Una hermosa estatua de la reina que cambió el devenir del mundo, en el corazón de los Estados Unidos
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| Shutterstock | Bill Perry |
Miles
de turistas se acercan cada año a Washington para visitar sus monumentos más
emblemáticos. Memoriales y estatuas erigidas en honor a personalidades como
Abraham Lincoln o a los soldados caídos en las guerras de Corea o Vietnam. En
la explanada del Capitolio, todos contemplan a un lado y otro del obelisco a
Washington la monumentalidad de estas obras. A pocos pasos de allí y a escasos
metros de la Casa Blanca, una figura de bronce honra la figura de Isabel I,
reina de Castilla, cuyo papel en el devenir de la humanidad fue clave en la era
moderna.
Pocos en los Estados Unidos conocen realmente la figura de Isabel
la Católica dentro de la historia del descubrimiento de América. La figura
principal de aquellos hechos es Cristóbal Colón y, dado su supuesto origen
italiano, muchos identifican el inicio del descubrimiento como una hazaña
italiana. Pero la verdadera historia esconde el carácter visionario de una reina
que, a diferencia del resto de monarcas reinantes en su tiempo a los que se
dirigió el navegante, no le cerró las puertas. Isabel, entonces en plena
campaña contra el reino nazarí de Granada, escuchó las palabras de Colón y
apoyó su proyecto de navegar hacia el oeste en busca de las Indias, proyecto
que se formalizaría en las Capitulaciones de Santa Fe, firmadas el 17 de abril
de 1492.
Para
rememorar el papel de la reina, fue un joven hispanista estadounidense, John
Paul Paine, quien tuvo la idea, a mediados del siglo XX, de erigir una estatua
suya en la rotonda del Capitolio de Washington. Apasionado de la historia de España
en general y de la figura de la Reina Católica en particular, Paine veía con
tristeza cómo su figura estaba prácticamente ausente de los planes de estudios
en su país, donde era una desconocida.
El periodista Andrés Travesi, escribía en el diario ABC el 14 de
diciembre 1963 acerca de John Paul Paine, al que conocía personalmente y había
seguido de cerca todos los pasos de su proyecto: “Todavía hace unos pocos
[años] – y algunos sectores se muestran irreductibles – la hazaña de Colón era
considerada exclusivamente obra de Italia. Así se enseñaba, incluso en las
escuelas. Quizás por razones políticas, la fiesta del 12 de octubre – el
‘Columbus Day’ – tiene, tenía, un marcado sello italiano. Paine se propuso
españolizar la gesta colombina y rendir a la Reina que la hizo posible el
homenaje que el nuevo mundo le debe en justicia.”
Paine explicó a Travesi que su campaña, aunque lenta, iba tomando
forma, y daba sus frutos. Poco a poco, destacadas personalidades de la cultura
y la política, empezaron a apoyarlo. “El presidente Eisenhower – había relatado
Paine – habla de la Reina española como de una campeona de las libertades de
los pueblos, como lo demuestran las humanitarias leyes dictadas para gobernar a
los indios”.
El empeño de Paine dio sus frutos. En 1966, España, a través del
Instituto de Cultura Hispánica de Madrid, donaba a los Estados Unidos una
estatua obra del artista José Luis Sánchez. La pieza de bronce, de más de dos
metros y medio de altura, muestra a la soberana tomando en sus manos una granada
sobre la que se posa una paloma. En el pedestal, una inscripción la recuerda
como “Isabel, Reina de Castilla, de Aragón, de las Islas y tierra firme del mar
océano”. Los visitantes a la sede de la Organización de los Estados Americanos
contemplan su belleza en la escalinata de la entrada al edicificio donde cada
12 de octubre, con motivo del día de la Hispanidad, se depositan coronas de
flores. Personalidades del mundo hispano han realizado este homenaje, entre
ellos, los reyes de España, Juan Carlos I y Sofía, quienes en su viaje de
estado en 1991, no se olvidaron de una de las reinas más importantes de nuestra
historia.
En 1967, muchas ciudades de los Estados Unidos proclamaban el día
22 de abril, fecha del nacimiento de la reina, el “Día de la Reina Isabel”.
La estatua de José Luis Sánchez aún continúa en pie, a pesar de la
polémica desatada en los últimos tiempos acerca del revisionismo histórico de
la época del descubrimiento. Otras representaciones de la Reina Isabel en
América no han tenido tanta suerte. La hermosa estatua en la que Isabel
escuchaba atentamente las explicaciones de Colón ante una bola del mundo que
durante años presidió el rotonda central del Capitolio de California fue
retirada en 2020. Realizada por un escultor norteamericano, Larkin Goldsmith
Meade, el conjunto escultórico titulado La última petición de Colón a Isabel,
llevaba en el capitolio de California desde 1883. En 2021 sufrió la misma
suerte la estatua de Isabel erigida por motivo de las celebraciones del IV
Centenario del Descubrimiento de América en la avenida que lleva al aeropuerto
de El Dorado, en Bogotá.
Muestras estas de desprecio a la figura de una reina que desde el
primer momento, tal y como relatan algunos testimonios de la época, no tuvo
intención alguna de maltratar ni aniquilar a los pueblos con los que los
navegantes se encontraron. Así lo testificaba Bartolomé de las Casas: “La
Reina, que haya santa gloria, tenía grandísimo cuidado e admirable celo a la
salvación y prosperidad de aquellas gentes, como sabemos los que vimos y
palpamos con nuestros ojos y manos los ejemplos de esto.”
La propia reina en un Codicilo a su Testamento decía: “No
consientan ni den lugar que los indios, vecinos y moradores de las dichas
Indias y Tierra Firme, ganadas y por ganar, reciban agravio alguno en sus
personas ni bienes, más manden que sean bien y justamente tratados, y si en
algún agravio han recibido, lo remedien y provean por manera que no se exceda
en cosa alguna lo que por las letras apostólicas de la dicha concesión nos es
impuesto y mandado.”
Sandra
Ferrer
Fuente:
Aleteia






