6 – Diciembre. Martes de la II semana de Adviento
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Evangelio
según san Mateo 18, 12-14
¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve en los montes y va en busca de la perdida? Y si la encuentra, en verdad os digo que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado.
Igualmente, no es voluntad de vuestro
Padre que está en el cielo que se pierda ni uno de estos pequeños.
Comentario
Jesús es ese pastor que aparece anónimamente en la historia de la
oveja perdida. Su grey es grande: las cien ovejas de esta parábola significan a
toda la Humanidad. Sin embargo, por más numeroso que sea su rebaño, no le da
igual perder a una sola de sus ovejas. Jesús no redondea la cifra de
noventainueve hacia cien: si le falta una oveja, él siente que su rebaño está
incompleto. Irá a buscar a la perdida por las montañas, las cañadas, los valles
y no parará hasta encontrarla…
En “los
pequeños” (v. 14) que el Padre no quiere perder podemos ver retratada a cada
persona en su singularidad. La Iglesia es el rebaño de Jesús, y ahí nadie es
tan pequeño que ya no haga falta contar con él, no hay nadie que acabe sobrando
o que podamos dejar al margen sin ningún reparo. Como recuerda frecuentemente
el papa Francisco, nadie puede considerarse objeto de descarte.
El evangelio
de hoy nos llena de seguridad. Podemos pasar por malos momentos en nuestra
vida, somos débiles y capaces de perdernos por el camino. Jesús, sin embargo,
irá a buscarnos, nos dará una nueva oportunidad para volver a su lado; ojalá
seamos lo suficientemente humildes para reconocer nuestros errores en ese
momento y abrirnos a la gracia de Dios.
Este evangelio
es también una llamada: ser cristianos es compartir los sentimientos de Jesús y
no ser indiferentes cuando nos enteramos de que alguien se está quedando fuera
del rebaño. Estamos llamados a emprender el camino y a acercarnos a esa persona
para ayudarle a salir del aislamiento. Con nuestra oración, tiempo y
comprensión, podemos ser instrumentos para que vuelvan a la vida de la Iglesia.
Rodolfo Valdés
Fuente: Opus
Dei