El documento de la Iglesia en España para la Asamblea Continental del Sínodo que se acaba de publicar recoge también aspectos más positivos como un deseo de «pasar a la acción»
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Foto: David Ash Photography |
La Iglesia española ya tiene
listo el documento para la fase continental de la Asamblea Sinodal del Sínodo sobre
la sinodalidad. Un texto que sus representantes llevarán al
encuentro de Praga del 5 al 12 de febrero donde 200 delegados de 39
Conferencias Episcopales Europeas pondrán en común los resultados de las
reflexiones en sus respectivos países.
El grupo de trabajo español
señala al principio de dicho texto que «aunque el tiempo para la reflexión y el
trabajo diocesano en esta etapa continental ha sido corto y la participación
menor que en la fase anterior, la experiencia y el camino recorridos hasta el
momento permiten afirmar que la sinodalidad avanza en nuestra Iglesia que
peregrina en España, pasando de concebirse como una teoría o un concepto
abstracto, a entenderse como una realidad que favorece la comunión».
Actitudes de escepticismo y rechazo
En este tiempo, el equipo sinodal
de la Conferencia Episcopal ha constatado además que el Documento para la Fase
Continental que se presentó en octubre de 2022, «Ensancha el espacio de tu
tienda», fue acogido positivamente en general, aunque se siguen registrando
actitudes de escepticismo «e incluso rechazo, por la novedad que significa en
sí misma la experiencia de escuchar, dialogar y, en general, caminar juntos».
Pese a que el tono es
esperanzador, el texto español sí que recoge algunos apuntes negativos y que
denotan la necesidad de proseguir en el camino sinodal en «continua conversión
personal, desde la escucha de la palabra de Dios, la oración y los sacramentos,
destacando la centralidad de la eucaristía». Por ejemplo, se ha detectado «con
fuerza la tensión del clericalismo que lleva a confundir el servicio con el
poder». Se señala como una circunstancia dolorosa «las distancias existentes
entre los miembros del pueblo de Dios de distintas vocaciones y la soledad en
la que viven algunos de ellos. Un primer paso para abordarlo es la formación en
los seminarios y noviciados y la que reciben los laicos».
El papel de la mujer y la escasa
participación juvenil
Algunos de los impedimentos para
crecer en participación, comunión y responsabilidad se deben a «las
resistencias del clero y la pasividad de los laicos». Aún con
todo, a lo largo de la consulta se ha detectado un deseo de participación
efectiva de parte de todos en la vida y toma de decisiones en la Iglesia. Por
ello, se pide que los organismos sinodales no sean solo consultivos, sino que
se conviertan en «lugares donde las decisiones se tomen en base a procesos de
discernimiento comunitario».
Hay dos cuestiones que se
destacan especialmente y son el contraste de posiciones sobre el papel de la
mujer y la escasa participación de los jóvenes en el proceso sinodal y la vida
de la Iglesia: «Nos sentimos interpelados a aprender a escucharlos, a modificar
el modo de comunicar el mensaje del Evangelio, que ha de ser creativo,
comprensible, integrador y generador de diálogo intergeneracional».
De acuerdo con estas
observaciones, el documento asegura que «la participación en el proceso sinodal
nos ha hecho sentirnos llamados a la acción». Por un lado, consiguiendo que
cale la necesidad de caminar juntos y comprendiendo correctamente lo que
significa la sinodalidad «superando algunas de las tensiones que se han
percibido en el proceso como el clericalismo, las divisiones internas, los
prejuicios, la ausencia de diálogo». Por otro lado, avanzando hacia una Iglesia
en salida.
En consecuencia, el texto indica
una serie de prioridades en la que se ha de trabajar como son «potenciar la
acogida» especialmente de «cuantos se sienten excluidos por su procedencia,
situación afectiva, orientación sexual u otros motivos». También señala como
prioridad la promoción de la corresponsabilidad superando el clericalismo que
«empobrece nuestro ser y misión»; «el reconocer definitivamente el papel de la
mujer en la Iglesia y fomentar su participación, plena y en condiciones de
igualdad, en todos los niveles de la vida eclesial y, en particular, en el
gobierno de las instituciones»; o el fomento de la participación de los
jóvenes.
Fuente: Alfa y Omega