«Que ninguno se pierda», reflexiones para jóvenes, madres, adoradores...
![]() |
Verónica Berzosa habla a cientos de jóvenes católicos en Barcelona en Betel 22... un libro recoge sus mensajes espirituales recientes |
Que ninguno se pierda es un librito
de 160 páginas que recoge 5 enseñanzas o charlas bastante recientes
impartidas por la Madre Verónica María, fundadora de la religiosas de Iesu Communio. Cada
una de ellas nace pensando en el público al que se dirigió oralmente en su
origen, pero luego crece más allá como un itinerario de oración reflexivo.
Es una lectura espiritual a la vez suave y recia, consoladora pero
exhortativa.
El tema que repite es el deseo de amor
"que no pueda morir" y de inmensidad y bien eterno, es decir, el
deseo de Dios, que empieza ya con la sed de los que sufren aquí en la tierra.
No hace falta leer cada enseñanza de un tirón, pero algunas de ellas son
más ágiles y lo permitirían. De todas formas, pensadas para ser releídas como
lectura meditada, vale la pena acudir a estos textos sin prisas y con espíritu
orante.
Eso no quiere decir que una persona alejada de la
Iglesia no pueda sacar mucho fruto de ellos, eso sí, siempre que tenga un ansia
interior, o al menos una inquietud espiritual. Si es así, resonarán en su alma
muchas de las inquietudes de Madre Verónica, incluyendo las que vivió
en su juventud de fiestas y noches vacías, de jóvenes amodorrados y
ácidos o violentos, cuyo vacío sin Dios la llevaría a la entrega total y
arriesgada a la vida religiosa a los 18 años.
1. Para las madres que lloran
El primer texto del libro se titula, citando a San
Agustín, "No puede perderse el hijo de tantas lágrimas", se
predicó para un apostolado mexicano y se orientaba en un principio a tantas
madres cristianas que sufren por sus hijos alejados. Recuerdan que Santa
Mónica -Madre Verónica nació en el día de Santa Mónica- sufría como por un
parto con cada acción mundana y alejada de Cristo que veía realizar al
joven y disoluto Agustín.
También analiza el encuentro de Cristo con la viuda de
Naim. ¿Acaso no quieren todas las madres la resurrección de su hijo caído en el
pecado? Cristo se acerca, toca el féretro y dice: "Joven, a ti te
lo digo, levántate". Son temas muy "de Iesu Communio",
de animar a levantarse al joven hundido y entregarlo a su madre.
Madre Verónica quiere animar a tantas madres y
recuerda su experiencia con su propia madre terrenal. "Yo antes no
entendía las lágrimas de mi madre, hasta me parecían una exageración. Casi
nunca entendemos en el momento sus palabras, sino más tarde, quizá cuando
rompemos por fin a llorar por el arrepentimiento y el tiempo perdido".
2. Para los que no entienden la adoración
La segunda charla va dirigida a un encuentro nacional
de Adoración Nocturna en 2021. Una persona dijo a Madre Verónica: "¿para
qué sirve eso, qué valor tienen esas horas gastadas cuando hay tantas
necesidades? ¿No te parece un despilfarro de energías? Me parece una forma
de huir de la realidad, aunque os admiro porque parecéis buenas personas".
Madre Verónica señala que es una gran miseria no darse
cuenta de que hay ausencia de Dios. Luego acude a Santa Tereesa Benedicta de la
Cruz, Edith Stein, quien dice: "Tenemos que vivir en la certeza de
la fe, de que lo que el Espíritu de Dios obra escondidamente en nosotros
produce sus frutos para el Reino". Compara la oración con
corrientes de aguas invisibles, subterráneas... pero que dan vida. Al final,
adorar es una necesidad vital de quien ama, dice Madre Verónica.
Y es la mejor intercesión: "yo no puedo
abrazar el mundo entero, pero Dios sí". "Oramos unos por
otros para que ninguno se pierda", añade, en la frase que da título al
libro.
3. Para los que no sienten libertad
La tercera charla la impartió a jóvenes
católicos en Jaén en noviembre de 2021. Empezó de nuevo con Edith
Stein, judía agnóstica y filósofa, convertida de golpe leyendo a Santa Teresa de
Ávila. "El cristianismo me ha liberado de la vida que me había tirado por
tierra, me ha dado la fuerza para retomar, agradecida, la vida de nuevo",
cita.
Verónica comentó el caso de una joven que conoció,
cristiana tibia, que estando muy enferma supo que iba a poder recibir
un corazón trasplantado que le salvaría la vida, la "oportunidad
de vivir en verdad", sin olvidar que es con un corazón
donado. ¿No deberíamos vivir todos así? Porque cada cristiano
tiene el corazón donado por Cristo.
Vivir así implica una sed de libertad, una sed de
verdad y una sed de amor que sólo Dios podrá saciar. Hay que evitar la
idea de "seré feliz más adelante cuando..."
La religiosa anima a vivir con plenitud ya, leyendo en
los ojos de Jesús. Al contrario que el joven rico, que no se atrevió a dejarlo
todo, y quedó triste, el cristiano ha de poder dejar sus cosas con alegría,
mirándole a Él.
4. Para los que tratan de servir con caridad
La siguiente meditación se dirigió a voluntarios
y personal de Cáritas reunidos en la casa natal de San Francisco de Borja en
Gandía en mayo de 2022. Madre Verónica investigó sobre este santo noble y
jesuita y le cautivó una frase suya: "Me ofrecí a Jesús y pedí su amor
sin medida, participando de su inmenso amor".
Pero los voluntarios de Cáritas van a servir a Cristo
trabajando con personas muy heridas. A ellos les dice, citando a Teresa
de Calcuta: "Hay que amar hasta que duela". Recordó también a los
santos en los campos de exterminio, como Maximiliano Kolbe y Edith Stein. Pero a
los que ven a Cristo en el pobre, les plantea, ¿no veis a Cristo en vuestra
propia pobreza?
"Puede suceder que preocupados por la sed de los
otros nos olvidemos de nuestra propia sed", es decir, que haciendo buenas
obras nos olvidemos de Dios, y entonces ya sólo podamos ofrecer aridez y
esterilidad.
Este texto incluye un icono de Rupnik que
analiza, con dos mesas, la de la comunión y la del servicio al
necesitado, lleno de simbolismo.
Y advierte también, ante el dolor y la secularización:
"Podemos sentir miedo de alegrarnos, pero con la pérdida de la alegría
no mejora el mundo. No alegrarse en aras del sufrimiento no ayuda nada
a los que padecen", advierte. "Este mundo nuestro necesita muchos hombres
que descubran la alegría de extender el bien, y así todos recibirán el
ánimo y el empuje suficientes para seguir haciéndolo".
5. Para los tentados de quedarse mirando, sin actuar
La última de las charlas del libro la predicó a
jóvenes católicos de Barcelona en el encuentro Betel22 en mayo. Muchos serían jóvenes atraídos por
Cristo, pero que dudan en dar pasos que comprometan. Madre Verónica empezó
hablando de la famosa foto de la hambruna en Sudán de Kevin Carter que
ganó el Pulitzer: un buitre espera a que muera una niña desnutrida.
Todos preguntaron al fotógrafo si tras la foto
ayudó a la niña. No, dijo él, había muchas más niñas iguales alrededor, no
podía ayudarlas a todas. Hizo la foto y se fue. Más tarde se
arrepintió de no haber hecho algo por al menos esa niña. Y a los 33
años se suicidó, dejando una nota: decía que le atormentaban los horrores
que vio en guerras y hambrunas.
"¿No es esta nuestra sociedad?", plantea
Madre Verónica. Una sociedad que contempla, incluso se escandaliza...
pero no actúa, se distrae con entretenimientos, se llena de vacío, y
al final solo le queda el suicidio.
Más que preguntar "dónde está Dios", ella
cree que es Dios quien dice a cada hombre: "¿dónde estás, qué
haces, por qué no actúas?"
Madre Verónica explica a continuación su vocación
religiosa, cómo Dios la llamó de una vida de ocio vacío, y como usó a
una joven en Francia, una prostituta llamada Veronique, para despertarla. Y así
María José Berzosa se convertiría en Verónica. Es este un texto que
hará que todos sus lectores -no sólo los jóvenes- quieran aprovechar bien la
vida.
Se trata, en fin, de un libro de 160 páginas que se
lee con agrado, con citas de santos muy relevantes en nuestra época,
con cultura sin culteranismos, que pueden leer también personas que se
hacen preguntas espirituales en las periferias de la fe, y cristianos que
quieren meditar más sobre su vivencia. Una buena opción de lectura espiritual.
Pablo J. Ginés
Fuente: ReL