Hija de uno de los grandes arquitectos a nivel mundial relata su curioso proceso de conversión
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Elisa Fuksas es hija de uno de los grandes arquitectos de las últimas décadas. |
Elisa Fuksas es una conversa que ha recibido el bautismo
a los 37 años tras un proceso de búsqueda sobre las verdades más profundas del
ser humano. Hija de Massimiliano
Fuksas, uno de los arquitectos más prestigiosos del mundo, esta italiana creció alejada de la Iglesia,
y aunque se graduó en Arquitectura finalmente se convirtió en cineasta y
escritora.
Precisamente, esta inquietud con la fe comenzó a darse en ella
mientras grababa un documental. En una entrevista con
Comunión y Liberación explicaba que durante el rodaje conoció a un
sacerdote un "poco raro". “Mientras le escuchaba me eché a llorar. Tenía miedo. Me
preguntó de qué y le dije: ‘De morir’: Me respondió: ‘Si te bautizas ya no
tendrás miedo’”, señala esta joven italiana.
Aquellas palabras se le quedaron grabadas e incluso buscó en Google acerca del Bautismo. Y precisamente este miedo a la muerte fue lo que le fue
llevando a la conversión, auspiciada igualmente por una enfermedad propia y
otra de una gran amiga suya.
Elisa es autora del libro Ama y haz lo que
quieras, en el que utilizando la conocida cita de San Agustín
relata su proceso de
conversión ya como adulta, el cual explica también en una entrevista con el
semanario Credere.
“La novela Ama y haz lo que quieras cuenta mis dos años de catecúmena y
es una novela de aventuras. Los motivos que me llevaron a esa cita, impensable
hasta hace poco, son muchos, conscientes e inconscientes, comprensibles e
incomprensibles. Lo cierto es que en cierto momento, después de tantos
encuentros perdidos con la religión, busqué un sentido, un antídoto a mi
ignorancia (había rechazado a Dios, sin saber lo que rechazaba) y una
pertenencia cultural y "humana" , pero también una dirección, una
tensión hacia el bien. Y esto tiene que ver con el misterio más que con la religión,
que en cambio vino después. Pero el verdadero motor de mi elección (¿realmente
eliges el Bautismo?) es el miedo al final; Ciertamente no sé porque busqué o
deseé el consuelo de un ‘después’ mejor que ahora, es más, ahora más que nunca
no pospongo nada para mañana. Intento vivir más, con más sentido, todo lo que
llega, lo que pasa, lo que elijo. Y obviamente sigo teniendo miedo de morir,
del final y de la entropía del sentido... pero un poco menos. Y es en ese
"bit", en esa milésima de milésima de milésima de diferencia, donde
está la verdadera conveniencia de mi elección. La religión católica basa su calendario en la Pascua, que
es la victoria de Jesús sobre la muerte, sobre el fin, sobre la nada. No es
casualidad que de todas las religiones sea la que más claro me habló”, comenta
esta joven cineasta.
En todo este proceso de conversión tuvo un papel fundamental un
joven sacerdote, Elia
Carrai, a quien el cardenal Betori le encomendó que acompañara a esta joven
en este proceso de búsqueda.
“Quedamos y nos escribimos. Me recomendó algunos libros. Le conté
lo que me pasaba entonces, que es lo que cuento en mi libro: mi ex que se
instala en mi casa, mi relación con Luca y sus hijos, la enfermedad y la muerte
de mi abuela. Pero también mis torpes intentos en el comedor de los pobres o
cuando descubro las adoraciones nocturnas en las iglesias de Roma. En un
momento dado, Elia me escribe:
‘No solo se trata de tomar decisiones, sino de que tu libertad esté cada vez
más disponible para descubrir y secundar ese designio de bien que hay en tu
vida’. Es lo que intenté hacer”, comentaba en otra entrevista.
En Credere comenta que este
sacerdote le fue guiando a encontrar la “gracia del amor”. “Si participamos de
esa gracia, nuestras acciones serán también mejores y más libres. El amor y la libertad aparecen así
como inseparables”, añade.
En el libro recoge también algo que le dijo este joven sacerdote:
“La religión te puede ayudar pero la verdadera ayuda vendrá cuando ejercites tu
capacidad de elección. Y también la posibilidad de amar. Hasta entonces estarás atrapada en una redundancia vacía y
sin sentido”.
La libertad es algo que tuvo que descubrir pues además creció en
un contexto muy alejado de la Iglesia. “Tuve que despojarme de muchas cosas, llevaba encima muchas cerrazones y
superestructuras”, confiesa.
De ese modo, explica: “Cada uno tiene su historia. Yo tengo la
mía. Y aparte de mí misma, también soy ‘hija de’ una persona que ha realizado
muchas obras. Siempre te acaban asociando y juzgando en virtud de la existencia
de otra persona. La gente cree saber ya quién eres. Pero tú también te vuelves
perezosa y das muchas cosas por descontado. Para mí, el Bautismo fue volver a
empezar una vida desde el principio. Lo cual no significa traicionar mi
procedencia, sino reivindicar una identidad distinta. Por ejemplo, me extrañó encontrar una
joya de libertad en la Iglesia, que es el último lugar donde la habría buscado”.
De hecho, le sorprendió sus conversaciones con este joven. “Me
parecía estar hablando con un joven punk. Le envidiaba un poco. Tenía una libertad que yo no tenía
y no sé si llegaré a tener algún día”, comenta Elisa.
Y añade sobre esta libertad: “Al principio, con el voyerismo
propio del que no sabe nada, me preguntaba si no se habría enamorado nunca,
cómo llevaría el celibato… Preguntas un poco infantiles que le hice igualmente.
Y él me contó una historia de sabor casi medieval: una experiencia de una
potencia que yo no había ni soñado. Había una chica a la que él nunca puso una
mano encima… Decía que, si lo hubiera hecho, lo habría reducido todo a una
posesión. Un amor que,
solo de oírlo, te hacía enamorarte de ese amor. Me conmovió”.
De hecho, asegura medio bromeando que “el verdadero amor libre es
el que propone la Iglesia. Crecí pensando en un tipo de relación donde la
premisa no es libre. Dos personas están juntas y, en el fondo, no quieren nada
una de otra. No aceptan el intercambio. Dios mío, no sé si tendrán hijos por
intercambio… Pero es tan radical vivir, estar aquí en este momento, tener la
capacidad de pensar, escribir, amar… Yo quiero vivir al máximo, hasta el fondo.
Entonces, si te amo, te tomo por entero. Abrazo tus enfermedades, tus miedos,
tus hijos… Te abrazo por entero. Es un terreno delicado y no quiero juzgar a
nadie. Pero yo, por lo que
he vivido, puedo decir que me parece más libre esto que lo que ofrece la
burguesía”.
Su conversión sorprendió a su entorno. “Nunca habría pensado que podría sorprender, turbar, herir,
ofender, hasta decepcionar. Ha sido extraño. A veces incluso
divertido, porque algún amigo me ha preguntado si estaba en crisis, si me había
enterado de algo que me hubiera pasado de pequeña, si había estado ‘en una
comunidad terapéutica’… Yo decía: ‘No, chicos, ha sucedido’”.
J. L.
Fuente: ReL