2 – Diciembre. Viernes de la I semana de Adviento
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Evangelio
según san Mateo 9, 27-31
Cuando Jesús salía de allí, dos ciegos lo seguían gritando:
«Ten compasión de nosotros, hijo de David».
Al llegar a la casa se le acercaron los ciegos y Jesús les dijo:
«¿Creéis que puedo hacerlo?».
Contestaron: «Sí, Señor».
Entonces les tocó los ojos, diciendo: «Que os suceda conforme a vuestra fe». Y se les abrieron los ojos.
Jesús les ordenó severamente: «¡Cuidado con que lo sepa
alguien!». Pero ellos, al salir, hablaron de él por toda la comarca.
Comentario
Entre los
milagros que más hizo el Señor en su vida pública hay uno que le gustaba
especialmente: devolver la vista a los ciegos. La vista es el sentido que hoy
se considera más importante, quizá porque tenemos la idea de que el
conocimiento pasa sobre todo a través de los ojos, en ocasiones, hasta en la
fe: “hay que ver para creer”.
En el
evangelio de hoy Jesús nos enseña justo lo contrario: “hay que creer para ver”.
Al salir de la casa de Jairo, donde ha resucitado a la hija de doce años, se le
acercan dos ciegos que empiezan a gritarle para que tenga misericordia de
ellos. El Señor parece no hacerles caso y le siguen durante todo el recorrido
hasta llegar a la casa donde residía. Como en otras ocasiones, Jesús deja que
los que quieren ser curados insistan en su petición. En el caso de los dos
ciegos esto tiene el inconveniente de que, no pudiendo ver el camino, le
resultaría costoso seguir los pasos de Jesús y de sus discípulos.
A veces Dios
quiere que le sigamos a oscuras, cuando en algunos momentos de la vida parece
apagarse nuestra fe o el deseo de ser fieles a su voluntad flaquea. Es la hora
de la confianza, del recogimiento para escuchar con más atención a Cristo, que
pasa a nuestro lado.
Llegado a su
destino, el Maestro se deja alcanzar por los dos ciegos y les dirige una
pregunta, que parece casi una afirmación: ¿Creéis que puedo hacer eso? Sé que
tenéis fe, me lo habéis demostrado siguiéndome hasta aquí, pero necesito
escucharlo de vuestros labios. “Sí, Señor”, creemos que lo puedes todo. Y “se
les abrieron los ojos”, pudieron ver su vida con la luz de Dios.
Jesús insiste
con que no se lo cuenten a nadie, para que generaciones enteras de cristianos, como
tú y yo, lo puedan experimentar en su propia vida.
Giovanni
Vassallo
Fuente: Opus
Dei






