Publica una carta apostólica con motivo del 400 aniversario de la muerte de este santo francés
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| San Francisco de Sales. Foto: Lawrence OP. |
Con motivo del
400 aniversario de la muerte de san Francisco de Sales, que se celebra este
jueves, 28 de diciembre, el Papa Francisco ha publicado una carta apostólica
titulada Totum amoris est, en la que propone a este santo francés como guía para el cambio de época
que vivimos en la actualidad.
«En la memoria
del cuarto centenario de la muerte de san Francisco de Sales, he encontrado
iluminadoras su flexibilidad y su capacidad de visión. […] Había tenido la
nítida percepción del cambio de los tiempos. Ni él mismo hubiera llegado a
imaginar que en esto reconocería una gran oportunidad para el anuncio del
Evangelio. La Palabra que había amado desde su juventud era capaz de hacerse
camino abriendo horizontes nuevos e impredecibles en un mundo en rápida
transición.», explica Francisco.
De hecho,
subraya que esta es, precisamente, la tarea que espera a la Iglesia en los
cambios que vivimos hoy. Cita, en concreto, ser una Iglesia no
autorreferencial, libre de toda mundanidad pero capaz de estar en el mundo y de
compartir la vida con la gente, escucharla y acogerla.
Y añade: «Es lo
que realizó Francisco de Sales leyendo su época con la ayuda de la gracia. Él
nos invita a salir de la preocupación excesiva por nosotros mismos, por las
estructuras, por la imagen social, y a preguntarnos más bien cuáles son las
necesidades concretas y las esperanzas espirituales de nuestro pueblo».
Así, el
Pontífice analiza algunas decisiones que el santo tomó a lo largo de su vida y
que se convierten en «cruciales» para vivir «con sabiduría evangélica» el
cambio de época.
Proponer la fe
«La primera de
dichas decisiones fue la de releer y volver a proponer a cada uno, en su
condición específica, la feliz relación entre Dios y el ser humano», dice el
Papa. Este es el objetivo de una de las grandes obras de san Francisco de
Sales, Tratado sobre el amor de Dios.
En este
sentido, Francisco defiende, como ya dijo Benedicto XVI, que la fe no se
impone, sino que se propone. Que para hacerlo no se puede utilizar ni
imposiciones ni violencia, sino la «forma persuasiva de una invitación que deja
intacta la libertad del hombre».
«La fuerza de
Dios no deja de ser absolutamente capaz de restablecer el vuelo y, sin embargo,
su dulzura hace que la libertad de consentimiento no sea violada o inútil.
Corresponde al hombre levantarse o no levantarse. Aunque la gracia lo haya
tocado para despertarlo, sin él, esta no quiere que el hombre se levante sin su
consentimiento», continúa.
La devoción
La segunda y
gran decisión de san Francisco de Sales, según el Pontífice, fue «la de haberse
centrado en la cuestión de la devoción». «También en este caso, el nuevo cambio
de época había formulado no pocos interrogantes, tal como ocurre en nuestros
días. Dos aspectos en particular requieren que sean comprendidos y
revitalizados también hoy. El primero se refiere a la idea misma de devoción,
el segundo, a su carácter universal y popular», agrega.
Tras definir la
falsa devoción —cita por ejemplo ayunar o dar limosna, pero tener el corazón
lleno de rencor—, afirma que la verdadera es «una agilidad o viveza espiritual
por cuyo medio la caridad actúa en nosotros y nosotros actuamos en ella con
prontitud y alegría».
«Una devoción
así entendida no tiene nada de abstracto. Es, más bien, un estilo de vida, un
modo de ser en lo concreto de la existencia cotidiana. Esta recoge e interpreta
las pequeñas cosas de cada día, la comida y el vestido, el trabajo y el
descanso, el amor y la descendencia, la atención a las obligaciones
profesionales; en síntesis, ilumina la vocación de cada uno», sugiere.
Por tanto,
sostiene que sería equivocado pensar que la devoción se reserva al ámbito
privado, pues es, más bien, «de todos y para todos, dondequiera que estemos, y
cada uno la puede practicar según la propia vocación».
Fran
Otero
Fuente: Alfa y
Omega






