11 - Octubre. Lunes de la XXVIII semana Tiempo Ordinario
![]() |
Misioneros digitales católicos MDC |
Evangelio según san Lucas 11,
29-32
Estaba la gente apiñándose alrededor de él y se puso a decirles:
«Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Pues como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación.
La reina del Sur se
levantará en el juicio contra los hombres de esta generación y hará que los
condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la
sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón. Los hombres
de Nínive se alzarán en el juicio contra esta generación y harán que la
condenen; porque ellos se convirtieron con la proclamación de Jonás, y aquí hay
uno que es más que Jonás.
Comentario
En Jesús todos los hombres hemos
sido hermanados y somos iguales ante Dios
En este pasaje de Lucas, Jesús
recrimina a los que se han agolpado a escucharle la poca fe de su generación.
El Pueblo de Israel se ha balanceado a lo largo de su historia entre la
increencia y la vuelta a la religiosidad, entre el olvido de Dios y la
necesidad de venerarle. Todo ello pese a las múltiples manifestaciones y
pruebas recibidas de la fidelidad de Dios. Y les pone el ejemplo del profeta
Jonás, enviado por Dios a Nínive, un pueblo extranjero, capaz de arrepentirse y
poner su esperanza en el Dios de Israel, sólo por los signos manifestados en el
profeta Jonás. Jesús se postula como el Jonás definitivo, la manifestación
última de Dios para llamar a la fe y la fidelidad decisiva. Él es el hijo del
Hombre, la manifestación de la salvación definitiva de Dios. Una salvación que
llega para todos los hombres. Desde Nínive a la reina del Sur, que vino a
escuchar a Salomón. En Jesús se ha cumplido la promesa de Dios, se ha renovado
la alianza de la nueva creación, y se ha repartido a todos los hombres de todos
los confines del orbe. Con estas palabras del evangelista se nos propone a
Jesús como el camino para acceder a Dios. La bienaventuranza de ser elegidos de
Dios se realiza cumpliendo su voluntad, haciendo del Evangelio la forma de
vida, el estilo de actuar, sentir y vivir conforme al mandato de Jesús. Dios
nos ha amado enviándonos al Señor para que conozcamos a Dios. Y a Dios lo
conocemos cuando nos amamos sin reservas, sin discriminaciones, sin
preferencias. Cuando somos capaces de entregarnos totalmente a los demás, por
encima de nuestras mezquindades. “Deja todo lo que tienes, dalo a los pobres,
ven y sígueme”. Esta máxima que Jesús propone al joven rico es el horizonte de
perfección al que todos estamos llamados. Como Jesús se entregó por nosotros
hasta la muerte en cruz, nosotros, a su imagen y semejanza, estamos llamados a
seguirle e imitarle despojándonos de todo lo innecesario, con alegría y
generosidad.
Jesús nos dice: “Ven y sígueme”.
Seamos valientes.
Fuente: Dominicos