Escritos atestiguan que había visitado el purgatorio y que estaba en contacto con las almas que se encontraban allí
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| Shutterstock/Massimo Rivenci |
El
Padre Pío es uno de los santos que más ha manifestado el don de producir
milagros. Su misma persona era ya un milagro de santidad, como tantos escritos
lo testimonian. Y entre sus dones, también se encontraba el de tener un
estrecho contacto con el «Más Allá».
El santo podía saber cuándo una persona iba a morir, y hasta podía
obtener una prórroga de la muerte si era necesario.
Escritos atestiguan que había visitado el purgatorio y que estaba
en contacto con las almas que se encontraban allí.
Padre Pío podía saber cuánto tiempo permanecería esa alma en el
purgatorio, rezaba constantemente por ellas y tomaba sobre sí sus sufrimientos.
Estos son algunos testimonios que atestiguan estos dones del santo:
Después de la Misa y la acción de
gracias, el Padre Pío llamó aparte a un hombre y le dijo: «Amigo mío, en una
semana dejarás este mundo. ¡No tengas miedo! Prepárate humildemente. Siempre
estaré cerca de ti y yo mismo te acompañaré al cielo». El hombre murió después
de exactamente una semana, y había alegría a su alrededor ‘porque ciertamente
se habrá hecho realidad que fue al Cielo’.
(Pierino Galeone, 80)
Rey Jorge VI de Inglaterra
En la tarde
del 20 de enero de 1936 en la habitación del Padre Pío estaban el Dr.
Sanguinetti y el Padre Aurelio de Sant’Elia a Pianisi quienes declararon el
hecho. Mientras los tres conversaban, en cierto momento el Padre Pío
interrumpió la conversación, se arrodilló y dijo: ‘Oremos por el Rey de
Inglaterra que pronto comparecerá ante el tribunal de Dios’. Los tres
comenzaron a orar en silencio.
La explicación la tuvieron a la mañana
siguiente cuando supieron por la radio y por los periódicos que Jorge VI, Rey
de Inglaterra había muerto.
(Parente, Padre 267-8) (Gallagher,
Padre Pio, 138-9) (Carty, Padre Pio , 7-8) (Ruffin, Padre Pio, 241) (Gaudiose,
Prophet, 118)
Padre Pío podía posponer la muerte
de una persona
Don Pierino:
‘Padre, una señora de Martina Franca, enferma de cáncer, tiene los días
contados y le pide que ore por ella’.
El Padre Pío mira hacia arriba y luego
dice: ‘¡Está bien! El Señor te concede una prórroga’.
Nueve años después
‘Padre, esa señora está enferma otra
vez’. Padre Pío: ‘Di una extensión, no una curación definitiva’. La señora
murió después de menos de un mes.
(Don Pierino Galeone, 81)
Purgatorio, Infierno y Paraíso
Padre Alessio:
‘Parecía que todos estaban convencidos de que el Padre Pío tenía conexiones con
el otro mundo o que podía tener noticias directas del más allá’.
(Parente, Padre, 28)
Don Pierino:
‘Padre, un amigo murió de un infarto: ¿se salvó? ¿Dónde está?’
Padre Pío: ‘Se salvó pero tiene que
pasar por un largo Purgatorio. Oremos, oremos mucho’.
(Don Pierino Galeone, 79-80)
El Padre
Alberto D’Apolito relató que Mons. Alberto Costa, Obispo de Melfi, en 1922
mientras conversaba con el Padre Pío le preguntó si alguna vez había visto un
alma del Purgatorio. Padre Pío respondió: ‘He visto tantas que ya no me
asustan’.
(Parente, Padre, 129)
La Signora Birulli de Cerignola
preguntó: ‘Padre, ¿no me puede dar una idea del Purgatorio?’ Padre Pío: ‘Hija
mía, las almas del Purgatorio quisieran arrojarse a una fuente de fuego
terrenal, porque para ellas sería como una fuente de agua dulce’.
«Vaciemos el
Purgatorio»
(Cleonice Morcaldi, Mi vida, 285)
Sobre el
infierno: ‘Yo bajé allí entre esos miserables y (Dios) me hizo sentir las penas
que sufren los condenados’.
(Cleonice Morcaldi, Mi vida, 285)
El Padre Pío tenía el don de saber si una persona ya estaba en el
Cielo, y de poder acompañar a las almas al Cielo.
Don Pierino
fue al Padre Pío con el magistrado del pueblo. La hermana del magistrado había
muerto el año anterior y el Padre Pío había dicho que estaba en el purgatorio.
Esta vez el Padre Pío dijo: ‘ya está en el cielo’.
(Pierino Galeone, 79)
Anna
Tremigliozzi completó su carrera de enfermería en Nápoles y permaneció allí
para ejercer su profesión durante dos años.
El Padre Pío la llamó a San Giovanni
Rotondo para trabajar en el nuevo hospital Casa Sollievo. Ella tenía 22 años.
Después de un par de años contrajo la epidemia ‘asiática’ y murió.
Todos en la familia estaban
angustiados y pensaron que aún podría estar viva si no se hubiera ido de
Nápoles.
El Padre Pío dijo a sor Vincenza, la
hermana de Anna: ‘¿Dónde crees que está tu hermana? ¡La enviamos al Cielo!’
Sor Vincenza comenzó a repetirse a sí
misma: ‘Quién sabe lo que hubiera sido de mi pobre hermana si se hubiera
quedado en Nápoles’.
(Iasenzaniro, Testimonios, segunda
parte, 341-2).
Todos estos testimonios y muchos más han sido recogidos por la
familia de un amigo de Padre Pío, el doctor Giuseppe
Caccioppoli.
Maria Paola Daud
Fuente: Aleteia






