7 – Marzo. Martes de la II semana de Cuaresma
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Evangelio según san Mateo 23,
1-12
Entonces Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo:
«En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid todo lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos dicen, pero no hacen.
Lían fardos pesados y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar. Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y agrandan las orlas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias en las plazas y que la gente los llame rabbí.
Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar rabbí, porque uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo.
No os dejéis llamar maestros, porque uno solo es vuestro maestro,
el Mesías. El primero entre vosotros será vuestro servidor. El que
se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».
Comentario
En el evangelio que la Iglesia
nos invita a considerar hoy, el Señor realiza una dura crítica a aquellos
escribas y fariseos que, en su modo de actuar, se guían por la apariencia
externa de sus acciones en lugar de vivir de acuerdo con la verdad.
En ocasiones, esta crítica realizada
por el Señor contra los hipócritas ha constituido el fundamento para que
algunos calificasen a Jesús como un revolucionario frente a las
prácticas denostables de las que Él mismo se distanció.
Sin embargo, el Señor no pretende
abolir la Ley enseñada por escribas y fariseos (cfr. Mt 5, 17), sino
purificarla y llevarla a su plenitud. En contraste con aquellos hombres que
“dicen, pero no hacen” y “apetecen ser los primeros”, Jesús nos enseña que los
cristianos estamos llamados a servir y humillarnos. Y, a diferencia de ellos,
Jesús no solo lo dice, sino que corroborará estas palabras con su muerte en la
cruz.
El cristiano, como buen discípulo
de Cristo, ha de buscar el servicio y no el honor. Precisamente esta
perspectiva, que se traduce en un modo de vivir, es lo realmente revolucionario
del mensaje de Cristo. Un discurso que no se queda en la teoría, sino que se
hace vida porque se concreta en los mil detalles de cada jornada.
Con su vida y sus palabras el
Señor nos va preparando para acoger el inminente don de la Pascua. Vivir en una
actitud continua de servicio y entrega a los demás es el mejor modo de dejar
que la gracia entre en nuestro corazón.
Pablo Erdozáin
Fuente: Opus Dei