9 - Diciembre. Viernes de la II semana de Adviento
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Evangelio según san Mateo 11,
16-19
¿A quién compararé esta generación?
Se asemeja a unos niños sentados en la plaza, que gritan diciendo: “Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos entonado lamentaciones, y no habéis llorado”.
Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: “Tiene un demonio”.
Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: “Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores”.
Pero la sabiduría se ha acreditado por sus
obras».
Comentario
En este pasaje del Evangelio Jesús les reprocha a aquellos que
escuchaban su predicación y veían su conducta, que nada de lo que él hiciera
les parecía bien: acusaban a Juan de “que no come ni bebe” y a Jesús de ser un
“comilón y bebedor”. Por ello, Jesús terminará remitiéndose a sus “obras” (v.
19): serán ellas las que acrediten la verdad de su ser y de su misión.
En ocasiones nuestro corazón puede llegar a asemejarse al de
estos contemporáneos del Señor, si en nuestro corazón no tenemos la profunda
determinación de cumplir la voluntad de Dios. Si carecemos de esa disposición
interior nunca serán suficientes las luces en la oración ni los argumentos que
nos ayuden a seguir el querer divino.
Por el contrario, cuando en verdad queremos que la voluntad
de Dios se cumpla en nuestra vida qué fácil brotan en nuestra oración
determinaciones de arrancar aquello que no va y que sabemos que ofende a Dios.
Y también surgen los deseos de crecer en generosidad y en el amor a Dios;
tendremos las luces suficientes para entregarnos del todo al querer de Dios.
Sebastián Puyal
Fuente: Opus Dei






