3 - Octubre. Lunes de la XXVII semana del Tiempo Ordinario
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Evangelio según san Lucas 10,
25-37
En esto se levantó un maestro de la ley y le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?».
Él le dijo: «¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?».
Él respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza y con toda tu mente. Y a tu prójimo como a ti mismo».
Él le dijo: «Has respondido correctamente. Haz esto y tendrás la vida».
Pero el
maestro de la ley, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «¿Y quién es mi
prójimo?».
Respondió Jesús diciendo: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje llegó adonde estaba él y, al verlo, se compadeció, y acercándose, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y le dijo: “Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré cuando vuelva”. ¿Cuál de estos tres te parece que ha sido prójimo del que cayó en manos de los bandidos?».
Él dijo: «El que practicó la misericordia con él».
Jesús le dijo: «Anda y haz tú
lo mismo».
Comentario
Legalismo o amor
La parábola del buen samaritano,
un paso más en el camino, un paso más en la catequesis. Jesús hablaba del gran
mandamiento: el amor a Dios y al prójimo.
La ley ya contenía esta enseñanza
“Amarás al Señor tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las
fuerzas” y “amarás a tu prójimo como a ti mismo”. El mismo Jesús declaraba que
haciendo eso tendrían vida. La cuestión es saber quién es mi prójimo. El judío
distingue entre prójimo y extraño, es decir, personas que para él no son
prójimo. Jesús lo va a aclarar con una parábola.
Prójimo es cualquier persona que
está al lado de quien necesita ayuda. Prójimo es aquel que se aproxima al
necesitado. En esta parábola lo va a descubrir un escriba. La noción de prójimo
va a romper las fronteras de una raza, de un pueblo, de una religión.
Esta parábola es dura y tuvo que
herir los oídos de los judíos. Los detalles son importantes. En primer lugar,
Jesús habla a judíos y quien actúa bien, como prójimo, es un samaritano. Los
samaritanos eran considerados como excluidos de la sociedad, impuros según la
ley, e inferiores. Por otro lado, el sacerdote y el levita, con su actitud, no
hacen sino cumplir la letra de la ley. No podían tocarlo, pensando que se
trataba de un cadáver. Por eso, dan un rodeo y se alejan.
Aquí se oponen claramente
legalismos y amor y Jesús defiende este último. La enseñanza es clara, no
existen leyes o normas morales o sociales que permitan una desatención al
necesitado. El amor ha de ser la norma suprema de nuestra conducta.
Jesús cambia la primitiva
pregunta del letrado: ¿quién es mi prójimo? Orientándola hacia su verdadero
sentido; ¿Cuál se hizo prójimo del herido? Ya no se puede determinar
jurídicamente quién es el prójimo, como quería el letrado. Ahora depende de
nosotros mismos saber quién es el prójimo.
¿Estamos dispuestos a hacernos
prójimos de quién nos necesita?
Fuente: Dominicos






