El Papa Francisco continuó con su serie de catequesis sobre el discernimiento este miércoles 7 de diciembre y explicó cómo se puede confirmar una buena decisión
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El Papa Francisco en la Audiencia General. Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa |
“Podemos amar solo en la
libertad, por esto el Señor nos ha creado libres, libres también de decirle no.
Ofrecerle a Él lo que más queremos está en nuestro interés, nos consiente
vivirlo de la mejor manera posible y en la verdad, como un don que nos ha
hecho, como un signo de su bondad gratuita, sabiendo que nuestra vida, así como
la historia entera, está en sus manos benévolas”, dijo el Santo Padre.
A continuación, la catequesis
pronunciada por el Papa Francisco:
Catequesis sobre el
discernimiento 11. La confirmación de la buena decisión
Queridos hermanos y hermanas,
¡buenos días!
En el proceso
del discernimiento, es importante permanecer atentos también a la fase que
sigue inmediatamente a la decisión tomada, para captar los signos que la
confirman o los que la desmienten. Debo tomar una decisión, hago el
discernimiento, pro o contra, sentimientos, rezo… después termina este proceso
y tomo la decisión y después viene esa parte en la que debemos estar atentos,
ver. Porque en la vida hay decisiones que no son buenas y hay signos que la
desmienten, mientras que para las buenas hay signos que la confirman.
Hemos visto de hecho cómo el
tiempo es un criterio fundamental para reconocer la voz de Dios en medio
de otras muchas voces. Solo Él es Señor del tiempo: esto es una marca de
garantía de su originalidad, que lo diferencia de las imitaciones que hablan en
su nombre sin lograrlo. Uno de los signos distintivos del espíritu bueno es el
hecho de que comunica una paz que dura en el tiempo. Si tú haces una
profundización, después tomas la decisión y esto te da una paz que dura en el
tiempo, esto es una buena señal e indica que el camino ha sido bueno. Una paz
que trae armonía, unidad, fervor, celo. Tú sales del proceso de profundización
mejor de cómo has entrado.
Por ejemplo, si tomo la decisión
de dedicar media hora más a la oración, y después me doy cuenta de que vivo
mejor los otros momentos del día, estoy más sereno, menos ansioso, desempeño
con más cuidado y gusto el trabajo, incluso las relaciones con algunas personas
difíciles se vuelven más fáciles…: todos estos son signos importantes que
sostienen la bondad de la decisión tomada. La vida espiritual es circular: la
bondad de una elección es beneficiosa para todos los ámbitos de nuestra vida.
Porque es participación en la creatividad de Dios.
Podemos reconocer algunos
aspectos importantes que ayudan a leer el tiempo sucesivo a la decisión
como posible confirmación de su bondad, porque el tiempo sucesivo
confirma la bondad de la decisión. Estos aspectos importantes ya los hemos
visto, de alguna manera, a lo largo de estas catequesis, pero ahora encuentran
una aplicación ulterior.
Un primer aspecto es si la
decisión es considerada como un posible signo de respuesta al amor y a la
generosidad que el Señor tiene hacia mí. No nace del miedo, no nace de un
chantaje afectivo o de una obligación, sino que nace de la gratitud por el
bien recibido, que mueve el corazón a vivir con liberalidad la relación con el
Señor.
Otro elemento importante es la
conciencia de sentirse en el propio lugar en la vida —esa
tranquilidad: “Estoy en mi lugar”— y sentirse parte de un diseño más grande, al
que se desea ofrecer la propia contribución. En la plaza de San Pedro hay dos
puntos precisos —los focos de la elipse— desde donde se ven las columnas de
Bernini perfectamente alineadas. De forma análoga, el hombre puede reconocer
que ha encontrado lo que está buscando cuando su jornada se vuelve más
ordenada, advierte una creciente integración entre sus múltiples intereses,
establece una correcta jerarquía de importancia y logra vivir todo con
facilidad, afrontando con renovada energía y fuerza de ánimo las dificultades
que se presentan. Estas son las señales de que has tomado una buena decisión.
Otro buen signo, por ejemplo, de
confirmación es el hecho de permanecer libres respecto a lo decidido,
dispuestos a volver a cuestionarlo, también a renunciar frente a posibles
desmentidos, tratando de encontrar en ellos una posible enseñanza del Señor.
Esto no porque Él quiera privarnos de lo que más queremos, sino para vivirlo
con libertad, sin apego. Solo Dios sabe qué es verdaderamente bueno para
nosotros. Ser posesivo es enemigo del bien y mata el afecto, estad atentos a
esto, ser posesivo es enemigo del bien, mata el afecto: los muchos casos de
violencia en ámbito doméstico, de los que lamentablemente tenemos noticias
frecuentes, nacen casi siempre de la pretensión de poseer el afecto del otro,
de la búsqueda de una seguridad absoluta que mata la libertad y sofoca la vida,
haciéndola un infierno.
Podemos amar solo en la libertad,
por esto el Señor nos ha creado libres, libres también de decirle no. Ofrecerle
a Él lo que más queremos está en nuestro interés, nos consiente vivirlo de la
mejor manera posible y en la verdad, como un don que nos ha hecho, como un
signo de su bondad gratuita, sabiendo que nuestra vida, así como la historia
entera, está en sus manos benévolas. Es lo que la Biblia llama el temor de
Dios, es decir, el respeto de Dios, no que Dios me asuste, no, sino un respeto,
una condición indispensable para acoger el don de la Sabiduría (cfr. Sir 1,1-18).
Es el temor que expulsa cualquier otro temor, porque está orientado a Aquel que
es Señor de todas las cosas. Frente a Él nada puede inquietarnos. Es la
experiencia asombrada de san Pablo, que decía así: «Sé andar escaso y sobrado.
Estoy avezado a todo y en todo: a la saciedad y al hambre: a la abundancia y a
la privación. Todo lo puedo en Aquel que me conforta» (Fil 4,12-13). Este
es el hombre libre, que bendice al Señor tanto cuando vienen las cosas buenas
como cuando vienen las cosas no tan buenas: ¡bendecido sea y vamos adelante!
Reconocer esto es fundamental
para una buena decisión, y tranquiliza sobre lo que no podemos controlar o
prever: la salud, el futuro, las personas queridas, nuestros proyectos. Lo que
cuenta es que nuestra confianza esté puesta en el Señor del universo, que nos
ama inmensamente y sabe que podemos construir con Él algo maravilloso, algo
eterno. Las vidas de los santos nos lo muestran de la forma más hermosa.
Vayamos siempre adelante tratando de tomar las decisiones así, en oración y
sintiendo qué sucede en nuestro corazón e ir adelante lentamente, ¡ánimo!
Fuente: ACI Prensa