6 – Julio. Miércoles de la XIV semana del Tiempo Ordinario
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Evangelio según san Mateo 10, 1-7
Llamó a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y toda dolencia.
Estos son los nombres de los doce apóstoles: el primero, Simón, llamado Pedro, y Andrés, su hermano; Santiago, el de Zebedeo, y Juan, su hermano; Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo el publicano; Santiago el de Alfeo, y Tadeo; Simón el de Caná, y Judas Iscariote, el que lo entregó.
A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones: «No vayáis
a tierra de paganos ni entréis en las ciudades de Samaría, sino id a las
ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que ha llegado el reino de
los cielos.
Comentario
Vemos hoy a Jesús eligiendo a
varios de sus discípulos, otorgándoles poderes especiales y transmitiéndoles
instrucciones precisas para anunciar la llegada del Reino de los Cielos.
Jesús no se espera a la hora de
la resurrección y del envío del Espíritu Santo para confiar ya en la
colaboración activa de sus discípulos. Tal como son y tal como están, reciben
toda clase de dones celestiales que los asemejan al Maestro, para llevar a cabo
la misión de extender el Reino.
Si nos fijamos en la historia, el
Señor siempre ha querido contar con los hombres en sus proyectos de salvación.
No es un Dios avasallador y fulminante, ante cuya acción eficaz todos salen
transformados inmediatamente.
Al contrario, Dios cree tanto en
la instauración del Reino de los cielos y en la redención de los corazones
humanos, que “se atreve”, por decirlo así, a contar con ellos para llevarla a
cabo. Que espera nuestra libre respuesta y cooperación para que ese Reino sea
una realidad.
Jesús también cuenta con
nosotros, hoy, ahora, sin esperar a un momento más propicio, en el que nos
sintamos más preparados y mejor dispuestos, cosa que nunca sucederá, porque
nunca seremos dignos embajadores de su mensaje de salvación. Hemos de decir que
sí, ya, ahora, cuando Él pasa y nos lo pide: y sobre nuestra generosidad, ya
sabe Dios formar a un apóstol, eficaz y fiel.
Pablo M. Edo
Fuente: Opus Dei






