Cuestionarse siempre “cómo es posible comunicar hoy las verdades de la fe, teniendo en cuenta los cambios lingüísticos, sociales y culturales”
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Fue una de las indicaciones del Papa
a los formadores del Seminario Arzobispal de Milán, recibidos en audiencia el
17 de junio. Ni la Iglesia ni el mundo necesitan una teología de ‘escritorio’,
dijo, sino una reflexión capaz de acompañar los procesos culturales y sociales,
especialmente las transiciones difíciles.
La tarea a la que está llamada
hoy una escuela de teología fue la premisa a partir de la cual desarrolló su
discurso el Papa Francisco al recibir a los formadores del Seminario Arzobispal
de Milán en el 150 aniversario de la revista La Scuola Cattolica. El discurso
fue entregado por el Santo Padre a los participantes, que decidió hablar con
ellos espontáneamente. Tres los puntos considerados: la teología como servicio
a la fe, como formadora en humanidad y proximidad y la teología al servicio de
la evangelización.
La teología es un servicio a la fe viva de la Iglesia
Para el Santo Padre, la comunidad
“necesita el trabajo de quienes intentan interpretar la fe” de quienes saben
hacerla “comprensible” y “exponerla con nuevas palabras”: se trata de un
trabajo que hay que hacer "una y otra vez, en cada generación",
motivo por el cual el lenguaje teológico “debe ser siempre vivo, dinámico, no
puede dejar de evolucionar y debe procurar hacerse entender”.
Constando que “a veces los
sermones o catequesis que escuchamos están hechos en gran parte de moralismos”,
no suficientemente “teológicos”, vale decir, que son “poco capaces de hablarnos
de Dios y de responder a las preguntas de sentido que acompañan la vida de las
personas”, Francisco invitó a los teólogos a cuestionarse siempre “cómo es
posible comunicar hoy las verdades de la fe, teniendo en cuenta los cambios
lingüísticos, sociales y culturales”, y a utilizar de manera “competente” los
medios de comunicación, “sin diluir, debilitar o ‘virtualizar’ nunca el
contenido a transmitir”. Cuando hablemos o escribamos, - fue la indicación del
Papa - tengamos siempre presente el vínculo entre la fe y la vida, y estemos
atentos a no caer en la autorreferencialidad.
"Expertos en humanidad y
proximidad"
¿Por qué esta afirmación? Porque
para Francisco “la renovación y el futuro de las vocaciones sólo es posible si
hay sacerdotes, diáconos, consagrados y laicos bien formados”. Afirmando que
las manos del Señor, que moldean estos "vasijas de barro", actúan a
través del cuidado paciente de formadores y acompañantes, el Papa instó a los
formadores a tener una actitud abierta que permita al educador “encontrarse”
con “toda” la personalidad del llamado. Por eso “la sexualidad, la afectividad
y la relacionalidad son dimensiones de la persona que deben ser consideradas y
comprendidas, tanto por la Iglesia como por la ciencia, también en relación con
los desafíos y los cambios socioculturales”.
Cuando se discierne si una
persona puede o no emprender un camino vocacional, - explicó - es necesario
escrutarla y evaluarla de manera integral: considerar su manera de vivir sus
afectos, relaciones, espacios, roles, responsabilidades, así como sus
fragilidades, miedos y desequilibrios. “Todo el camino – indicó - debe activar
procesos dirigidos a formar sacerdotes y consagrados maduros, expertos en
humanidad y proximidad, y no funcionarios de lo sagrado”.
La teología al servicio de la
evangelización
En el último punto el Santo Padre
reitera que la evangelización “nunca es proselitismo, sino atracción por
Cristo”, y que “todos los hombres tienen derecho a recibir el
Evangelio y los cristianos tienen el deber de anunciarlo sin excluir
a nadie”. En este camino, por lo tanto, no se puede evitar, tal como dice el
Obispo de Roma, "el diálogo con el mundo, con las culturas y las
religiones”.
Por eso "el hábito" del
teólogo – aseguró Francisco – es el del hombre espiritual, humilde de corazón,
abierto a la infinita novedad del Espíritu y cercano a las heridas de la
humanidad pobre, descartada y sufriente. La plenitud de la verdad, a la que
conduce el Espíritu, - recordó - no es tal si no está encarnada.
El Papa Francisco concluyó el
discurso afirmando que “ni la Iglesia ni el mundo necesitan una teología de
‘escritorio’, sino una reflexión capaz de acompañar los procesos culturales y
sociales, especialmente las transiciones difíciles, haciéndose cargo también de
los conflictos”. Y advirtiendo que debemos cuidarnos "de una teología que
se agota en la disputa académica o que mira a la humanidad desde un castillo de
vidrio”.
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