En plena Semana Santa, prohibidas las procesiones y los actos religiosos públicos (en un país en el que 65 de cada cien personas son católicas), el régimen encabezado por Daniel Ortega y Rosario Murillo sigue impertérrito su algarada en contra de la Iglesia católica
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Delmer MARTINEZ / AFP |
El pasado lunes 3 de abril, por
la noche, descalzo y sin nada que llevar consigo, tocó el turno de abandonar
territorio nicaragüense con destino a Honduras al misionero claretiano fray
Donaciano Alarcón Valdés (49), originario de Colón (Panamá) y párroco de María
Auxiliadora, en la localidad de San José de Cusmapa, en la diócesis de Estelí.
Descalzo y sin nada
Así lo ha informado la Iglesia
católica de Panamá por medio de su cuenta de Twitter. La razón aducida por la
dictadura para la expulsión fue que el sacerdote panameño sacó la procesión de
Semana Santa en lugares alejados de su parroquia y habló «de política» durante
sus homilías.
Según el medio de comunicación de
la arquidiócesis de Panamá, «Panorama Católico», fray Donaciano se encuentra en
buen estado de salud y en un lugar seguro en San Pedro Sula (Honduras). Ahí fue
entrevistado por «Radio Hogar» de Panamá y aseguró, entre otras cosas, que ni
organizó precisiones ni habló de política en sus homilías.
La disyuntiva: exilio o cárcel
Como es costumbre en las
dictaduras, la acción en contra de fray Donaciano fue fulminante; no lo dejaron
ni siquiera recoger sus documentos personales ni llevar consigo las pocas
pertenencias que tenía en la parroquia. “Me dijeron que estaba fuera del país y
que no podía regresar más”, dijo a Radio Hogar.
Aunque no fue maltratado
físicamente, la presión psicológica y la humillación de la policía leal a
Ortega fue humillante: «No sabía qué hacer, lloré un poco…unas señoras me
abrazaron y me ayudaron a conseguir un teléfono para comunicarme», dijo.
Según informa el medio
arquidiocesano de Ciudad de Panamá, «Panorama Católico», antes de la Misa
Crismal había sido detenido y advertido que, si seguía en esa tesitura, podría
ser encarcelado o expulsado de Nicaragua.
Si el Evangelio habla de
justicia…
«Me acusaban de dedicar mis
homilías a nuestro obispo que está preso, monseñor Rolando Álvarez, y también
que estaba organizando procesiones y vía crucis en las comunidades que están
lejos de la red urbana». (Cabe destacar que, al momento de ser encarcelado, el
obispo Álvarez, titular de Matagalpa, era también administrador de la diócesis
de Estelí).
«No me interesa hablar de
política, pero si el Evangelio toca el tema de la justicia yo no me reservo, yo
hablo. Hemos estado en una situación incómoda, solo dije al final de la misa
que me sentía asediado», dijo fray Donaciano quien fue montado en un coche de
la policía y dejado en lado hondureño a través del paraje conocido como El
Espino.
El misionero claretiano –de
acuerdo con reportes del periódico «La Estrella de Panamá» —
fue despojado de su computadora personal y celular que quedó en poder de la
policía de la dictadura que dirige el consuegro de Ortega, Francisco Díaz,
conocido como «Paco» Díaz.
Sabíamos que podría pasar
Por otra parte, entrevistado
por «Panorama Católico», fray Ismael
Montero Toyos, superior de los Claretianos de Centroamérica dejó en claro que
por la tensión que se vive en Nicaragua, y la feroz persecución que ha emprendido
el régimen sandinista en contra de la Iglesia, sabían que en cualquier momento
podía pasar.
«La situación es un poco difícil,
preferimos que los expulsen a que los metan presos. Solo pedimos que los
misioneros puedan seguir acompañando al pueblo de Nicaragua» reiteró fray
Ismael a periódico digital de la arquidiócesis de Ciudad de Panamá.
Según «La Estrella de Panamá»,
esta es la segunda vez que la dictadura sandinista deja a un religioso
abandonado en la frontera con Honduras. En la década de los 80, el obispo de la
diócesis de Chontales, Pablo Antonio Vega, fue detenido y abandonado en la
frontera por ser crítico a la dictadura sandinista que gobernaba en esa época.
Jaime Septién
Fuente: Aleteia