El obispo auxiliar de Toledo fue elegido la pasada semana por mayoría absoluta como nuevo secretario general de la Conferencia Episcopal Española para los próximos cinco años. En entrevista con Alfa y Omega subraya que su prioridad es la evangelización
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| El nuevo Secretario General de la CEE durante su comparecencia ante los medios. Foto: Efe/Luís Millán |
¿Cómo están siendo los primeros
días como secretario general de la CEE?
Son días de aprendizaje, de escucha, de conocer la estructura de la casa y
también de reflexión personal.
¿Tiene algún modelo que seguir
como secretario general?
En la Iglesia somos una cadena de eslabones. Estamos en este nivel de la
historia porque nos apoyamos en los hombros de generaciones anteriores. En mi
despacho tengo en frente a los diez secretarios que me precedieron. Son modelos
cualificados, cada uno en su contexto histórico y con una problemática
religiosa y sociopolítica distinta.
¿La experiencia en el servicio
diplomático de la Santa Sede es un plus?
Es un acerbo y una experiencia, porque invita a tener esperanza. Las relaciones
internacionales son un trabajo movido por dicha esperanza, pues pocas veces se
cosechan de inmediato los frutos que uno siembra. Estoy agradecido a la
formación teórica y práctica que he recibido en las distintas nunciaturas. Es
una escuela de trabajo exigente, donde se busca profesionalidad y que las cosas
estén bien hechas, no por perfeccionismo, sino por responsabilidad.
El diálogo está en marcha sobre temas concretos y hay otros que son
susceptibles.
Dijo en su primera comparecencia
que el Evangelio no es de izquierdas ni de derechas, y que en él cabe desde la
defensa de la vida del no nacido hasta la de los migrantes. ¿Dónde habría que
poner el foco?
Como dijo san Pablo VI, la Iglesia existe por y para la evangelización. Tenemos
que poner el foco en que los hombres y las mujeres de hoy descubran en su vida
a Jesucristo y su mensaje. Luego podremos hablar de dogmas, de moral, pero sin
ese fundamento no se comprende por qué tenemos que defender la vida, por qué el
matrimonio es la propuesta que la Iglesia hace desde el Evangelio o el modelo
de familia. La evangelización tiene que ser hoy primer anuncio. Ya no estamos
en el nivel de una sociedad cristiana que ha perdido la práctica y que necesita
una catequización, sino de primer anuncio. Eso hacia fuera.
¿Y hacia dentro?
Es muy importante el tema de las pastoral de la familia y el vínculo entre
familia y vida. Y los jóvenes, pues nos jugamos la transmisión de la fe a las
futuras generaciones. También tenemos el reto de la presencia pública de la
Iglesia. Presencia pública no quiere decir que sea un grupo de presión para los
políticos. Tenemos todo el derecho de ciudadanía para estar en la plaza pública
como lo que somos, sin tener que abdicar de nuestra condición de cristianos.
Estamos en la plaza pública y anunciamos el Evangelio.
¿Le preocupa la legislación más
ideológica del Gobierno: ley trans, ley del aborto, ley de familias…?
Claro que es preocupante. No se trata solo de leyes de carácter positivo, que
regulen aspectos que pueden ser secundarios de la vida pública. Se trata de
cuestiones fundamentales, de los modelos de familia y persona. Es un
experimento un poco sociológico, de cambio de sociedad. Cuando se tocan
cuestiones fundamentales es necesario el consenso, y no solo entre partidos
políticos, sino a nivel social. Por ejemplo, no es de recibo que cambiemos cada
cuatro años la ley de educación. Habrá que llegar a un consenso. Estamos
tocando leyes que afectan directamente a la vida, ya sea en su origen o en su
ocaso. ¿No tienen nada que decir los médicos, los psicólogos, las confesiones
religiosas…? La religiosa es una dimensión fundamental de la persona. Se echa
en falta el consenso. Se legisla para una porción de la sociedad y eso no es
bueno.
¿Qué queda por hacer en materia
de abusos?
Se han dado pasos. Por lo que anunciamos, no podemos conformarnos con
resoluciones de carácter judicial o administrativo, tenemos que dar un plus, y
ese plus es la dimensión pastoral de acogida, escucha y acompañamiento a las
víctimas.
Crece el número de personas en
situación de pobreza.
Es un problema social. Es una vergüenza que haya familias que pasen necesidad y
tiremos alimentos. Son un escándalo los sueldos astronómicos en ciertos ámbitos
de la sociedad, y no me refiero al político. Las administraciones tendrían que
revisar ciertas partidas presupuestarias y priorizar. Lo primero es dar de
comer a estas personas y garantizar lo elemental. El trabajo de Cáritas y otras
instituciones eclesiales es un signo de credibilidad de la Iglesia.
Fran Otero
Fuente: Alfa y Omega






