brujos e
incluso consagrarse como servidor del demonio.
Pidió ayuda a Dios... y
llegaron los milagros
"¿Qué hago? Es mi familia, pero contra el demonio no puedo
hacer nada físicamente. Necesito
ayuda", pensó.
En esta ocasión, la respuesta tampoco tardó en llegar: "Una
persona me invitó a un
retiro espiritual en el que se hacían oraciones de liberación, sanación y rompimiento de
cadenas, por las que el demonio quede alejado sin ningún poder sobre ti o tu
familia".
En ese momento, Sergio supo que aquello "era lo que necesitaba" y pese a no
tener dinero para pagarlo, sabía que tenía que ir.
"Siempre he sabido que existes pero no he querido estar
contigo. Si quieres que lo
esté, ayúdame a pagar ese retiro, porque no tengo dinero". Como si de
pequeños milagros se tratasen, el dinero necesario apareció sin explicación.
"El llamado que me hizo [en el retiro] fue muy especial y de
una forma muy sencilla me
llenó mucho más que todo lo malo que pudiese haber hecho, incluso que
las conversaciones con el demonio", recuerda.
Servidor de Cristo y de su
familia
Un llamado que no solo fue especial por devolverle a la fe, sino
por ayudarle a formalizar su familia. "Le decía a mi pareja que no me
quería casar con ella porque no tenía nada que ofrecerle. Pero cuando llegó ese
llamado de Dios le dije: `¿Sabes qué? Ahora si tengo algo que ofrecerte, y sé lo que debo hacer para que
seáis felices: quiero casarme´".
"Supe que el Señor es más fuerte, el que nos puede dar todo
sin sacrificar mi vida, mis hijos o dañar a mi esposa, y sin tener que matar a
una persona, Él me lo
ofreció todo. Así empecé mi vida con Dios", concluye. Hoy, pasados los
años, sirve junto a su familia en la parroquia y en la comunidad carismática
Sermón de la Montaña, que le auxilió.






