El escritor Claudio de Castro explica cómo lo hicieron los grandes santos y algunos secretos que guarda la Biblia para vencer
![]() |
| maxsattana | Shutterstock |
«Sed sobrios y velad. Vuestro adversario, el Diablo,
ronda como león rugiente, buscando a quién devorar. Resistidle firmes en la fe»
1
Pedro 5, 8-9
¿Has escuchado alguna vez esta frase?:
«Siempre confieso los mismos pecados, ¿qué sentido tiene confesarse?» Pues muchísimo sentido. Dios siempre perdona y eso
debes saberlo.
Ahora
bien: ¿qué es un pecado? El padre Carlos Padilla lo explica con
claridad:
«Qué es el pecado? Es todo
aquello que nos aleja de Dios, que nos desordena el corazón, que nos limita en
la entrega, que no nos deja llevar una vida plena».
El pecado es una ofensa a Dios y por tanto nos aleja de su amor,
de sus gracias y nos acerca al demonio y a la perdición de nuestras almas.
Hay una reflexión que mi esposa Vida leyó una vez y siempre hace
alusión a ella: «Qué
tristeza, perder una brillante eternidad, por un poco de tierra».
Pero vamos, no estamos solos en este camino y no seremos los
primeros en luchar contra
esos pecados recurrentes, los grandes santos también lucharon.
¿Cómo vencer esos pecados?
Solo es una pregunta y muy sencilla, respóndetela con honestidad: «¿Cuánto
tiempo al día dedicas a la oración?».
La oración nos acerca a Dios, fortalece nuestras
almas y nos ayuda a enfrentar los momentos de dificultad y las fuertes
tentaciones que nos amenazan con hacernos caer.
Digamos que ya te confesaste… Es fundamental hacerlo para
restaurar tu amistad con Dios. Pero si no oras y no te decides a luchar contra
esos pecados recurrentes, no esperes vencerlos fácilmente. Tarde o temprano
volverás a caer.
Te
faltan dos ingredientes sencillos y fundamentales en tu lucha…
El primero lo has tenido siempre. Existe lo que se llama «propósito de
enmienda». ¿Lo has escuchado alguna vez?
«Es la firme resolución
personal de enmendarte, cambiar, y no volver a cometer esos pecados que te
agobian y repites una otra vez».
En pocas palabras, la voluntad personal de evitar ese pecado, un
anhelo de agradar a Dios en todos tus actos y pensamientos.
El Catecismo de la Iglesia Católica nos da el segundo ingrediente
espiritual:
Entre los
actos del penitente, la contrición aparece en primer lugar. Es «un
dolor del alma y una detestación del pecado cometido con la resolución de no
volver a pecar».
1451
El Catecismo es claro en este punto:
«El movimiento
de retorno a Dios, llamado conversión y arrepentimiento, implica un dolor y una
aversión respecto a los pecados cometidos, y el propósito firme de no volver a pecar«.
1490
¿Tienes ese propósito? Recuerda
que Dios
te dará fuerzas y que vencer esas tentaciones también
dependerá de ti y de tu voluntad para
hacerlo.
2 respuestas de la Biblia
¿En tu casa hay una Biblia? Léela,
te ayudará muchísimo. Me gusta insistir a los católicos que debemos desempolvar
y leer nuestras Biblias.
Te voy a copiar dos versículos de la
Biblia que podrían ayudarte:
«De hecho,
ustedes todavía no han sufrido más que pruebas muy ordinarias. Pero Dios es
fiel y no permitirá que sean tentados por encima de sus fuerzas. En el momento
de la tentación les dará fuerza para superarla».
1 Corintios 10, 13
«Feliz el
hombre que soporta pacientemente la prueba, porque, después de probado,
recibirá la corona de vida que el Señor prometió a los que lo aman».
Santiago 1, 12
Amable lector. Debes tomar en serio la salvación de tu alma
inmortal.
Cuida tu mirada
El pecado está a la vista. Es tan
fácil caer… A veces ni siquiera lo buscas y la tentación aparece ante tus ojos.
Las Sagradas Escrituras nos advierten:
«La lámpara
del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará luminoso; pero
si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará a oscuras. Y, si la luz que hay en
ti es oscuridad, ¡qué oscuridad habrá!».
Mateo 6, 22-23
Todo empieza con una leve mirada, algo sutil, un pensamiento, un
deseo, como quien no quiere…
Y de repente estás enganchado mirando lo que no debes, sabiendo que
hace daño a tu alma y ofende a Dios.
No es
casual, todo esta orquestado. Existe lo que se llama: «popup porno». Créeme,
tuve que buscar su significado en Internet.
«Es un programa potencialmente
no deseado que genera contenidos publicitarios. Las ventanas emergentes de
pornografía te sugieren visitar páginas web indeseables. Muchos se enganchan
por curiosidad, poniendo en riesgo sus equipos».
Me ocurrió hace poco. Estaba buscando películas en mi ordenador
para distraerme luego de un día de arduo trabajo y encontré un sitio
interesante con películas de aventuras. Abrí una de las películas para verla y
en seguida empezaron a aparecer imágenes fuertes, indeseables, en la pantalla
de mi ordenador.
Desvié la mirada y salí rápido de ese
sitio. Luego corrí al antivirus para borrarlo de mi ordenador.
Qué sencillo es desviar la mirada y ponerla en Dios. San Félix
solía recomendar:
Amigo, la mirada en el suelo,
el corazón en el cielo y en la mano el santo Rosario.
Acude a María
Si eres como yo que disfruto muchísimo leyendo la vida de los
grandes santos de nuestra Iglesia, descubrirás el secreto que los impulsó en su
vida de santidad y los sostuvo en los momentos más oscuros. Fue tan sencillo…
pero les rindió grandes frutos espirituales.
Fueron asiduos visitantes del Sagrario, y pasaban largas horas en
oración ante Jesús Sacramentado. Y algo más: fueron fieles devotos de la
Virgen María.
Cuando me veo envuelto en grandes tentaciones y sé que no podré
contra ellas, miro a la Estrella, acudo a María y le pido su maternal
protección.
Hay una oración contra esas
tentaciones y contra el mal que me enseñó mi mamá desde niño
y a menudo la repito. Me gustaría pedirte que la anotes. Te hará mucho bien:
¡Animo! Al final todo va a
salir bien.
¡Dios te bendiga!
Claudio de Castro
Fuente: Aleteia






