15 – Marzo. Miércoles de la III semana de Cuaresma
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Evangelio
según san Mateo 5, 17-19
No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud.
En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley.
El que se salte
uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres
será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y
enseñe será grande en el reino de los cielos.
Comentario
Nos
encontramos en el monte de las bienaventuranzas a orillas del lago de Genesaret
y escuchamos parte del sermón de la montaña, que recoge san Mateo en su
Evangelio.
Todo el
paisaje habla de vida, de vida en abundancia.
Y en esa línea
dice Jesús, como en sintonía con el paisaje que le rodea, a quienes le
escuchaban: “No penséis que he venido a abolir la Ley o los Profetas: no he
venido a abolirlos sino a darles su plenitud”. En continuidad con el Antiguo
Testamento, Jesús ha venido a traernos la vida plena. Quiere que seamos
felices. Y cuánto más felices mejor.
Sabe Jesús que
sólo somos felices en la medida en que escuchamos, vivimos y difundimos su
Palabra: el que cumpla y enseñe estos mandamientos será grande en el Reino de
los Cielos.
Aquí, en la
tierra hay que vivir en lo pequeño. La pequeñez de ahora nos hará grandes en el
Reino de los Cielos. Pequeña es la santa Hostia que recibimos en la Comunión, y
contiene la santa grandeza de Jesús.
Estos días de
Cuaresma, mientras nos encaminamos a revivir la Pasión, Muerte y Resurrección
del Señor son una ocasión estupenda para meditar si avanzamos en fidelidad al
Señor. Si damos importancia a los pequeños detalles, si afinamos y si volvemos
al camino por medio del arrepentimiento.
Javier
Massa
Fuente: Opus
Dei






