Los escritos y el testimonio de vida de San Pablo Apóstol son una gran fuente de riqueza para la Iglesia Católica que pueden ayudarnos a avanzar en el camino de santidad
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| Pintura de San Pablo Apóstol de Jan Lievens (1607-1674). Crédito: Dominio Publico. |
En un artículo de National
Catholic Register, el P. Jhon Cush, sacerdote de la Diócesis de Brooklyn
(Estados Unidos), ofreció tres lecciones de vida de San Pablo Apóstol, que
pueden ser de gran utilidad para los católicos de hoy.
El P. Cush recordó que Saulo de
Tarso, que después de convertirse se llamó Pablo, “es un hombre
fascinante” que nos enseña tres lecciones importantes: “Primero, que está bien
ser humano. Segundo, que a veces en la vida, es necesario que te derriben del
caballo. Y tercero, que tienes que aprender a darle una oportunidad a la
persona”.
1. Está bien ser humano
El P. Cush recordó que “Saulo no
era un ángel”, pues en el Libro de los Hechos de los Apóstoles de la Biblia se
registra que el santo era un perseguidor de cristianos que solía estar
“respirando amenazas de muerte” contra los primeros discípulos del Señor.
Saulo “era celoso de la fe judía,
o al menos de su rama, y, según él mismo admitió, era el principal perseguidor
de los cristianos”. De hecho “fue él quien incitó al martirio de Esteban el
protodiácono”, indicó.
No obstante, el sacerdote destacó
que pese a su posterior conversión al cristianismo, e incluso cuando se
convierte en uno de los Apóstoles del Señor, San Pablo todavía sigue siendo “un
poco tosco”, “brusco” y hasta “mordaz”. Por ejemplo, en una de sus cartas él
escribió: “¡Gálatas insensatos!”.
El P. Cush dijo que una de las
cosas más interesantes de San Pablo es que a veces era una persona tan difícil
que sus compañeros se apartaban de él.
“Muchos estudiosos de las
Escrituras creen que esto se debe a la intensidad, la ferocidad del espíritu de
San Pablo”, dijo el sacerdote. Por ello, Timoteo, Tito, Silas, Juan, Marcos y
Bernabé no podían trabajar con él a diario, pero lo “amaban y respetaban”.
Para el sacerdote, el siguiente
adagio: “No siempre tenemos que pensar igual, pero sí tenemos que pensar juntos”
representa lo que el santo pensaba.
San Pablo “podría haberlos vuelto
locos, pero estoy seguro de que sus amigos sabían que él era absolutamente
brillante, absolutamente motivado y absolutamente enamorado de Cristo”,
agregó.
“Pablo sabe quién es y lo que
debe hacer. Permite que la gracia de Cristo obre en su vasija de barro y, aun
con todas las espinas en su carne, es capaz de consagrar su vida al Señor”.
2. A veces es necesario que te
derriben del caballo
El P. Cush señaló que si bien el
libro de los Hechos de los Apóstoles “no dice explícitamente que Pablo se cayó
del caballo” y que esa imagen procede “más de la famosa pintura de Caravaggio
que de cualquier otra cosa”, el verdadero crecimiento de un cristiano “solo
puede provenir de una verdadera lucha”.
Al respecto, el sacerdote recordó
las palabras de Santa Teresa de Calcuta, fundadora de la Congregación de las
Misioneras de la Caridad, quien compartió la clave para formar un buen
sacerdote.
“Parafraseando, ella dijo:
‘Tienes que romperle el corazón’. Y eso es verdad El corazón del sacerdote, y
de hecho, el corazón de todos nosotros, necesita ser roto, y el único que puede
curar el corazón es el Sagrado Corazón”, dijo el P. Cush.
“Una vez que nosotros, en nuestra
humildad, reconozcamos que es el Señor y solo el Señor quien puede sanarnos,
entonces y solo entonces puede comenzar la verdadera sanación”, agregó.
3. Hay que dar una segunda
oportunidad
El P. Cush también recordó que
cuando San Pablo se convirtió, la comunidad cristiana tuvo que darle al santo
una nueva oportunidad, pese a la reputación que tenía como perseguidor de
cristianos.
“Imagina ser la comunidad
cristiana que tuvo que traer a Pablo a sus hogares. Imagina su miedo. Imagina
su desconfianza. Imagínate su disgusto por este hombre que ya había hecho tanto
daño a la Iglesia”, dijo.
Sin embargo, el pueblo cristiano
“confía en él” y es así que “por medio de Pablo, la Palabra de Dios, Jesús, el
Señor, se dio a conocer a los gentiles”, agregó.
En ese sentido, sostuvo que “en
nuestras vidas tenemos que confiar en las personas y dar esa segunda
oportunidad, dentro de lo razonable, a nuestros hermanos y hermanas que nos han
lastimado, para aprender a perdonar, si no a olvidar”.
“Que nosotros, que ya estamos
convertidos a Cristo, nos convirtamos más plenamente a la verdad de Cristo
crucificado en todo lo que hacemos y decimos”, concluyó.
Por Cynthia
Pérez
Fuente: ACI Prensa






