Lo más sagrado que tiene la Iglesia para sus miembros es la Eucaristía, el sacramento en el que realmente se hace presente Jesucristo bajo la apariencia de pan y vino
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Imagen referencial. Crédito: Shalone Cason / Unsplash |
En esta, la
participación de los fieles sigue una serie de normas y reglas que tal vez no
conoces.
Aunque la pandemia del
COVID-19 introdujo en muchos países algunos protocolos de bioseguridad, como
permitir la Comunión en la mano, y otras regulaciones particulares, hay normas
que no cambian.
En marzo de 2004, la
Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos publicó la
instrucción Redemptionis
Sacramentum, “sobre algunas cosas que se deben observar o evitar
acerca de la Santísima Eucaristía”.
Todas sus normas siguen vigentes y aquí las resumimos:
- La Misa
debe celebrarse en un lugar sagrado, salvo raras excepciones, pero nunca es lícito a
un sacerdote celebrar la Eucaristía en un templo o lugar sagrado de
cualquier religión no cristiana.
- No está
permitido relacionar la celebración de la Misa con acontecimientos
políticos o mundanos, o con otros elementos que no concuerden
plenamente con el Magisterio.
- No se
debe introducir ritos tomados de otras religiones en la Misa.
- Un
laico no puede leer el Evangelio y tampoco puede predicar la homilía. Esta lectura y la reflexión
están reservadas al sacerdote o diácono.
- La
elección de las lecturas bíblicas debe seguir las normas litúrgicas. No está permitido omitir,
sustituirlas ni cambiar las lecturas y el salmo responsorial con otros
textos no bíblicos.
- El pan
a consagrar debe ser ázimo, solamente de trigo y hecho recientemente. No se pueden usar cereales,
sustancias diversas del trigo. Es un abuso grave introducir en su
fabricación frutas, azúcar o miel.
- El vino
debe ser natural, del fruto de la vid, puro y sin corromper, sin mezcla de sustancias
extrañas. En la celebración se le debe mezclar un poco de agua. No se debe
admitir bajo ningún pretexto otras bebidas.
- Las
ofrendas, además del pan y el vino, sí pueden comprender otros dones. Estos últimos se pondrán en
un lugar oportuno, fuera de la mesa eucarística.
- Solo se
pueden utilizar las Plegarias Eucarísticas del Misal Romano o las
aprobadas por la Sede Apostólica. Los sacerdotes no pueden componer sus propias
plegarias eucarísticas, cambiar el texto aprobado por la Iglesia, ni
utilizar otros textos.
- La
Plegaria Eucarística debe ser pronunciada en su totalidad, y solamente por
el sacerdote. No se
puede omitir la mención del Sumo Pontífice y del Obispo diocesano.
- El
sacerdote no puede partir la hostia en el momento de la consagración.
- La paz
debe darse antes de la Comunión. El documento recuerda que “esta práctica no
tiene un sentido de reconciliación ni de perdón de los pecados”. Se
sugiere que el gesto de la paz sea sobrio y se dé sólo a los más
cercanos.
- Se
puede comulgar de rodillas o de pie, según lo establezca la Conferencia de Obispos
de cada país. No es lícito negar la sagrada Comunión a un fiel por el
hecho de querer recibirla de rodillas o de pie.
- Los
fieles tienen siempre derecho a elegir si desean recibir la Comunión en la
boca, pero si
el que va a comulgar quiere recibir el Sacramento en la mano, se le debe
dar la Comunión.
- Sin
embargo, si existe peligro de profanación, el sacerdote no debe
distribuir a los fieles la Comunión en la mano.
- Los
fieles no deben tomar la hostia consagrada ni el cáliz sagrado por sí
mismos, ni
pasarlos entre sí de mano en mano.
- Debe
vigilarse para que no se acerquen a la Comunión, por ignorancia,
los no católicos o, incluso, los no cristianos.
- Nadie
puede llevarse la Sagrada Eucaristía a casa o a otro lugar. Hacerlo es sacrilegio.
- Si se
tiene conciencia de estar en pecado grave, no se debe comulgar sin
acudir antes a la confesión sacramental, a no ser que concurra un
motivo grave y no haya oportunidad de confesarse.
- El
sacerdote no debe proseguir la Misa hasta que haya terminado la Comunión de los fieles.
- Si se
permite a un laico compartir un testimonio, se sugiere que se haga fuera
de la celebración de la Misa. Su sentido no debe confundirse
con la homilía, ni suprimirla.
- Se
alienta la participación de lectores y acólitos que estén
debidamente preparados.
- Se
alienta la presencia de niños o jóvenes monaguillos con una
catequesis adecuada. En este servicio pueden participar niñas o
mujeres.
- Los fieles
tienen el derecho de tener una música sacra adecuada e idónea y que el altar y los
paños sagrados, según las normas, resplandezcan por su dignidad, nobleza y
limpieza.
- Cualquier
católico tiene derecho a exponer una queja por un abuso litúrgico ante el Obispo diocesano
o ante el Vaticano.
Fuente: ACI Prensa