En el momento de nuestra incorporación a la Iglesia, en el día del bautismo, pasamos a ser parte del grupo más numeroso de los que forman este Pueblo de Dios
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Ecclesia |
La Iglesia continúa
su proyecto #HazMemoria. Durante doce semanas se está trayendo a
nuestra memoria lo que es la vida de la Iglesia en los más variados ámbitos de
su trabajo diario: desde el anuncio del Evangelio a la actividad socio
sanitaria, desde la acogida a los enfermos a la catequesis de niños y jóvenes, desde
la celebración de la eucaristía a la compañía a presos o mujeres abandonadas.
Esta semana
la CEE quiere
hacer visible el trabajo de los laicos en la Iglesia, una labor fundamental que
muchas veces cae en el olvido.
La elección de Dios que se confirma después con el don del
Espíritu Santo
En el momento
de nuestra incorporación a la Iglesia, en el día del bautismo, pasamos a
ser parte del grupo más numeroso de los que forman este Pueblo de Dios. Somos
fieles laicos con una consagración única, la recibida en el bautismo. Esta
elección de Dios, confirmada después con el don del Espíritu Santo, se
mantiene en el tiempo y es fuerza y señal del compromiso que adquirimos para
participar, como laicos, en la misión de la Iglesia.
El lugar en que se realiza la consagración de los laicos es el mundo. El mandato del Señor en el Génesis: “Moveos por la tierra y dominadla” (Gn 9,7) es llamada a la presencia de los laicos en todas las circunstancias de la vida para colaborar en la organización del común: en las instituciones públicas, políticas o económicas, en las organizaciones sociales, vecinales, profesionales, culturales o deportivas.
La crisis
económica, social y sanitaria exige un compromiso activo
Trabajar, como
dice el Concilio buscando “el Reino de Dios tratando las realidades temporales
y ordenándolas según Dios” (Lg 31). Pero ese dominio al que nos llama la Biblia
es un dominio desde el servicio, como enseña Jesús: “Quien quiera ser el
primero, que sea el último de todos y el servidor de todos” (Mc 9,35).
Es muy grande
la diversidad de situaciones y circunstancias que hoy existen en el
mundo, sometidas además a una constante evolución. La crisis
económica, social y sanitaria exige un compromiso activo, los problemas
derivados de la guerra y de los conflictos en tantos lugares del mundo precisan
también respuestas rápidas y globales.
Los cristianos en este tiempo tenemos una misión que realizar desde el compromiso y la entrega generosa de sus capacidades, de su tiempo y de sus habilidades para construir el Reino de Dios. Necesitamos para ello una vida de gracia, cercana al Espíritu que sostiene, una comunidad de referencia, una familia que acoja y sostenga en los momentos de dificultades y una implicación personal en el mundo con criterio de servicio, colaboración y escucha mutua.
Ser parte
activa, consciente y responsable de la misión de la Iglesia en el tiempo
presente
Los fieles
laicos miramos al mundo cara a cara con sus valores y problemas, sus
inquietudes y esperanzas, sus conquistas y derrotas: un mundo cuyas situaciones
económicas, sociales, políticas y culturales presentan problemas y dificultades
graves. Es nuestro lugar y nuestro tiempo para la caridad política, la que
implica a todos los bautizados a proponer un ordenamiento del común basado en
la doctrina social de la Iglesia que pueda dar respuesta cristiana a las
situaciones planteadas.
Los fieles
laicos estamos llamados a acoger el llamamiento de Cristo a trabajar en el
Reino, a ser parte activa, consciente y responsable de la misión de la Iglesia
en el tiempo presente y hasta el final de la historia.
Fuente: Ecclesia
30 mayo 2022