29.10.22

EVANGELIO DEL DÍA

29 – Octubre. Sábado de la XXX semana del Tiempo Ordinario

Misioneros digitales católicos MDC

Evangelio según san Lucas 14, 1. 7-11

Un sábado, entró él en casa de uno de los principales fariseos para comer y ellos lo estaban espiando.

Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les decía una parábola: 

«Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y venga el que os convidó a ti y al otro, y te diga: “Cédele el puesto a este”. Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto. Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: “Amigo, sube más arriba”. Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. 11Porque todo el que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido». 

Comentario

Santa Teresa decía que la humildad es andar en verdad. Es la virtud que nos permite situarnos en la realidad de nosotros mismos, vivir en ella con serenidad y alegría. En la parábola que se nos propone en el Evangelio de hoy, Jesús nos indica cómo hacer para andar en la verdad de nosotros mismos. Nos hace ver que el modo más acertado para llegar a nuestra verdad es considerar nuestra vida desde la perspectiva de Dios.

En la imagen de los invitados al banquete que se lanzan ávidamente al primer lugar podemos ver reflejada la actitud de quien busca un reconocimiento prematuro, un estatus o situación de prestigio, sin pensar si realmente corresponde a la realidad de su condición. Es una actitud que, incluso desde un punto de vista meramente humano, resulta poco elegante. No pocas veces, la misma evolución espontánea de los acontecimientos acaba por revelar lo artificial que era esa posición, metiendo en crisis a la persona que había vivido fuera de su realidad, obligándola entonces a «buscar, lleno de vergüenza, el último lugar» (v. 9).

Pero con esta parábola el Señor no quiere limitarse a denunciar la vanidad, sino que desea sobre todo enseñarnos el camino para llegar a nuestra verdad. Por eso propone que no nos apresuremos a buscar un lugar de relieve o a pretender que se nos trate de una cierta manera. Nos anima a dejar que sea nuestro Padre Dios quien nos diga el «Amigo, sube más arriba» (v. 10), es decir, que nos diga que para Él somos siempre sus amigos y lo único que realmente cuenta es estar a su lado. Nuestra condición de hijos de Dios es la verdad más fundamental, desde la que podemos valorar y construir todo lo demás en nuestras vidas.

«Porque todo el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado» (v 11). Santa María nos enseña a recorrer con gozo este camino que nos propone su Hijo: «ha puesto los ojos en la humildad de su esclava; por eso desde ahora me llamarán bienaventurada todas las generaciones. Porque ha hecho en mí cosas grandes el Todopoderoso» (Lucas 1,48-49).

Rodolfo Valdés

Fuente: Opus Dei


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