La instagramer Mar Dorrio pensó una alternativa para sus hijos. Ahora se divierten formando parte del "equipo de san Miguel" (el ganador, claro)
![]() |
| Mar Dorrio - Aleteia |
Estoy
rodeada de gente maravillosa, gente excepcional con la que aprendo cosas nuevas
todos los días. Familias volcadas en la educación y en el bienestar de sus
hijos. Padres que estos días participan en las fiestas de Halloween, esperando
que sus hijos disfruten como hacían los protagonistas de las series
estadounidenses que tanto habían visto en la pequeña pantalla.
Disfraces, misterio y chuches. No se
podía pedir más. Así que entiendo perfectamente a esos padres
bienintencionados, y a ellos les quiero explicar todo lo que implica esta fiesta
para un católico.
Samhain es un dios celta de la muerte, con cuernos
y patas de cabra, para el cual los druidas realizaban sacrificios humanos.
Voy a citar palabras textuales de un artículo de ABC:
«Ni caramelos,
ni calabazas sonrientes, ni niños felices. Lo que, a día de hoy [sic], llamamos
Halloween, no guarda ninguna relación con la fiesta en la que hunde sus raíces.
Una celebración celta llamada Samhain o Samagín, en la que los druidas rendían culto
al dios de la muerte a través de la barbarie y la crueldad. De hecho, tan
brutal era aquel festejo que, cuando las legiones romanas llegaron a la antigua
Britania, decidieron prohibir una buena parte de sus ritos.
Desde entonces, los retazos de
aquella primitiva fiesta se han ido transformando a lo largo de los siglos.
Tanto que, a día de hoy, existen decenas de versiones sobre lo que ocurría en
el Samagín. Lo que sí está claro es que, en aquella fiesta, los druidas
llevaban a cabo sacrificios humanos con el objetivo de adivinar el futuro.
Algo que no resulta extraño atendiendo a lo que el mismo historiador Cornelio
Tácito señaló en sus escritos: ‘Consultaban a los dioses en las palpitantes
entrañas de los hombres’.»
La santidad gana
Y aquí me tienes, en octubre de 2022: una católica preocupada
porque sus hijos sueñen con el Cielo, y porque su hashtag vital sea #holywins, «la santidad gana»,
en medio de gente maravillosa cuya intención es celebrar la fiesta de Samhain,
la fiesta de ese dios celta al que le gustaban tanto los sacrificios humanos.
¿Qué hacer? Hace unos años, optaba por no ir, ya que no era una
fiesta que nosotros tuviésemos que celebrar, así que escogía la salida
silenciosa de quedarnos en casa.
Sin embargo, este año he optado por algo distinto: mis niños han
ido como «el equipo de San Miguel».
San Miguel es el terror de los demonios
Why not? Las razones
para ello:
1º) Si alguien encaja en el ambiente de esa fiesta con temática
terrorífica es él, «el
terror de los demonios». No hay película de terror que se
precie que no lo nombre o muestre su imagen.
2º)
Conseguir que nuestra tradición cristiana siga viva de una forma empática. Me
explico. La fiesta de Samhain la organizan desde la mesa de normalización
lingüística de los colegios, es decir, es un medio para motivar al uso de la
lengua y la cultura gallega. Animan a sustituir las tradiciones cristianas por
las paganas de origen celta y, de paso, marcar diferencias con el resto de
España. Espero que mis pequeños miembros del equipo de san Miguel, galleguiños
de pura cepa, le saquen una sonrisa a la directora de la mesa de normalización
lingüística de nuestro colegio al verlos disfrazados.
3º) Dar visibilidad a San Miguel. Que
compañeros, profesores del colegio de mis peques o lectores de Aleteia sepan
que, en
caso de una sensación de agobio, o de una tentación muy grande, la mejor ayuda
es este arcángel, san Miguel.
El impactante testimonio de una famosa
Quiero contar una anécdota que tiene María Vallejo-Nágera con
San Miguel.
La autora católica tuvo un grave
accidente a caballo. María, y la yegua que montaba, resbalaron por un
precipicio, con el terrible desenlace de la yegua cayendo encima de María.
La llevaron rápidamente al hospital en helicóptero y, entretanto, a unas
monjitas que estaban rezando por ella se les apareció el arcángel San Miguel.
Le imploraron que cuidase a María. San Miguel respondió que sí:
«¡Cómo no iba a cuidarla si le había puesto en la portada de su libro!»
Milagrosamente, María salió ilesa de ese terrible accidente. Y, efectivamente,
María Vallejo-Nágera había puesto, en la portada de su libro «Entre el cielo y
la tierra'», al arcángel San Miguel.
San Miguel, yo no te he puesto en la portada de mis libros, pero sí quiero ponerte
en la portada de nuestra familia, y que seas la coraza de
mis hijos, en la fiesta de hoy, y todos los días de su vida.
«San Miguel Arcángel,
defiéndenos en la lucha. Sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas
del demonio. Que Dios manifieste sobre él su poder, es nuestra humilde súplica.
Y tú, ¡oh, Príncipe de la Milicia Celestial!, con el poder que Dios te ha
conferido, arroja al infierno a Satanás y a los demás espíritus malignos que
vagan por el mundo tratando de perder a las almas. Amén».
Mar Dorrio
Fuente: Aleteia






