11 – Noviembre. Viernes. San Martín de Tours, obispo
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Evangelio según san Lucas 17, 26-37
Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre: comían, bebían, se casaban los hombres y las mujeres tomaban esposo, hasta el día en que Noé entró en el arca; entonces llegó el diluvio y acabó con todos.
Asimismo, como sucedió en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, sembraban, construían; pero el día que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y acabó con todos. Así sucederá el día que se revele el Hijo del hombre. Aquel día, el que esté en la azotea y tenga sus cosas en casa no baje a recogerlas; igualmente, el que esté en el campo, no vuelva atrás. Acordaos de la mujer de Lot. El que pretenda guardar su vida, la perderá; y el que la pierda, la recobrará. Os digo que aquella noche estarán dos juntos: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán; estarán dos moliendo juntas: a una se la llevarán y a la otra la dejarán». [«Dos estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán».]
Ellos le preguntaron: «¿Dónde, Señor?».
Él
les dijo: «Donde está el cadáver, allí se reunirán los buitres».
Comentario
Jesús anuncia que la venida del Hijo del Hombre supondrá una
conmoción grande en la existencia de la humanidad. Y para que sus oyentes
puedan hacerse una idea de lo que supondrán esos días, les pone el ejemplo de
Noé y de Lot.
Noé fue aquel patriarca que vivió en tiempos de decadencia de la
humanidad, tanto que la Sagrada Escritura dice con palabras duras que el Señor
«se arrepintió de haber hecho al hombre sobre la tierra, y se entristeció en el
corazón» (Gen 6,6), y así sucede el diluvio universal.
Lot fue aquel hombre que también halló gracia ante el Señor y
consiguió salvarse cuando Sodoma y Gomorra sufrieron grandes catástrofes a
causa de sus pecados (cfr. Gen 19,23-29).
En ambos casos, la Sagrada Escritura subraya que incluso en los
momentos más críticos, la misericordia divina se hace presente, dando una nueva
oportunidad a quienes procuran corresponder a sus dones.
Noé y Lot tuvieron que dejar muchas cosas atrás para salvarse de
las catástrofes. Vieron un antes y un después a su alrededor, y tuvieron que
confiar en la mano providente del Señor para mirar adelante, con fe. Noé
construyó el arca mientras nada parecía presagiar el diluvio que venía, Lot
huyó a otra ciudad cuando en su entorno todo parecía estar en orden.
En el Evangelio, Jesús nos sugiere que necesitamos una fe similar
en los momentos de crisis, en las situaciones en las que todo parece
tambalearse a nuestro alrededor. Nos damos cuenta de que tenemos que tomar
decisiones arduas, que probablemente requerirán ciertos sacrificios.
Es el momento de pedir luces al Espíritu Santo, para discernir qué
cosas son realmente importantes y qué cosas, en cambio, debemos dejar atrás. En
esas crisis, descubrimos lo que eran simples seguridades humanas, de las que
podemos prescindir para abrirnos a la novedad que el Señor nos quiere regalar
en nuestra existencia.
«Quien pretenda guardar su vida la perderá; y quien la pierda la
conservará viva» (v. 33). Desprendernos de las cosas que sobran no es dar un
salto en el vacío, sino lanzarse a los brazos fuertes de nuestro Padre Dios,
que quiere lo mejor para nosotros.
Rodolfo Valdés
Fuente: Opus Dei